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La partícula de Dios

En estos días en la prensa de todo el mundo, se...

18 de julio de 2012 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

En estos días en la prensa de todo el mundo, se dio a conocer con ‘bombos y platillos’, el casi seguro descubrimiento del bosón de Higgs y lo titularon como la partícula de Dios. Para legos como el suscrito, interesado en la ciencia, pero con escasa preparación académica en esta materia, lo único a nuestro alcance es comprender y conceptualizar los elementos sencillos de los fenómenos que se informan.Se manifestó que el sobrenombre, partícula de Dios, había sido acuñado por los periodistas o reporteros, lo cual no es cierto. Así lo bautizó León Lederman, científico neoyorkino, designado premio Nobel de Física en 1988, quien publicó un libro sobre este tema y lo tituló con el sugestivo nombre, se dice que inspirado en la inmensa dificultad de encontrar la partícula y en particularidad por encontrarse en todas partes.A raíz de este descubrimiento se ha tratado de presentarlo como una controversia entre la religión y la física, lo cual ha suscitado un mayor realce, a este de por sí maravilloso hallazgo, dejando de lado explicaciones más prosaicas al alcance del común denominador de las personas. Como generalmente ocurre, los órganos de información anteponen sus intereses comerciales, a hacer comprensible para el lector hechos importantes como el que nos ocupa.Lo cierto es que se trata de un descubrimiento de la humanidad que el físico Guy Consolmagno vocero del Vaticano, por su cargo de astrónomo del observatorio de Roma, lo calificó como un gran logro de la ciencia.El bosón es una partícula subatómica como un fotón que tiene la facultad de darle masa a otras partículas y se supone que se encuentra diseminada en todo el universo. Su hallazgo nos ayuda a comprender el origen de la materia, que anteriormente se desconocía. Se denominó de Higgs en honor a Peter W. Higgs, físico inglés, quien en 1964, junto con otros científicos predijo la existencia de esta partícula, por medios matemáticos, el lenguaje de la ciencia, con el fin de poder explicar el modelo estándar de física de partículas. Sobre este tema Martin Archer, científico, profesor del Imperial College of London comenta: “No es el punto culminante, pero realmente nos dice mucho. No tiene nada que ver con religión, la única similitud es que estás observando algo que es un campo que está en todas partes y en todos los espacios”. Además añadiría que no se trata de la respuesta integral a la enorme complejidad del origen del universo.La religión trata de desentrañar, ¿por qué y para qué fuimos creados?, la razón de nuestra existencia. La ciencia busca explicar cómo se originó el universo y los motivos de su comportamiento. Existen algunos científicos que son ateos por convicción y pretenden justificar la inexistencia de Dios con base en fenómenos como el bosón de Higgs, la prueba que explica el origen de la materia. Los que profesamos creencias religiosas con fundamentos, siempre podremos hacer la pregunta: ¿Y quien creó el bosón de Higgs? No es de mi interés entrar en esta polémica, que trató de suscitar la prensa, solamente deseo reiterar que nuestra condición de creyentes no nos impide regocijarnos con los adelantos de la ciencia y sus avances logrados en LHC, el gran colisionador de hodrones, de 27 kilómetros de perímetro fabricado a 150 metros de profundidad en la frontera entre Suiza y Francia. Su construcción demandó una inmensa inversión y bien vale la pena constatar que se están justificando.Como diría nuestro filósofo de Buga: “Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”.