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Lenín Moreno, candidato del oficialismo y Guillermo Lasso, representante de la oposición. | Foto: El País l AFP

ECUADOR

Segunda vuelta tiene ‘hirviendo’ el ambiente electoral en Ecuador

Basándose en algunos análisis, los corrillos quiteños prevén la caída del ‘Correísmo’. El exbanquero Guillermo Lasso tendría más posibilidades de crecer de cara a la segunda votación.

26 de febrero de 2017 Por: Elpais.com.co

Ecuador es un hervidero. Aunque el oficialista Lenín Moreno se ha caracterizado por un estilo conciliador, esta semana, luego de que el Consejo Nacional Electoral estableciera la necesidad de una segunda vuelta para determinar quién será el próximo presidente del país, el candidato del ‘Correísmo’ desafió a su rival a un debate público invitándolo con una frase más propia del protocolo de una pelea callejera: “Ahora es usted y yo...”

Y su opositor, el candidato de derecha y exbanquero Guillermo Lasso, se mostró dispuesto elevando la voz a la hora de aclarar que las cláusulas del encuentro no podrán ser establecidas por ninguno de los dos: “… Un debate no en mis condiciones ni tampoco en las de él, sino en las condiciones que planteen los organizadores del debate”, ya sea la prensa dijo.

Entonces Ecuador hierve: ese debate será uno de los tantos rounds que tendrá la pelea entre los dos modelos antagónicos, hasta que el próximo 2 de abril una nueva votación permita saber cuál sucederá el estilo de Rafael Correa en el poder.

Aunque lo previsible era el continuismo, tras el largo conteo de los comicios del domingo pasado, Moreno (exvicepresidente de Correa entre 2007 y 2013) se quedó con un 39,35 % de los votos válidos, insuficientes para llegar a la Presidencia. Puesto que para ganar en primera vuelta necesitaba un 40 % de los sufragios y una diferencia de diez puntos porcentuales sobre el segundo candidato.

Por eso es que habrá otra vuelta electoral, o ‘balotaje’, como la llaman en el vecino país: el 28,10 % de los votos válidos del fueron para el exbanquero Lasso.

Lea también: Continuidad del 'correísmo' tambalea en segunda vuelta en Ecuador

El hervidero es porque ahora el ‘Correísmo’, con esos números, ya no se siente tan seguro del triunfo como antes de las elecciones. En los últimos días, de hecho, el corrillo de las calles y las premoniciones conjuradas en cafés y tabernas, han venido coincidiendo en que llegó la hora del relevo.

Opiniones robustecidas a partir de varios análisis que también coinciden al considerar que en este momento, la oposición, encarnada por partidos de derecha y descontentos con la gestión de Correa, podría hacer un frente común, a pesar de que llegó dividida a estos comicios.

“Ni Moreno ni Lasso lo van a tener fácil, pero Lasso tiene más espacios para alcanzar el 50 %. Ese era el análisis de Alianza País (el partido oficialista) y por eso quería ganar en primera vuelta”, enfatiza por ejemplo Santiago Basabe, politólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Moreno representa el continuismo con un sistema que combina un disparado gasto social con altos impuestos y elevado endeudamiento, frente al modelo de Lasso, expresidente y accionista del Banco de Guayaquil, partidario de fomentar la inversión extranjera y bajar los impuestos para estimular el consumo y la producción nacional.

“Los dos van a tener que hacer un ejercicio de apertura política. Moreno va a plantear una campaña antioligárquica, dirigida a cuestionar la agenda neoliberal de Lasso, y Lasso tendrá que proponer una agenda social más amplia”, dice el politólogo Franklin Ramírez.

Tras el giro hacia la derecha en Argentina, Brasil y Perú del último año, el resultado de la segunda vuelta en Ecuador podría suponer un nuevo revés para la izquierda latinoamericana, que quedaría arrinconada en la Venezuela de Nicolás Maduro y la Bolivia de Evo Morales.

“Hay una nueva derecha, pero cavernaria, totalmente entregada al norte. Lasso va a atentar contra la integración regional, se va a cuadrar con los países hegemónicos, ha dicho que va a firmar tratados de libre comercio”, dijo Correa este miércoles.

Cara y sello

Moreno, la ficha del movimiento oficialista para prolongar el ‘Socialismo del siglo XXI’ que el presidente Rafael Correa impuso en Ecuador, es de hablar pausado y sonrisa fácil. Es más, el mismo Correa lo ha calificado como “afable y conciliador”. Tanto así que se prevé que en caso de llegar al poder, citará a un diálogo con sectores enfrentados con el correísmo en la última década. Moreno sufre una paraplejía consecuencia de un disparo que le propinaron en un atraco del que fue víctima en 1998 y sería el primer ecuatoriano con discapacidad en asumir la jefatura de Estado.

Licenciado en Administración Pública, con estudios de medicina y psicología, es abanderado de las causas sociales. Casado y con tres hijas, Moreno nació en la localidad amazónica de Nuevo Rocafuerte hace 64 años.

En campaña, el oficialista se mostró siempre abierto al diálogo, ‘de mano extendida’, pero comprometido con el modelo económico de Correa, basado en elevado gasto social y endeudamiento, a pesar de la debacle de los precios del petróleo, principal causa del deterioro económico que vive el país. Su trabajo como vicepresidente siempre tuvo alto nivel de aceptación, lo que le valió ser nominado al premio Nobel de la Paz de 2012 y nombrado secretario general adjunto de la ONU para la discapacidad.

En la otra esquina está Guillermo Lasso: exministro de Economía, sin título universitario y exgobernador de la provincia de Guayas (suroeste) en el gobierno del derrocado Jamil Mahuad (1998-2000). Representante de la derecha conservadora y aspirante por segunda ocasión a la Presidencia. En 2013 intentó llegar al poder pero fue derrotado en primera vuelta por Correa, quien le achaca ser uno de los tantos responsables de la crisis bancaria de 1999 que derivó en la dolarización de la economía, el congelamiento temporal de depósitos y la migración de cientos de miles de ecuatorianos.

Lasso nació en Guayaquil (núcleo comercial del país) en una familia de clase media. Casado, padre de cinco hijos y con 61 años de edad, se define como un “emprendedor” y muchos le atribuyen también un conservadurismo en cuestiones sociales.

Pero el candidato combate esa mala atmósfera recordando las huellas de su historia personal: trabajó desde los 15 años de edad, llegó a ser presidente del Banco de Guayaquil, abandonó temprano sus estudios universitarios de Economía y desde el 2012 se dedicó de lleno a la política. “Vamos por el cambio” es su lema. El exbanquero promete la creación de un millón de empleos en cuatro años.

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