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¿Reforma imposible?

En dos de mis últimas columnas me he referido a...

12 de septiembre de 2012 Por: Alberto José Holguín

En dos de mis últimas columnas me he referido a la necesidad de reformar el Congreso, haciendo cosas tan importantes como su revocatoria, para luego pasar a convertirlo en unicameral, limitando el número de sus miembros a un máximo de cien, suprimiendo las suplencias para que los indignos no puedan ser sustituidos y estableciendo condiciones exigentes para quienes deseen integrarlo y sanciones fuertes para quienes no merezcan pertenecer a él. Tanto el poder Judicial como el Ejecutivo son harina de otro costal que, aunque con defectos, no han hecho crisis por lo que hay que ser claros en que la reforma que millones de colombianos deseamos es la de dignificar el Congreso, cuya imagen está por los suelos. La ciudadanía tiene derecho a ser escuchada por ser el constituyente primario y la forma de hacerlo es encuestándola con preguntas sencillas que sean comprensibles para todos pues se supone que somos, al fin y al cabo, el máximo poder decisorio.Cuando se nos llenó la copa con la absurda ley de reforma a la Justicia, en la cual las ramas Judicial y Ejecutiva fueron cómplices, vino una espontánea reacción popular de repudio que puso a temblar todos los estamentos, hasta el punto de que legal o ilegalmente los pecadores se asustaron y la metieron al congelador. Por eso es preocupante que esa reacción ciudadana haya ido desapareciendo porque los políticos se encargaron de enredarla al ponerse a hablar de asamblea constituyente, plebiscito, movimiento estudiantil y otras figuras que a la hora de la verdad no servirán de nada ya que, sin repudio masivo, caerán en las manos del mismo Congreso que naturalmente es enemigo de auto reformarse.Una de las maneras de demostrar la irresponsabilidad de nuestros legisladores es recordando que Colombia, con 42 millones de habitantes, tiene más senadores que Estados Unidos que tiene una población de un poco más de 300 millones. Aquí son 102 y allá 100. Mientras que el Valle del Cauca tiene 8 senadores, en Estados Unidos hay sólo dos por cada uno de los 50 estados, no obstante que hay algunos como California, Nueva York, Texas, Massachussets, Illinois, Pennsylavania, Ohio y otros, cuyos indicadores socio económicos son muy superiores a los de Colombia. Y otra, que es aún peor, es que de esos 102 ‘Padres de la Patria’, elegidos hace sólo 2 años, ya han sido destituidos o inhabilitados 6. No hay derecho. Y para completar el baile tenemos 166 representantes a la Cámara de los que hay más de 30 investigados o detenidos. Qué vergüenza. Me duele pensar que el trato correcto para dirigirse a ellos sea el de ‘Honorable’. Un senador de los Estados Unidos gana US$14.108 mensuales, (unos 26 millones de pesos), cantidad inferior a lo que con sus prebendas reciben nuestros sufridos y sacrificados parlamentarios, así Juan Manuel Corzo haya tenido la desfachatez de afirmar, cuando era presidente del Senado, que con lo que él ganaba no le alcanzaba para tanquear el segundo vehículo que le fue asignado por el Congreso.Es muy complejo saber qué debemos hacer. Pero hay que hacer algo. Hay que encontrar la forma de reformar el Congreso para que lo vuelvan a integrar personas serias, responsables y respetables. Puede que esto tome mucho tiempo, años y más años, pero a la larga hay que lograrlo. Y si no me toca a mí no importa. Lo que importa es que Colombia se salve y les toque a las futuras generaciones.