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Centralismo

Con frecuencia se escucha el malestar que sienten los ciudadanos colombianos de...

21 de diciembre de 2011 Por: Alfredo Carvajal Sinisterra

Con frecuencia se escucha el malestar que sienten los ciudadanos colombianos de la provincia, ante la imposibilidad de viajar en avión entre las ciudades del país, sin hacer escala en Bogotá. Se dice que la ampliación de El Dorado, cuando la terminen, va a ser insuficiente. La frecuencia de vuelos entre Bogotá y la periferia ha crecido exponencialmente, al punto que actualmente existen 63 vuelos diarios con Cali, 58 con Medellín, 36 con Bucaramanga y 34 con Barranquilla, para solamente mencionar unos pocos ejemplos. Aunque, no pocos, pasajeros simplemente toman estos vuelos para realizar conexiones, la gran mayoría se apea en Bogotá. Lo que está ocurriendo con la frecuencia de vuelos entre la Capital y el resto del país es simplemente una consecuencia de la necesidad que tiene todo ciudadano de acudir a la capital para todo. Los ministros que ha elegido el presidente Santos son todos nacidos en Bogotá o habitan en la ciudad desde hace un buen tiempo, con la honrosa excepción de la Dra. Mariana Garcés. Parece que uno de los requisitos para ser designado en tan alto cargo sea residir en la Capital. No es de extrañar, lo natural es que el Dr. Santos elija sus funcionarios entre las personas conocidas, con quienes ha interactuado en la cotidianidad. Sin embargo, en el pasado esto no ocurría, o de ocurrir suscitaba inconformidad manifiesta. La representación regional en los más elevados cargos del gobierno era casi una exigencia. Por contraste, en la actualidad, el gabinete ha sido aceptado sin chistar; parece ser que el país se acostumbró al centralismo. Otro síntoma de la enfermedad.Desde hace mucho tiempo y cada vez con mayor énfasis, además de todo el aparato gubernamental, ejecutivo, legislativo y judicial, también se concentra en esa ciudad un número sustancial de las sedes de las empresas privadas. No conozco ninguna importante que haya decidido invertir en los últimos años en Colombia, cuya sede principal se haya establecido en la provincia. En Bogotá se captan el 60% de todos los depósitos bancarios y se otorgan el 50% de los préstamos. Es allí también donde se genera la mayor concentración de la contratación pública. Donde está el poder de las decisiones económicas que originan los contratos de servicios de mayor cuantía. No sorprende que los grandes bufetes de abogados, las firmas más importantes de consultoría, las mayores compañías de seguros y la mayor actividad financiera, cohabiten en la misma ciudad, son polos que inevitablemente se atraen.Colombia era un país de regiones fuertes, el Gran Cauca, Bolívar, Antioquia, Santander, etc., pero la tendencia progresiva es el debilitamiento de la periferia y la concentración del poder y el dinero en la Ciudad Capital. El ingreso por persona de los habitantes de Bogotá es cada vez más distante del que se registra en ciudades capitales de departamentos como Quibdó, Popayán o Pasto, para no continuar con la lista. Como diría el bolero, “la distancia entre los dos es cada día más grande”.El Gobierno Nacional promovió la Ley de Regalías, la cual pretende, como bien lo dice el Ministro de Hacienda, repartir la mermelada en la mayor parte de la tostada. Está bien que lo hagan y que de esta manera traten de disminuir las brechas económicas. Sin embargo, dista mucho de resolver el problema. Para menguar los efectos nocivos del centralismo, se requieren medidas que traspasen las fronteras económicas. Mientras subsista una concentración excesiva de poder y dinero en una sola ciudad, la diferencia con el resto será cada día más profunda.