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El limbo del Occidente

Cualquier desprevenido espectador que se acerque al occidente del país y aprecie a simple vista su desarrollo, asombrado pensará que este es reciente pues nadie le ha explicado lo contrario

27 de noviembre de 2017 Por: Alberto Silva

Cualquier desprevenido espectador que se acerque al occidente del país y aprecie a simple vista su desarrollo, asombrado pensará que este es reciente pues nadie le ha explicado lo contrario. La generalidad de los visitantes así lo piensan. Siguen convencidos todavía que los hechos ocurridos en el territorio colombiano desde la Conquista hasta principios de la Independencia (300 años) solo se dieron en la cuenca del río Magdalena. Es decir desde Santafé de Bogotá río abajo hasta Cartagena. Pero no se preguntan sobre lo sucedido en la cuenca del río Cauca en ese mismo lapso.

Desde la Conquista, en la cuenca del río Cauca también empezó otro proceso similar al del Magdalena: derribo de montañas, fundación de ciudades, poblamiento, depauperación indígena, establecimiento de caminos y todo lo inherente a las colonizaciones hechas por la especie humana en todas partes del mundo con sus abusos permanentes como género contra la naturaleza.

Las causas del desconocimiento de lo que acá sucedía, están plenamente identificadas. Estas eran el analfabetismo y las distancias, que separaban a los habitantes de las dos cuencas. Por causa del primero no había quien registrara lo acontecido. Unos pocos apenas sabían leer y escribir, destinados por la corona a ocupar cargos oficiales por lo general en Santafé y por tanto estas tierras de aquí, las del Eje colonial del río Cauca, no les dolía. Por el lado de las distancias, la enorme Cordillera Central las separaba, conectadas durante más de tres siglos por dos absurdos caminos: el del Páramo de Guanacas al sur y el de Salento al norte.

Desde 1561 las costas occidentales de las américas quedaron conectadas a Filipinas y las Molucas por medio de la ruta del Galeón de Manila. Así la pimienta, clavos, canela y demás especias, quedaron más cerca de Colombia por la cuenca del Pacífico que por la del Atlántico, de ahí la riqueza del Occidente colombiano en gastronomía, cuyas especias después de la Conquista, empezaron a llegar a lo que es hoy Colombia de primera mano por el Eje colonial del río Cauca, (occidente colombiano), conformado por las ciudades del valle de los pastos y el de Pubenza, las del valle geográfico del río Cauca y sus vegas desde Cartago para abajo. Fue así su pasantía de tres siglos en que los nuevos habitantes y semovientes, sufrieron el rigor de la aclimatación al medio tropical incluida la mezcla de sus etnias.

En las áreas de las cuencas del Magdalena y la del Cauca al deforestarlas se plantaron toda clase de cultivos propios y foráneos. El de la caña de azúcar es el que más ha respondido desde el primer día de su desembarco en Santa Marta en 1525 con positivos resultados y beneficios agronómicos, sociales y económicos.

Ha acompañado al desarrollo de la nación desde un principio en casi todos sus pisos térmicos hasta el día de hoy. Testimonio de ello es la inmensa infraestructura de 20.000 trapiches paneleros y 13 ingenios azucareros que posee actualmente. El día que el conquistador Rodrigo de Bastidas sembró el primer estolón de caña en tierras samarias, al café le faltaban 400 años para intentar hacer lo mismo que la caña de azúcar como industria colonizadora.

El maltrato que dan algunas empresas procesadoras, mas no productoras de alimentos al gremio cañicultor colombiano, no se compadece con la gestión que desde siempre hace la caña de azúcar en favor del país por medio de sus cultivadores. Síntoma del limbo en que se encuentran sumergidos los PhD, Magister, Doctores en general y los millenials de esas empresas quienes desconocen su propia historia. Esto les lleva a patear a cada rato la ‘lonchera’, berreando cual niñas envidiosas regañadas.