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La primera línea

Bogotá concentra el 32% del PIB de Colombia y su PIB per cápita es prácticamente el doble que en el resto del país.

20 de julio de 2021 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

En mis columnas he sido reiterativo en la necesidad de disminuir las brechas, facilitar la inversión y consecuencialmente incrementar del empleo. Estas son tareas que el Estado debiera llevar a cabo, legislando.

Uno de mis temas recurrentes es la excesiva concentración política y económica del gobierno, relacionado directamente con las brechas que continúan aumentando, ante la indiferencia de los políticos, en especial de los funcionarios residentes en Bogotá. Muy poco eco ha tenido este tema, como el relativo a los llamados territorios, abandonados a su propia suerte, donde la ausencia gubernamental es evidente.

Bogotá concentra el 32% del PIB de Colombia y su PIB per cápita es prácticamente el doble que en el resto del país.

Pero hoy deseo referirme a los bloqueos, a quienes dieron la cara para efectuarlos, la llamada primera línea. No hay duda de que existe también, la segunda línea que manipula a la primera. Los hechos la corroboran.

Es indudable el marginamiento de determinadas comunidades citadinas y de los jóvenes, en especial. Sin embargo, quiero hacer la diferencia entre quienes participan de buena fe y quienes los motiva primordialmente el odio, entre quienes tienen espíritu de escucha y quienes son esencialmente dogmáticos. Apelo a los primeros para formular algunas reflexiones. A los segundos les digo que tienen que deponer esas actitudes para poder dialogar. Dialogar significa fundamentalmente escucharse mutuamente. A los seducidos por el dogmatismo les interesa escuchar, con el único fin de contradecir.

Creo profundamente en la educación, no solo para el progreso personal y la propia satisfacción sino también como el mejor instrumento de la movilidad social. Por esta razón debe ser accesible a todos los ciudadanos, sin discriminación. Pero educación de buena calidad, la que hoy se imparte en el sector público deja mucho que desear en buena parte por el nivel académico, profesional y compromiso de los educadores. Fecode, el sindicato de los maestros ha rechazado sistemáticamente las evaluaciones de los profesores. Incomprensible si, en cabio, ellos mismos califican el desempeño de sus estudiantes.

Hasta ahora no he escuchado ningún reclamo de inconformidad por la calidad de su educación. Para que exista equidad no basta con estudiar, es indispensable que la educación pública compita académicamente con la privada. Hoy la privada supera con creces a la pública, exceptuando, claro está, las escuelas llamadas de ‘garaje’.

Difícil de digerir por qué los jóvenes de la primera línea, del paro que se inició el 28 de abril, ignoraron y guardaron silencio cuando unos vándalos estaban destruyendo el MÍO, atacando las bombas de combustible, asaltando los establecimientos comerciales, en fin, sembrando la anarquía en Cali, mientras continuaban impávidos bloqueando el paso de los vehículos. Lo único que puede explicar este contradictorio comportamiento es la ira incontrolada o el fanatismo dogmático. Tampoco fue explicable la actitud asumida por la primera autoridad del Municipio.

El diálogo es importante y esencial, cuando existe la voluntad de escuchar y cambiar. Compromiso Valle es un buen ejemplo.

Los acontecimientos ocurridos hasta ayer en la tarde, comprueban que si las autoridades municipales cumplen con su deber, las manifestaciones transcurren sin desmanes.