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De un plumazo

Gustavo Petro en su ignorancia taurina, mandó al cuerno de la luna...

20 de junio de 2012 Por: Alberto Silva

Gustavo Petro en su ignorancia taurina, mandó al cuerno de la luna a la fiesta brava en Bogotá. Desde que en el Congreso de la República comenzaron a legislar sobre la fiesta brava de Colombia, en esta misma columna anunciamos la forma en que iría a terminar esto de la fiesta brava: ¡Con un plumazo!Los taurinos persisten en continuar con una fiesta brava, indudablemente bella pero anacrónica, hecha para una afición de hace un siglo, sin considerar que hoy a cien años de distancia se practica otra cultura muy diferente, cuyo público potencial es joven, y no está de acuerdo con la efusión de sangre y el maltrato a que puedan ser sometidos los toros, que entre otras, tienen especiales derechos concebidos por la Constitución. Este tipo de taurinos no admite modificación de la fiesta brava. Por esta misma razón, como bobitos, no consideraron siquiera la propuesta del alcalde Petro de eliminar la muerte del animal ante el público, para autorizarles el espectáculo en la Plaza de La Santamaría.En tanto, los antitaurinos, en el otro bando, tampoco admiten modificación de la fiesta brava; otros bobitos. Sólo aspiran a acabar con ella. En otras palabras: un diálogo de sordos. Para estos dos grupos de tercos, ahí les va otro ejemplo de modificación que podría hacerse a la fiesta brava, para que ésta persista y las nuevas generaciones accedan a los tendidos. Ojalá no sea demasiado tarde.La pica o puya: es la suerte más violenta. Consiste en una broca de acero encordelado de 8 centímetros de largo para aplicarla en la cruz del toro, donde lesiona severamente ligamentos, arterias, venas y nervios. Causa hemorragia profusa de sangre venosa y arterial. Al cortar con ella los ligamentos de ese sector, sucede algo parecido a lo que le ocurriría a un edificio si le seccionasen una viga de amarre: se cae, se derrumba. Los taurinos ortodoxos, sostienen que esta operación sirve para quitarle poder al toro. Si esto es así, entonces ¿por qué los ganaderos gastan tanto dinero en alimentos para darles fuerza a sus toros y luego quitársela con la suerte de varas y de paso, romperles la viga de amarre? Desde el kínder conocemos que la sangre lleva el oxígeno a todas las células del organismo animal para que pueda funcionar. El toro de lidia con hemorragia, pierde la visión, su movilidad se reduce y la oxigenación tan útil para el esfuerzo físico en la faena, se merma notablemente. Si a Lionel Messi le tomáramos apenas diez centímetros cúbicos de sangre antes de un partido, ¿aguantaría los 90 minutos de juego? Recuerde amigo lector: cuando usted va al laboratorio clínico para la toma de una muestra de sangre, lo primero que le ordena la enfermera es tomar asiento en un taburete para que no se caiga. Pues eso mismo le pasa al toro con la pica. La diferencia está en que en el ruedo no hay taburete para sentarlo, ni se sabe la cantidad de sangre que le sacan.La suerte de varas debe modificarse para quitarle fuerza al toro, sin efusión de sangre. Sería deseable un peto más flácido, para que la res pueda entrar mejor debajo del caballo y ‘romanear’ con él más tiempo, de tal manera que con su propio esfuerzo, el toro mismo se quite poder y además, utilizar una puya muy pequeña, que lo incite sólo a embestir. De esta manera se conservaría la suerte de varas y se la haría más atractiva al nuevo público.Increíble que por terquedad y miopía, se esté llevando a la extinción el bellísimo espectáculo de la fiesta brava. Vendrán otros plumazos para Cali y Manizales, en orden de alternativa.