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Casi se pudo

Ahora que arrancamos la segunda vuelta, no perdamos el ejemplo de la campaña de Sergio Fajardo. Esperemos de los dos candidatos una campaña honesta, sin los excesos del populismo y sin la furia destructora de la polarización.

27 de mayo de 2018 Por: Alejandro Éder

Es una lástima para Colombia que Sergio Fajardo no haya llegado a la segunda vuelta de la contienda presidencial. En un momento en el que el país ha estado tan polarizado entre los pro-paz y los anti-paz, los de-pronto-corruptos y los quizás-pulcros, los que quieren unir y los que quieren echar gasolina a la lucha de clases, la campaña de Sergio hubiera sido un bálsamo para la democracia colombiana. Sin embargo, el ejemplo ya nos lo dio y hay importantes lecciones que se deben rescatar por el bien de Colombia y de nuestro sistema político.

La primera es que se desbancó la teoría que para lograr estar en la pelea política hay que acudir al clientelismo. No fue el caso de Fajardo; en su lugar hizo una campaña larga y paciente de caminar todos los rincones de Colombia para tocar la mayor cantidad de colombianos con sus propuestas sobrias y responsables. Quizás algunas de ellas eran tibias y para muchos les faltaba fondo. Pero lo que nos terminó enseñando el candidato profesor es que en ciertas ocasiones la forma de hacer las cosas es el fondo. Al final, lo único que le faltó a Fajardo fue un poquito más de tiempo para lograr los 250.000 votos que lo dejaron por fuera de la segunda vuelta, porque en su visión los votos ni se compran ni se venden.

Para muchos expertos, la única forma de contrarrestar la maquinaria es con populismo o con polarización. Esa fue otra hipótesis que fue desbancada por el candidato profesor. Por un lado, mantuvo su línea y no se desvió de hacer propuestas aterrizadas y honestas que contribuían al desarrollo de nuestro país sin acudir a apuestas irresponsables e incendiarias. Por el otro, se abstuvo de ataques personales a sus contendores, inclusive cuando hacían propuestas fuera de base o cuando aparentemente se confiaban de prácticas electorales cuestionables. Por su lado, seguía adelante explicándole a los electores la importancia de la educación para superar los problemas de la Nación y lo indispensable de ser honesto en la política.

Finalmente, lo que más nos debe quedar de Sergio Fajardo en el cierre de esta primera vuelta es su profundo respeto por las instituciones de nuestra democracia. Sin respeto por ellas, una democracia no prospera. Colombia con todo y sus defectos está donde está justamente porque tenemos instituciones fuertes. En Colombia hay cubertura universal en salud porque nuestras políticas de salud nacional así lo estipulan; más de 10 millones de personas pasaron a la clase media en 10 años porque nuestras políticas socioeconómicas funcionaron; no hay más Farc porque nuestras fuerzas militares vencieron; no hubo una tercera reelección de Uribe porque nuestra Corte Constitucional lo impidió; en Colombia un excomandante de una guerrilla revolucionaria fue alcalde de Bogotá, congresista y hoy está en la segunda vuelta presidencial porque nuestra democracia da garantías para ello.

Ahora que arrancamos la segunda vuelta, no perdamos el ejemplo de la campaña de Sergio Fajardo. Esperemos de los dos candidatos una campaña honesta, sin los excesos del populismo y sin la furia destructora de la polarización. Pero, sobre todo, a la hora de votar escojamos a quien va a proteger nuestra democracia. No perdamos de vista que para cambiar a Colombia no tenemos que destruir ni reemplazar nuestras instituciones; por el contrario, tenemos que respetarlas y recuperarlas con paciencia. Paso a paso, como proponía el profesor.