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Debilidades del gigante

Hasta hace pocos años, los Estados Unidos de Norteamérica florecían como el...

3 de agosto de 2011 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Hasta hace pocos años, los Estados Unidos de Norteamérica florecían como el país más rico y poderoso del mundo, sin amenazas aparentes en el horizonte. La guerra fría se había decidido a su favor. El dólar era la moneda más apetecida por la humanidad. Su crecimiento económico era envidiable; tenía un balance tributario positivo, uno de los mayores ingresos por persona del mundo, disfrutaba de una tasa de desempleo muy reducida; tal vez su única falencia económica era el déficit de su balanza comercial, alimentado por sus inmensas importaciones de combustibles. Sin embargo, aún esta debilidad económica no le hacía mella, puesto que el resto del mundo buscaba refugio en el dólar.El final de la próspera tendencia se originó el 11 de Septiembre del 2001, cuando Al Qaeda logró perpetrar el fulminante ataque a las Torres Gemelas, lo que desató la ira del Gigante, que de inmediato invadió Afganistán, en busca de Bin Laden, el cerebro y líder del movimiento criminal. Posteriormente le declaró la guerra a Irak. Ambas confrontaciones bélicas le han costado un ojo de la cara. El esfuerzo desplegado para salir victorioso ha sido inmenso y gravosísimo. Su desgaste político, además del costo económico, es enorme.El otro duro golpe que sufrió el Gigante fue la crisis financiera originada por la burbuja hipotecaria. La irresponsabilidad y falta de control en el otorgamiento de las garantías hipotecarias llevó al sector bancario de los EE.UU. a un despeñadero. Dichas instituciones concedieron créditos cuantiosos ha personas o entidades que carecían de la capacidad para pagarlos. La desconfianza alcanzó su clímax, cuando Lehman Brothers, uno de los bancos más tradicionales, hizo público el anuncio oficial de su quiebra, el 15 de Septiembre del 2008. El impacto sobre el mercado bursátil fue inmediato, lo cual profundizó la crisis.Estos acontecimientos produjeron una reacción inmediata de la Reserva Federal y del Secretario del Tesoro. Para salir al quite, no les quedó más remedio, que emitir inmensas cantidades de moneda, mediante créditos a la banca, los cuales hoy en día están circulando el mercado. Para realizar dichas operaciones se incrementó la deuda pública hasta límites, nunca antes vistos. Hoy, dicha deuda pesa sobre los hombros de todos los ciudadanos del poderoso país del norte. El déficit fiscal se calcula en el 90% de su PIB. Es como si una empresa comercial debiera un 90% de sus ingresos brutos anuales, con la diferencia de que los EE.UU. pagarán su deuda con una divisa devaluada. Ellos tienen la potestad de administrar su propia moneda. El desempleo en los Estados Unidos ronda por el 10%, sin posibilidades de disminuirse en el corto plazo. Su crecimiento económico se ha estancado.Lo cierto es que el gran país del norte tiene una deuda inmensa que debe reducir, gastando menos o incrementado los impuestos, ambas medidas dolorosas e indeseables. Los partidos políticos, el demócrata y el republicano, se encuentran enfrascados en unas discusiones interminables, en busca de soluciones admisibles para sus electores, un objetivo inalcanzable. El acuerdo al que llegaron este fin de semana es un galimatías que no resuelve la encrucijada. En la actualidad el dólar se ha devaluado considerablemente, y el liderazgo del crecimiento económico lo tienen los países en desarrollo, algo antes nunca visto.Nota. ¿Por qué tomará tanto tiempo concluir las obras públicas en Cali?