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Por fin los Llanos

Hace casi un siglo, en 1917, al llegar a Palmira los primeros...

13 de agosto de 2014 Por: Alberto Silva

Hace casi un siglo, en 1917, al llegar a Palmira los primeros planchones del tren del Ferrocarril del Pacífico recién inaugurado, lo primero que hicieron sus habitantes fue bajar las motoniveladoras y maquinaria agrícola transportadas desde Buenaventura, con las cuales comenzarían la moderna etapa de la agricultura vallecaucana.Cuando esto sucede, hacía 65 años que el ferrocarril había llegado a Brasil, Venezuela, Argentina, Chile y Perú. Enorme ventaja de desarrollo de esos países sobre el nuestro, explicable por la facilidad que tenían de bajar las locomotoras de los barcos en sus puertos, para acomodarlas sobre los rieles y polines y avanzar cómodamente por terrenos planos. En cambio aquí se logró a otro precio. La apertura de la vía férrea desde el puerto hasta el Valle del Cauca, se hizo sin muelles en medio de la manigua del Pacífico, fiebres palúdicas, ríos turbulentos y altitudes hasta de 2.000 metros al costo de muchas vidas. Por eso la alegría de los palmiranos con la llegada de aquella maquinaria. A las motoniveladoras fue a lo que primero echaron mano. Sabían su importancia en la comunicación con otros pueblos y esa herramienta era definitiva. Así que emprendieron con furor ese proceso y todos voltearon la mirada hacia el oriente, hacia el Huila y los Llanos Orientales, tierras de promisión como siempre han sido.El Concejo de la ciudad en 1926 destinó una comisión conformada por varios de sus miembros liderados por José María Silva Ríos y Francisco J. Guzmán, para viajar a pie hasta el otro lado de la Cordillera Central a la localidad de Palermo, cercana a Neiva, con el fin de establecer el trazado de la vía que uniría los valles del Cauca y el Magdalena para salir a los Llanos Orientales. La flamante expedición, parecida, guardadas proporciones, a las Livingstone y Stanley al África en el Siglo XIX, sólo contó con unos pocos mulares de carga para ser utilizados en algunos tramos; dos carabinas Winchester 44, machetes para abrir trochas, y escopetas con el fin de cobrar piezas de cacería para la alimentación durante el trayecto.Si aquellos concejales soñadores hubieran tenido a mano un Sistema de Posicionamiento Geográfico GPS, espantados se habrían dado cuenta del tamaño lío en que estaban metidos, entre páramos, cañones, ríos turbulentos y diversidad de selvas. Fue tal su obsesión por la tarea que todos la cumplieron a ley. Los miembros del Concejo de Neiva en pleno, vestidos de blanco y montados a caballo los recibieron con todos los honores. Algunos días después regresaron por las mismas brechas para salir a la hacienda El Tablón cercana a Pradera. El recorrido total les tomó un mes. De esto existe registro fotográfico.El proyecto de la conexión de Buenaventura con la Orinoquia en el tramo comprendido entre Palmira en el Valle y la localidad de Colombia en el Huila es un hecho que no tiene reversa. Leonidas Narváez, director de Invías, anunció la culminación de los estudios de la fase I del megaproyecto que la misma economía mundial ha impulsado. Ya no es el eterno cuento de acercarnos cada día más a Bogotá, se trata ahora de acercar la Orinoquia al Pacífico. En algunos años, no más de diez, las directivas de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, CCI, podrán tener su desayuno de trabajo en Palmira, para luego viajar por tierra a encontrarse en pocas horas almorzando con el Director Nacional de Invías en Neiva y si se apuran, ir a dormir plácidamente al pie de la Sierra de la Macarena en el Meta en horas de la tarde. Palmira está de plácemes, el viejo sueño de sus concejales de antaño comienza a ser realidad.