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Lo que se avecina

La apuesta de China es que Estados Unidos está en decadencia y que ante una amenaza militar real no actuará, cediendo así a Taiwán y su hegemonía en Asia.

10 de octubre de 2021 Por: Alejandro Éder

Desde el 1 de octubre y durante varios días, China envió decenas de aviones de guerra a volar dentro del área de seguridad aérea de Taiwán, una amenaza militar innegable. Si bien no es la primera vez, nunca había sido tanta la muestra de poderío militar de China hacia Taiwán. En promedio enviaron 20 aviones diarios, y el lunes pasado fueron casi 60.
En Colombia y América Latina quizás solo observadores internacionalistas nos percatamos de este acontecimiento, y muchos ciudadanos quizás no ven cual sea la importancia para nosotros. Sin embargo, de seguir evolucionando de esta manera, las consecuencias geopolíticas pueden ser contundentes.

Para comprender las implicaciones de lo que está ocurriendo y sus efectos para nuestro país y región, es importante conocer algo de historia. El triunfo de la Revolución China en 1949 partió el país asiático en dos. Los comunistas victoriosos liderados por Mao Tse Tung se quedaron con el territorio continental y lo bautizaron la República Popular de China, mientras que los derrotados, liderados por Chiang Kai-shek se refugiaron en la pequeña isla a tan solo 160 kilómetros de la costa, y mantuvieron vivo el gobierno derrocado de la República de China, nombre oficial de Taiwán.

Taiwán entendió rápidamente que para sobrevivir como nación deberían lograr tres metas estratégicas. La primera, desarrollarse económica y socialmente, pues ello les permitiría ser fuertes militarmente y estar conectados con muchos países. Esta meta la lograron con creces y hoy tienen un PIB per cápita 3 veces mayor al de China. La segunda, volverse una democracia liberal exitosa, pues no sólo es el mejor tipo de gobierno para desarrollarse, también les permitiría estar en el exclusivo círculo de las naciones más potentes del mundo. Además, una teoría de las relaciones internacionales dice que las democracias más desarrolladas siempre defenderán otras democracias desarrolladas. De lo contrario, la supervivencia de todas se verían amenazadas.

La tercera, quizás la más importante, era ser aliado estratégico de Estados Unidos. Desde 1950 lograron cobijarse bajo el escudo americano en medio de la Guerra Fría y aún hoy permanecen como uno de un puñado de países con acceso para adquirir las armas más estratégicas del arsenal estadounidense. Además, han tenido y aprovechado acceso preferencial al mercado americano. El desarrollo y la mera supervivencia de Taiwán como una nación independiente de China son posibles gracias a esta relación estratégica. La apuesta de China es que Estados Unidos está en decadencia y que ante una amenaza militar real no actuará, cediendo así a Taiwán y su hegemonía en Asia.

Dicho todo esto, hoy tenemos una China poderosa económica y militarmente que es cada vez más segura y asertiva que parece haber descartado la reunificación pacífica con la isla, pues luego de lo ocurrido en Hong Kong, ni Taiwán ni China creen hoy en la propuesta ‘un país, dos sistemas’ que tanto se ha pedaleado.

El problema para nosotros es que este comportamiento sea una muestra de lo que será la postura de China a medida que se fortalece. En Colombia y América Latina tenemos democracias liberales imperfectas, pero son democracias y hay que preservarlas. Una China comunistas más asertiva no será una amenaza para nuestro modelo en 20 o 30 años, pero entendamos lo que se avecina para que prioricemos el desarrollo democrático, social y económico real de nuestra nación, y profundicemos los lazos con las democracias Estados Unidos, Asia y Europa Occidental. Es nuestra única defensa.
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