El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Mundo

Artículo

Y después de Fidel, ¿qué viene ahora para Cuba?

Raúl Castro entró en la recta final de su mandato. ¿Soplarán vientos de democracia? Esto es lo que prevén los analistas.

4 de diciembre de 2016 Por: Redacción de El País

Raúl Castro entró en la recta final de su mandato. ¿Soplarán vientos de democracia? Esto es lo que prevén los analistas.

Ya lo confirmó Raúl Castro: “el 24 de febrero de 2018 me retiraré de la presidencia de Cuba”.  El fin del castrismo es inminente. Entonces, ¿qué futuro  le espera a la isla?

Hay que tener en cuenta un asunto: Raúl Castro anunció que dejará la presidencia de la isla, pero seguirá al frente del Partido Comunista, el órgano rector del poder político. Raúl representa la primera Secretaría del Partido, y preside el Consejo de Estado y de Ministros. Así  que tras su  renuncia a la presidencia del gobierno no se mantendrá a la sombra del poder;  en realidad seguirá al frente.

“Por eso  el escenario en Cuba no va a cambiar con la sucesión de Raúl. Para mí, en un 95 % no  va a pasar nada en lo concerniente a la política y a las libertades individuales”, sospecha  Pedro Pablo Aguilera, cubano residente en la ciudad  y  director del Departamento de Humanidades de la U. Santiago de Cali.

Mauricio de Miranda Parrondo,  profesor titular del Departamento de Economía de la Javeriana y director del Centro de Estudios sobre la Cuenca del Pacífico y del Centro de Pensamiento sobre Asia y Pacífico de la Universidad,  considera, sin embargo, que así Raúl Castro conserve su posición en el Partido Comunista, hay que tener en cuenta su edad. A los 85 años, ¿llegará a 2018 con capacidad para gobernar?

“Asumiendo que así sea, lo que pase a partir de ese año depende de lo que ocurra  en 2017, que será el primer año de Cuba sin Fidel. Su sombra aún ejercía una gran influencia en los asuntos estratégicos. Hasta el momento, los cambios en Cuba han ido a paso lento y su impacto en el nivel de vida  no es significativo, aunque sí lo es la diferenciación social que ha generado la posibilidad de apertura de ciertos negocios privados que, sin embargo, no se les permite a la mayor parte de las profesiones universitarias. El principal problema que persiste en la vida de  los cubanos es una insuficiencia crónica de ingresos para garantizar la satisfacción de sus necesidades elementales”.

Igualmente, continúa De Miranda, es importante resolver un interrogante más para intentar descifrar qué pasará en Cuba sin el castrismo: ¿la salida de Raúl  se dará al mismo tiempo de la  de los otros altos dirigentes de su generación? (José Ramón Machado Ventura, el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, Esteban Lazo, el general Leopoldo Cintra, entre otros...)

“Podrá suceder algo parecido a lo que ocurrió en China cuando Deng Xiaoping decidió abandonar el Buró Político del Partido Comunista y creó la Comisión Central de Asesoramiento, que él presidía y que estaba integrada por los ancianos notables que mantuvieron una alta influencia. Es decir: mientras Raúl Castro, José Ramón Machado  y Ramiro Valdés vivan y estén mentalmente claros, van a conservar su  influencia en quienes dirijan el país”. 

Para 2018 Raúl Castro tendrá 87 años, Machado Ventura (actual segundo secretario del Comité Central) 88 y Ramiro Valdés, 86. En la actualidad ellos, junto a Miguel Díaz Canel  (58 años en 2018, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros) y Esteban Lazo (74 en 2018) son las cinco principales figuras políticas en Cuba. Esto dejaría a Díaz Canel como virtual heredero de Raúl, con la experiencia y la energía suficientes para asumir la dirección de la isla, dice  Mauricio De Miranda Parrondo.

En todo caso, así Raúl siga influyendo en las decisiones que se tomen,  algunas cosas pueden cambiar en Cuba. Entre las posibles reformas económicas se debe tener en cuenta, eso sí,  la variable Donald Trump y su política hacia Cuba. Hoy la isla, dice Pedro Pablo Aguilera, es considerada como una gran oportunidad de inversión para los empresarios estadounidenses; en Cuba falta prácticamente todo. 

“Hay que esperar entonces si lo que prima en la política Trump es un criterio económico, o vamos a volver a la   línea dura.  Sería una torpeza política de Trump levantar de nuevo las barreras económicas. Pero con este hombre y con un senado y una cámara  republicanos, las posiciones se van a endurecer”. 

 En ese sentido Arturo López-Levy, profesor en la Universidad de Texas, considera que “si lo que Trump propone es un ambiente de hostilidad, el sistema cubano se va a atrincherar y es posible que cambios que se ven como  necesarios hoy, se pospongan.  Cuba tiene un estado de seguridad nacional, enfocado  en la resistencia nacionalista a las políticas coercitivas de Estados Unidos que  Obama empezó a desmontar. No creo entonces que las reformas económicas y el proceso de liberalización política se detengan pues son funcionales a los objetivos de desarrollo y resistencia del Estado cubano, pero no es ocioso recordar que la lógica fundamental que mueve los cambios no es económica, sino política, y específicamente de seguridad. Dentro de ese entendimiento, se vislumbra una Cuba más orientada al mercado,  en interacción con el mundo exterior, más plural”.

Y agrega: “De los últimos pronunciamientos de Raúl Castro se infiere que  en la esfera económica van a ocurrir  cambios notables.  La unificación monetaria y una real descentralización, por ejemplo, se originan en necesidades de complementariedad con los cambios ya efectuados en la estructura de propiedad y en la actitud hacia los mercados”.

Levy considera que, entre otros asuntos, Cuba debe  asumir institucionalmente la pluralidad creciente de su sociedad, constreñida por el unipartidismo.  Deben haber cambios dentro del régimen unipartidista como la adopción de límites de mandato,  descentralización, afianzamiento del poder civil sobre el militar.  Sin embargo, un abandono del unipartidismo no se vislumbra sin una crisis sistémica, en la que la población se rebele contra el status quo, el gobierno no la pueda controlar y  la oposición articule una respuesta viable y atractiva al pueblo y los sectores relevantes de la política cubana. “Pero no me parece probable.  Las casi seis décadas de enfrentamiento entre las políticas imperiales-coercitivas de EE.UU y el nacionalismo cubano han producido una oposición desarticulada, con más sentido de lealtad y responsabilidad hacia Miami y Washington que hacia la Cuba profunda.  No es algo de que alegrarse, pero es una realidad”.

El profesor Mauricio de Miranda concluye, además, que de momento, no es posible saber si después de la salida de Raúl se mantendrá la  línea castrista o se iniciarán  las reformas. 

“Si la sucesión ocurre en vida de Raúl y con  los miembros de la ‘Vieja Guardia’ en posiciones clave, se mantendrá la línea que  han impuesto. Si los sucesores acceden al poder con alto grado de libertad por la desaparición física o salida del juego de todo el actual liderazgo histórico, se abre un  signo de interrogación porque solo en ese momento se destaparán las  cartas de cada cual y no sería descartable una lucha interna por el poder como ocurrió tras la muerte de Stalin en 1953 en la  Unión Soviética o Mao en China en 1976”.

Lea también: "Se vislumbra una Cuba más orientada al mercado", Arturo López – Levy

 

AHORA EN Mundo