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Apenas el comienzo

Desde el filo de la cordillera, José María Cabal le mostró a Antonio Nariño el esplendoroso cuadro que sería el teatro de sus siguientes operaciones guerreras.

3 de febrero de 2019 Por: Alberto Silva

Quienes crean que el aporte del valle geográfico del río Cauca a la causa de la Independencia de Colombia fue únicamente el narrado en la serie de artículos sobre el tema publicados hasta hoy en esta columna, se equivocan; su participación fue más contundente y apenas comenzaba.

Una vez llegaron en octubre de 1813 Antonio Nariño y José María Cabal a La Plata, Huila, situada a 1000 metros sobre el nivel del mar, se dispusieron a emprender la subida al páramo de Guanacas a 3520 metros de altura para caer sobre Popayán. Cabal es nombrado comandante de la vanguardia de aquel ejército de más de 2.000 efectivos. Iban a cumplir la proeza de trasmontar con esa cantidad de hombres por primera vez la Cordillera Central de los Andes, estratagema que imitaría Simón Bolívar 6 años después al trasmontar desde los Llanos Orientales el páramo de Pisba en la Cordillera Oriental, en idénticas condiciones para caer sobre Santafé y que los historiadores cundiboyacenses, costeños y venezolanos convirtieron en hazaña única, cuando esta ya había sido inventada por Nariño.

Pensar en el escenario de La Plata en diciembre, con una romería de combatientes de varios kilómetros de largo, con su bagaje de armas, carpas, munición, alimentos, arrierías con cientos de mulas y artillería, seguidos del contingente de mujeres acompañantes quienes entre todos superaban las tres mil almas, represadas en el pueblo haciendo cola para tomar el estrecho camino de herradura que conducía al páramo de Guanacas, arruga la mente más templada. Quien no lo crea vaya y compruébelo. Tome cualquier cómoda línea terrestre o aérea y ‘péguese la rodadita’ hasta La Plata. Allí observe la cuesta de la imponente Cordillera Central y si su nuca se lo permite, intente mirar hacia arriba e inicie a pie la subida de 40 kilómetros hasta el páramo, si es capaz.

El 31 de diciembre llegaron al otro lado, a lo alto del río Palacé en el costado occidental de la cordillera donde los esperaban las tropas realistas con 700 hombres. Con una carga del Batallón Cazadores de Cabal el combate se define a favor de los independientes y el realista Juan Sámano, que para ese momento se encontraba en Popayán, se desplaza hasta la población de El Tambo en espera de la llegada del coronel del ejército español Ignacio Asín, quien venía desde el Valle del Cauca en su auxilio.

Desde el filo de la cordillera, José María Cabal le mostró a Antonio Nariño el esplendoroso cuadro que sería el teatro de sus siguientes operaciones guerreras. Frente a ellos a la izquierda el ardiente valle del Patía, al centro y a sus pies, el valle de Pubenza donde florecía Popayán y a la derecha, el valle del río Cauca desde donde Joaquín de Cayzedo y Cuero había iniciado dos años antes la confrontación bélica de la Independencia, con participación de las rebeldes Ciudades Confederadas del Valle del Cauca en la Batalla del Bajo Palacé donde se libró el combate, sitio que alcanzaban a divisar desde allí.

El 1º de enero el Ejército de la Unión ocupó a Popayán. José María Cabal había salido de esa ciudad un año antes, tiempo en el que caminó y cabalgó más de 1400 kilómetros en el circuito Popayán - Cartago - Ibagué - Santafé - La Mesa - Purificación - Neiva - La Plata, volviendo así a la Ciudad Blanca, para clavar otra vez las banderas patrias en el territorio tantas veces por él disputado.

Sámano quien estaba en El Tambo, población cercana a Popayán, regresó el 7 de enero hasta la hacienda Calibío a pocos kilómetros del perímetro urbano. Esperaría allí a Nariño para dar una de las más trascendentales batallas de la Independencia colombiana.