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¿Legalizar la droga?

Casi nada de lo que voy a escribir es nuevo, pero es...

20 de julio de 2011 Por: Alberto José Holguín

Casi nada de lo que voy a escribir es nuevo, pero es verdad. A nivel mundial la guerra contra el narcotráfico está perdida y sólo sirvió para fomentar la corrupción. Y a nivel colombiano fue la causa de casi todos nuestros males. Como la historia se repite, recordemos que en 1920 John D. Rockefeller Jr., un hombre muy influyente y obsesionado por el tema, logró que se aprobara la Décima Octava enmienda a la Constitución de 1789 prohibiendo el consumo de alcohol en los EE.UU. Lo que ocurrió como consecuencia de esta decisión, ilusa pero de buena fe, fue un total desastre. Surgieron los gángster, se acabó la tranquilidad, muchos mafiosos se enriquecieron y cantidades de personas inocentes murieron. Doce años después Rockefeller reconoció en el New York Times que se había equivocado, que la prohibición era un fracaso y que la enmienda constitucional debía ser derogada, lo que afortunadamente se hizo.Y ahora volvamos a Colombia. A comienzos de los años 70 Ernesto Samper, quien no es santo de mi devoción, pero sí persona inteligente que entonces era el presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, propuso la legalización de la droga. Además de ganarse el disgusto de Washington, le cayeron rayos y centellas de todas partes porque, como en el caso de Rockefeller, los dirigentes colombianos, también ilusos y de buena fe, pensaron que esa idea era absurda y que había que acabar la droga declarándole la guerra. El resultado fue nefasto. Poco tiempo después empezó el reinado de los grandes capos que se hicieron multi millonarios llevándose todo por delante y no respetando nada. Carlos Ledher fue el primero y después Gonzalo Rodríguez Gacha, José Santacruz, Pacho Herrera, Pastor Perafán, Fabio Ochoa, Iván Urdinola, los hermanos Rodríguez Orejuela, y, por supuesto, Pablo Escobar que fue el verdadero rey de semejante manada de facinerosos que envenenaron y asesinaron a millares de inocentes con tal de lograr sus ambiciosos propósitos. Desaparecidos todos los anteriores y cuando se pensaba cantar victoria, el país se dio cuenta de que nada se había solucionado pues habían surgido otros narcos de perfil más bajo pero igualmente peligrosos y fatales como ‘Chupeta’, ‘don Diego’, ‘Jabón’, ‘El Alacrán’, ‘don Berna’, ‘Arcángel Henao’, ‘los Mellizos’, ‘los Comba’ y paro de contar porque se me acaba el espacio. Y así seguirá indefinidamente mientras la droga sea el mejor negocio del mundo para quienes tienen la audacia de arriesgarlo todo y no respetar nada con tal de enriquecerse de la noche a la mañana. Porque aunque tarde o temprano mueran en su ley o lo pierdan todo al ser apresados, sus posibles sucesores están listos para reemplazarlos. ¿Debe seguir la guerra contra la droga a pesar de que está demostrado su fracaso? ¿O será el momento de pensar seriamente en su legalización? Tomar la decisión es difícil, pero, como algo práctico, debería escogerse entre dos males el menor. Hoy día hay muchos drogadictos a pesar de la prohibición y puede que su número aumente con la legalización. Pero las víctimas inocentes disminuirían y casi desaparecerían porque los carteles de la droga dejarían de existir desde el momento en que no sean un fabuloso negocio. Ocurriría lo mismo que con el alcohol. Muchos se auto destruyen y hasta mueren víctimas de él, pero las matanzas ocurridas en la época de Rockefeller se acabaron.