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Riesgo inminente

El País ha venido realizando un cubrimiento informativo profuso de los riesgos...

20 de abril de 2016 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

El País ha venido realizando un cubrimiento informativo profuso de los riesgos a los cuales estamos expuestos los caleños, debido a las invasiones asentadas sobre el Jarillón que nos protege de posibles inundaciones por las crecientes del río Cauca. La topografía de Cali se asemeja a una concha en cuya cúspide nacen los seis ríos tutelares, los cuales vierten sus aguas al río Cauca. La superficie profunda de la ciudad se encuentra por debajo del nivel de sus crecientes en las épocas de los inviernos. Para evitar las frecuentes inundaciones se construyó un dique de 17 km de longitud y un canal interceptor, el Canal Sur. De esta manera se protegió de los desbordamientos del río un área considerable de la ciudad, hoy habitada. El Jarillón fue invadido, no solamente con viviendas, sino que también con fábricas de diversa índole, centros de recreación y hasta escuelas oficiales, tal como ha ocurrido en muchas otras zonas de la ciudad, entre las cuales se encuentran todas las cuencas de los ríos tutelares. Las EEMM dotaron dichos asentamientos con todos los servicios públicos esenciales, acueducto, alcantarillado y energía, a sabiendas de los riesgos implícitos. Como si fuese poco, dichos servicios no se cobran desde cuando fueron instalados. Hacen parte de las denominadas pérdidas o fugas, que deben ser compensadas cobrando más al resto de los usuarios, pobres y ricos. Hoy los caleños vivimos con una espada de Damocles sobre nuestras cabezas, el riesgo inminente de que el río Cauca crezca y rompa el Jarillón, en las partes más deterioradas por los asentamientos. Si llegase a ocurrir, las consecuencias para la ciudad, como se han establecido, serían desastrosas. No solamente se afectarían con la inundación a 900.000 personas, en algunos puntos hasta con 7m de profundidad, también dejaría de funcionar el acueducto del río Cauca, la Ptar y las bombas que evacúan las aguas residuales; la contaminación sería terrible. Se produciría un caos invivible para la totalidad de la población. Una tragedia impensable. Se comprende que el Gobierno les ofrezca viviendas gratis, a quienes allí residen. Muchas de esas personas llegaron desplazadas o en condiciones de miseria, aunque como siempre ocurre en nuestro terruño, otras se hayan aprovechado indebidamente de la incapacidad o complicidad del Municipio. Lo incomprensible es que el resto de la ciudadanía deba indemnizar a los establecimientos comerciales que han usufructuado, durante décadas, del suelo donde se encuentran asentados, sin pagar un peso, por los servicios públicos recibidos, ni por los impuestos correspondientes. Se trata de negocios rentables que le han producido dividendos a sus dueños, compitiendo con ventajas económicas fraudulentas, de las cuales no disfrutan sus competidores, quienes si pagan impuestos y servicios públicos. Por el contrario, ellos deberían indemnizar al resto de ciudadanos por los riesgos originados. Un terremoto como el ocurrido recientemente en el Ecuador también hubiese vulnerado el Jarillón. La ocurrencia de la inundación estaría sujeta al nivel de las aguas del Cauca. La única alternativa posible es acelerar, al máximo posible, el proceso de reparación del Jarillón, tal como lo ha propuesto el Sr. Alcalde, para acortar el tiempo durante el cual estaremos expuestos al riesgo.