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Mi candidato a Papa

Dos de las cosas que enamoran de San Francisco de Asís...

27 de febrero de 2013 Por: Alberto José Holguín

Dos de las cosas que enamoran de San Francisco de Asís son su sencillez y manera de ser. Y a nivel de la Iglesia, algo similar ocurrió en las últimas décadas con Juan XXIII (1958-63) y Juan Pablo II (1978-2005). En el Concilio Vaticano II, el primero insinuó su forma de pensar pero, por su corto pontificado, no tuvo tiempo de hacer los cambios que deseaba, aunque alcanzó a dar un vuelco a algunas tradiciones, especialmente litúrgicas. Y Juan Pablo II, con su inigualable carisma, movió al mundo y tuvo enorme influencia en las grandes decisiones políticas que le tocó vivir. Lástima que por ser tan conservador no aprovechó la oportunidad de modernizar la Iglesia, cuando la juventud lo veneraba.En estos días se escuchan opiniones que postulan y descabezan candidatos a diestra y siniestra. Y generalmente lo hacen teniendo en cuenta los cargos que los purpurados ocupan o las conveniencias políticas que representan. Por eso, entre otros, se habla tanto de cardenales italianos como Angelo Scola, arzobispo de Milán de 71 años; Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, 78; Giuseppe Bertello, gobernador de la Ciudad del Vaticano, 70; Giuseppe Betori, arzobispo de Florencia, 66; y Francesco Moraglia, patriarca de Venecia, 59. Y también de cardenales extranjeros como el austríaco Christoph Schoenborn, 68 años, arzobispo de Viena; Odilio Scherer, 63, arzobispo de Sao Paolo; el ghanés Peter Turkson, 64, presidente del Concejo Pontificio para la Justicia y la Paz; el argentino Jorge Bergoglio, 66, arzobispo de Buenos Aires; y el filipino Luis Tagle, 55, arzobispo de Manila. Pero mi candidato es otro: Estanislao Dziwisz, doctor en filosofía y teología, hombre leal, humilde y preparado, nacido en la aldea polaca de Raba Wyzna en 1939. Ordenado sacerdote en 1963 por Karol Wojtyla, entonces obispo auxiliar de Cracovia, y nombrado por este su secretario personal en 1966, cargo que desempeñó hasta 2005.La vida de don Estanislao, como se le conocía en el Vaticano, es ejemplo de lealtad. Fue él quien informó a Wojtyla su nombramiento como cardenal en 1967; quien lo acompañó al cónclave en que lo eligieron papa en 1978, adoptando el nombre de Juan Pablo II; quien en 1981 lo recibió en sus brazos cuando cayó herido por las balas de Alí Agca; y quien esa misma tarde le impuso los santos oleos, ceremonia que repitió con tristeza 24 años después, el 31 de marzo de 2005, cuando ya no había ninguna esperanza. Al morir el pontífice a los 2 días, don Estanislao oraba a su lado. Como homenaje poco común fue escogido para que colocara un velo en la cara del Papa cuando cerró su ataúd por última vez.Es también ejemplo de humildad. Aunque fue nombrado obispo en 1998 y arzobispo en 2003, no tomó posesión de ninguna sede, sino que siguió sirviendo al Santo Padre; y a pesar de que durante el pontificado de este fue tal vez la persona más influyente del Vaticano, siempre conservó su bajo perfil. A los 2 meses de morir el Papa, Benedicto XVI lo sacó de la Curia romana nombrándolo arzobispo de Cracovia. Y sorpresivamente lo hizo cardenal en 2006.Este es el tipo de papa que la Iglesia necesita. Y aunque sus posibilidades son mínimas, es mi candidato por su sencillez, humildad y preparación. Y porque sus 39 años al servicio directo de Juan Pablo II lo hacen el cardenal de mayor experiencia en los principales y complejos asuntos del Vaticano.