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Ucrania sigue dividida y la reconciliación luce lejana

Ni las elecciones han podido calmar los ánimos separatistas en Ucrania. Ciudades de Donetsk y Lugansk siguen con la rebeldía

31 de mayo de 2014 Por: Patricia Lee | Enviada especial a Ucrania

Ni las elecciones han podido calmar los ánimos separatistas en Ucrania. Ciudades de Donetsk y Lugansk siguen con la rebeldía

Ucrania esperaba que el resultado de las elecciones presidenciales del 25 de mayo trajeran paz y reconciliación, pero la semana posterior fue una de las más sangrientas, con cien muertos en enfrentamiento entre las fuerzas de Kiev y los rebeldes de la República Independiente de Donetsk por el control del aeropuerto local, y con 14 soldados ucranianos muertos tras ser derribado el helicóptero en el cual se transportaban.Mientras que las nuevas autoridades empiezan a limpiar la plaza Maidán y la avenida Kreschatik en el centro de Kiev, que hasta las elecciones parecía un museo de la guerra al aire libre, colección de carpas, cocinas populares, tanques, cascos, llantas y escudos, en Donetsk, que hasta hace poco conservaba su calma provincial, esta semana la guerra estalló con toda su intensidad. De un día para el otro, aparecieron cada vez más hombres armados circulando por las avenidas, signos de combate en calles y en barrios cercanos al aeropuerto, toque de queda, refugios antiaéreos, almacenes sin productos y una ciudad que se va vaciando, aprovechando que el domingo es el comienzo oficial del verano, y que termina la temporada escolar.Es que la esperanza de que las elecciones garantizaran la unidad del país no se concretó. Casi nadie votó en las regiones de Donetsk y Lugansk. “No tenemos nada que ver con las elecciones de un país vecino”, dijo a esta corresponsal Klavdia Kulbatskaya, la vocera de la nueva República Popular de Donetsk. Un país que se desliza hacia la guerraTras las muertes de esta semana en el aeropuerto, crece la preparación para la guerra por parte del gobierno de Kiev y de las repúblicas de Lugansk y Donetsk, que proclamaron su independencia en el referendo del 11 de mayo, y que, el sábado 24, dieron un paso más hacia la división del país, anunciando la creación de una nueva formación estatal llamada Novorossia, en abierto desconocimiento al nuevo presidente Poroshenko.Por su parte, el gobierno de Kiev decidió el jueves fusionar la Guardia Nacional, el nuevo destacamento creado para reemplazar a la policía y al ejército, cuyos miembros se han negado a disparar contra la gente, con los batallones privados Donbass y Dniepr financiados por el millonario gobernador de Dnipropetrovsk Igor Kolomoiski, “para conducir actividades anti subversivas y antiterroristas”, según comunicado. Esta suerte de grupos paramilitares privados han sido los responsables de la mayor parte de los enfrentamientos en Donetsk y Lugansk. “La creación del batallón Donbass como parte de la Guardia Nacional es un ejemplo de cooperación efectiva entre ciudadanos patriotas y autoridades públicas”, declaró un asesor del Ministerio del Interior.Del lado rebelde, en Donetsk es cada vez más notoria la presencia de chechenos venidos de Rusia, si bien el gobierno de Vladimir Putin retiró sus tropas de la frontera y niega cualquier intervención oficial.Los desafíos de PoroshenkoPoroshenko, que se posesionará el fin de semana, recibirá un país al borde de la guerra civil y tendrá la tarea más difícil en 23 años de vida independiente de Ucrania: revivir la economía en bancarrota, buscar algún tipo de negociación con las regiones de Donetsk y Lugansk que proclamaron la independencia, o intentar derrotarlas militarmente, terminar el proceso de integración a la Unión Europea y, por consiguiente, a la alianza militar occidental, tratando al mismo tiempo de contener a Rusia.Para Dmitri Trenin, del Centro Carnegie de Moscú, las elecciones fueron positivas porque marcaron el fin de la primera fase de la crisis ucraniana. “El país tiene un presidente legítimo que será seguido de elecciones parlamentarias y una nueva constitución. Todavía no hay una guerra civil generalizada y Ucrania todavía se sostiene. Existe una base para reconstruirla tomando en cuenta las diversidades regionales, étnicas y culturales”, dice. “Por ahora, Rusia no ha intervenido militarmente y ha dicho que está dispuesto a negociar con el nuevo gobierno, para asegurarse de que Ucrania no ingresará a la Otan, le dará espacio a la lengua y la cultura rusa, y pagará sus cuentas con Gazprom”, agrega. Sin embargo, los interrogantes son enormes. En primer lugar, el tema de la federalización del país. “Cada Presidente ucraniano ha apoyado al oriente o al occidente del país, pero nunca ha habido un líder que puedan considerar presidente de todas las regiones en igual medida”, escribe el analista Gergy Bovt en The Moscow Times de Moscú. “Aunque la exigencia rusa de federalización parece haber desaparecido, es muy difícil que Ucrania tenga un futuro sin ella. Pero no está claro cómo se va a incrementar, al mismo tiempo que se adelantan reformas económicas muy impopulares”, continúa el analista. Además, la nueva Constitución debilita la institución presidencial, dándole más poder a la Rada o parlamento, cuyas elecciones deberán realizarse en los próximos meses, con el inconveniente de que Poroshenko no tiene ningún partido que lo apoye. En Moscú se discuten distintas variantes, desde un acuerdo tripartita entre Rusia, la Unión Europea y Ucrania, que permita al país participar de los dos bloques económicos, hasta variantes de que coexistan en el mismo país dos sistemas comerciales distintos. Sin embargo, esto parece muy difícil de lograr.Según Aleksei Poltorakov, de Kiev, “la idea de que Ucrania haga parte de los dos bloques no es real. Ucrania es un estado unitario con una sola política exterior, comercial y aduanera”.Falta, además, que Rusia confirme su reconocimiento de Poroshenko como legítimo presidente. Si bien Putin habíadicho que Moscú aceptaría la voluntad del pueblo ucraniano, parece que en los círculos del Kremlin existen distintas posiciones. Hace pocos días, el asesor presidencial Serguei Glasev, dijo que las elecciones eran “la legitimación de un régimen ilegal, orientado contra Rusia y totalmente corrupto”. Lo peor está por venir. El gobierno ya empieza a aplicarlas duras medidas que exige Europa para acomodar la economía ucraniana. El jueves, el gabinete de ministros subastó 38 minas en Donetsk para ahorrar costos, al tiempo que ya se anunciaron los aumentos en las tarifas de energía y la congelación de salarios y jubilaciones, con una devaluación del 50% en lo que va del año.Rusia mira al este y Ucrania al oesteEl mundo cambió después de los hechos en Crimea, en Ucrania. En los centros de poder se revisan las viejas estrategias y se reemplazan por otras nuevas. Como dice Trenin, “Estados Unidos ha reclasificado a Rusia, pasándola de socio a enemigo, colocándola en la misma categoría que Irán”. Rusia, por su parte, también ha reorientado su política, como lo mostró la firma del acuerdo de provisión de gas a China por 30 años por US$400.000 millones y la firma de la Unión Euroasiática con Kazajstán y Bielorrusia. La crisis ucraniana, con el país dividido en dos mitades, una que mira al occidente y otra que mira al oriente, parece haber provocado el mismo efecto en los dos grandes polos de poder mundiales: el euroatlántico, con Estados Unidos y Europa, y el Asia Pacífico, donde la alianza de Rusia y China va a ser un importante desafío hacia adelante.

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