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La macrocefalia

En Bogotá, como es natural, operan las presidencias de la mayoría de las grandes empresas del país. No podría ser de otra manera. Es el Gobierno Nacional de donde emanan los contratos más jugosos. La mayor demanda, debido al número de habitantes, como a su poder adquisitivo más alto, no admiten discusión.

15 de noviembre de 2017 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

La macrocefalia es una enfermedad que se manifiesta por un crecimiento anormal de la cabeza, comparada con el resto del cuerpo y las extremidades. Las causas pueden ser de origen diverso.

Pues bien, Colombia padece esa enfermedad en la actividad política y económica. El crecimiento de la capital del país ha sido inmensamente superior que el de la provincia, desde hace años. Allí se concentra, cada vez con mayor énfasis, el poder político y económico.

Veamos: Bogotá es la sede del gobierno Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y los órganos de control nacionales. También concentra las presidencias de todas las empresas ‘descentralizadas’ del estado, excepto Isagén situada en Medellín, cuándo se realizó la única gestión de descentralización emprendida por el Gobierno Nacional. ¿Dónde serán las sedes de las nuevas entidades que se crearán con motivo del posconflicto? Pregunta necia.

Allí, como es natural, operan las presidencias de la mayoría de las grandes empresas del país. No podría ser de otra manera. Es el Gobierno Nacional de donde emanan los contratos más jugosos. La mayor demanda, debido al número de habitantes, como a su poder adquisitivo más alto, no admiten discusión. Esta concentración del comando general del tejido empresarial, es determinante para el establecimiento de la inmensa mayoría de las empresas de publicidad, comunicaciones y de consultoría, así como los grandes bufetes de abogados; estas actividades en la provincia son raquíticas.

Como es obvio, en Bogotá también se asienta el 80% del sector financiero. El Banco de Colombia y las entidades financieras y de seguros antes conocidas como el Sindicato Antioqueño son la excepción. Aunque el Banco de Occidente está situado en Cali, su control se ejerce desde la capital. Sería improcedente localizarse por fuera de donde se captan el 47% de las cuentas corrientes, el 49% de las cuantas de ahorro, el 58% de los denominados depósitos simples y 77% de los depósitos a término. Además, el ingreso por persona de sus ciudadanos duplica al promedio del resto de colombianos y el nivel de pobreza es del 10%, mientras que en el resto del país sobrepasa el 30%.

La consecuencia de esta concentración del poder económico, del político y de los centros de decisión más importantes del país, ha inducido a que Bogotá se beneficie con el 44% de la cartera comercial, el 41% de la de consumo y el 42% de la correspondiente a vivienda, con tan solo el 16% de la población del país. Una injusta desproporción, más que evidente.

Este fenómeno de inmensas y poderosas capitales y provincias enclenques, es generalizado en nuestro continente, con honrosas excepciones como los EE.UU., Brasil, Ecuador y Canadá. En la capital del país más rico del mundo, Washington, y en las de sus estados, no existen presidencias de empresas importantes; consideran que este hábito latinoamericano crea riesgos de corrupción. La interacción constante de los presidentes de las más destacadas compañías y medios de comunicación, con las altas esferas del gobierno, puede alimentar influencias indebidas y la contratación irregular.

No es de extrañar que solamente uno o dos, de los 30 candidatos a la presidencia, residan en provincia. Hemos sido insensibles a esta enfermedad.

PD. El título de mi anterior columna era ‘Un emprendedor aventurero’ y no el que se publicó.