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¿Qué le espera a EE.UU. con la 'batalla' entre Donald Trump y Hillary Clinton?

Mientras el republicano representa un populismo sin antecedentes en EE. UU., pero conectado con una masa inconforme, la demócrata busca perfilarse como estadista.

8 de mayo de 2016 Por: Gerardo Quintero Tello | Jefe de Cierre de El País.

Mientras el republicano representa un populismo sin antecedentes en EE. UU., pero conectado con una masa inconforme, la demócrata busca perfilarse como estadista.

Tal vez no haya una mejor manera de entender la sorpresa que significa que el magnate neoyorkino, Donald Trump, lidere las esperanzas de los conservadores estadounidenses de volver a la Casa Blanca que lo que le sucedió esta semana al columnista político del Washington Post Dana Milbank.

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En un escrito del 2 de octubre del año pasado, Milbank aseguró que Trump, quien se había lanzado a las primarias republicanas cuatro meses atrás, sería arrasado por cualquiera de sus 16 rivales y que si eso no ocurría, él simplemente se comería su columna.

Pues bien, a Milbank le tocó, el pasado jueves, anunciar en su columna que el 12 de mayo un chef de Washington le preparará varios platos a base de papel periódico “y yo los comeré todos”, dijo.

Y es que contra todo pronóstico, aquel que ayer consideraban un payaso, más digno de figurar en un reality show que en un listado de posibles sucesores de Barack Obama, se ha convertido en el único aspirante conservador en carrera y en el virtual candidato republicano con miras a las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

¿Pero cómo un hombre que comenzó su campaña anunciando la construcción de un muro en la frontera con México, que advierte que impedirá la entrada de musulmanes a EE. UU., que dice que el calentamiento global es un invento de los chinos y que amenaza con expulsar a todos los latinos ilegales que hay en su país, se transformó en la carta republicana para enfrentar a la demócrata Hillary Clinton?

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El analista internacional Enrique Serrano tiene una explicación y es que a pesar de que el establecimiento republicano tradicional  mira con escepticismo la candidatura de Trump, ha terminado por aceptarla como la más viable, frente al discurso demócrata de Clinton, que es esencialmente de continuismo con respecto a Obama.

“Aunque Trump no es el candidato del mundo, sobre todo porque Europa lo aborrece, e incluso los dirigentes en muchos países del mundo lo ven con un marcado escepticismo, representa muy bien a una parte del electorado norteamericano, sobre todo a la gente que habita los estados centrales, los grandes estados agrícolas y donde hay una cultura más simple y menos desarrollada e integrada con el mundo exterior”, enfatiza Serrano.

Y es Segolene Royal, la ministra francesa de Medio Ambiente, quien mejor describe las expectativas europeas frente a lo que sucederá en noviembre en Estados Unidos. “No solamente Francia, sino el mundo entero desea de todo corazón la victoria de Hillary Clinton. Me niego a considerar un triunfo de Trump, sus declaraciones son dramáticas”.

Pero, entonces, cabe preguntarse, ahora que el camino está despejado, qué tan factibles son las posibilidades de que el hombre de negocios logre dar el batacazo y pase por encima de la dinastía Clinton, que a pesar de los esfuerzos de su rival Bernie Sanders, tiene la mesa servida para estar presente en las elecciones de noviembre.

De 59 encuestas que ha seguido el portal Real Clear Politics desde el 1 de julio del 2015 al 4 de mayo del 2016, solamente en seis le ganó Trump a Clinton por un estrecho margen. 

“Lo mejor que le puede pasar al Partido Republicano ahora es que gane Trump la elección interna y sea claramente derrotado en la elección general como lo fue George McGovern en 1972. Luego de eso, y solo luego de eso, con los radicales del Partido del Té y Trump derrotados, los moderados e institucionales puedan recuperar el partido para volver a sus bases, a sus principios y valores para volver a convertirse en una fuerza política que representa algo más que las iras de una crisis que ya está pasando. Esto es la democracia en acción”, dice el analista político de CNN en Español y profesor de la Universidad George Washington, el ecuatoriano Roberto Izurieta.

Sin embargo, el politólogo e internacionalista de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo, tiene otra visión y considera que no todo está dicho porque en política cualquier cosa puede ocurrir. Jaramillo recuerda los casos de Fujimori, en Perú, y de Rafael Correa, en Ecuador, quienes inicialmente no representaban ningún peligro para los candidatos del establecimiento y terminaron dirigiendo los destinos de sus países. 

“En términos de campaña lo que se viene es una polarización, como lo que ocurrió en Francia cuando llegó a la segunda vuelta Jean Marie Le Pen con Jacques Chirac. El hecho de que existiera la posibilidad de que Francia tuviera un presidente de extrema derecha unió a muchos apáticos e hizo que la izquierda terminara votando por Chirac, eso es lo que creo que puede llegar a suceder en Estados Unidos”, explica el analista.

Una percepción similar tiene Javier Leonardo Garay, profesor-investigador de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, quien considera que Trump refleja claramente el ascenso de un populismo radical, molesto, poco preparado, que no logra moldear ninguna propuesta sólida sino que le apunta a cualquier cosa que las mayorías quieran escuchar. Pero es allí, reconoce Garay, donde precisamente Trump ha sido hábil, pues ha explotado los peores temores de una masa obrera descontenta y un electorado blanco conservador, que considera a los negros e inmigrantes como sus principales obstáculos de progreso.

“Ahora bien, las encuestas demuestran que a Trump no le alcanzaría, pero él ha demostrado una y otra vez sobreponerse a los peores vaticinios. En estos últimos días ha comenzado a suavizar su discurso, a acercarse más a los hispanos, de hecho publicó una foto comiéndose un taco, no sabemos si en últimas vaya a lograr superar la barrera que tiene, pero por ahora las encuestas muestran que Clinton ganaría”, sostiene Garay.

Hillary tiene a su favor su experiencia como exsecretaria de Estado, sus relaciones internacionales y la percepción de una mujer seria, brillante, sensible a problemáticas sociales de su país. Ella, sin embargo, también representa  todo aquello que una gran parte del electorado estadounidense aborrece hoy día. Hace parte del ‘american establishment’, cercana a los ‘depredadores’ de Wall Stret, representa la vieja política tradicional y hace parte de la casa Clinton, que viene sonando hace más de 30 años en el país.

Trump es un ‘outsider’, un personaje nuevo en política y nunca ha ocupado un puesto público, que con un discurso populista incendiario ha logrado tocar el alma de un gran electorado blanco, deficiente en educación, pobre en ingresos e inseguro, que ve en el magnate la redención del orgullo americano.

El analista James Thurber, del Centro de Estudios Presidenciales y Parlamentarios de la American University, dice que “sus votantes vienen de esa derecha enojada, tienen la impresión de haber sido abandonados y que el Estado y los empresarios son sus enemigos”.

En medio de una campaña violenta, en la que tres cuartas partes de los estadounidenses dicen estar decepcionados de sus políticos, lo peor no ha terminado. La guerra entre Trump y Clinton promete ser más dramática que la del reciente filme ‘holliwodesco’ Batman Vs. Superman. Nada está dicho, aunque algunos como Dana Milbank, el columnista del Washington Post, preferirían que todo terminara ya.  “Esos platos con papel periódico serán deliciosos. ¿Pero otros seis meses de Trump? Eso requerirá una bebida fuerte para pasar el trago” .

ColombiaInge Helena  Valencia, jefe del Departamento de Estudios Sociales de la Icesi,   advierte que un  triunfo de Trum podría tener un efecto en el apoyo de EE. UU. al proceso de paz. "Creería que  con  Trump se restauraría el componente militar del Plan Colombia y se afectaría  negativamente el proceso  y las políticas que se pueden generar pensando en el posconflicto"

(Con apoyo de la Agencia AFP).

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