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¿Por qué quieren sacar a Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil?

Los escándalos de corrupción que salpican a la mandataria, con crisis económica y social, llevaron a la gente a la calle a pedir su cabeza.

23 de agosto de 2015 Por: Alda Mera, reportera de El País.

Los escándalos de corrupción que salpican a la mandataria, con crisis económica y social, llevaron a la gente a la calle a pedir su cabeza.

¿Por qué quieren sacar a Dilma, si acaban de votar por ella en octubre pasado? Ese es  el dilema de los brasileños ante  la crisis política, social y económica que padece el país y que  parece superar al gigante suramericano. El domingo pasado, 900.000 personas salieron a las calles de 250 ciudades  pidiendo la cabeza de su presidenta. Es la tercera y mayor protesta en seis meses al grito de ‘¡Fuera Dilma!’, reclamando su renuncia, nuevas elecciones o el ‘impeachment’ (juicio político) de la exguerrillera de 67 años que aún no cumple ocho meses en su segundo mandato. La politóloga Luciana Manfredi, docente e  investigadora  de la Universidad Icesi,  resume  los  detonantes del momento     social, económico y político. El  social, dice ella,  es una  pobreza y desempleo crecientes, asociados a un estancamiento económico derivado de la recesión de 2008, que cortó  ese auge  que traía Brasil a principios de la década del 2000, en el que  todo América Latina crecía entre el 8 o 9 % sostenido. Esta contracción económica se refleja en la inequidad social medida a través del coeficiente GINI (indicadores de  equidad de distribución del ingreso). “En la curva de Lorenz (gráfico para mostrar la distribución de la renta en una población) Brasil  ocupa una posición mucho peor de la que la que ocupaba a principios del milenio”, afirma Luciana Manfredi. Y en lo político, explica esta especialista  en marketing político,  es que al interior del Partido de los Trabajadores, PT,  que es el de la presidenta Dilma, “han salido a la luz muchas controversias, problemas de corrupción en manejos de recursos públicos, clientelismo y nepotismo en los cargos públicos”. Se refiere al escándalo  de la petrolera Petrobras, que salpica al PT  y a varios de sus socios en la coalición de gobierno. El diario O Globo, el más importante de Brasil,  publicó al menos 50 exejecutivos, empresarios y políticos que se confabularon  para amañar licitaciones con sobornos, se enriquecieron y financiaron partidos, incluido el izquierdista PT. El diputado opositor Aloysio Nunes Ferreira cuestionó  que “el escándalo de corrupción en Petrobras es el mayor en la historia de Brasil, el volumen de recursos desviados y la presidenta Dilma, que ocupaba posiciones estratégicas en el gobierno de Lula Da Silva desde 2003, como   ministra de Minas y Energía y jefe de Estado Mayor, entre otros, que le permitían tener acceso a información, ¿nunca se dio cuenta de algo extraño? Es la pregunta que se hace Brasil”. De ahí que, reveló a El País, dos declaraciones la comprometen en la investigación  sobre el uso de fondos derivados de la corrupción en Petrobras para las campañas  del PT, el partido de Lula y Dilma: un empresario confesó que donó 7,5 millones reales (moneda brasileña) US$2,1 millones, para la campaña de Dilma 2014.  Otro dijo que entregó en efectivo US$10,5 millones o $3 millones a la sede del PT en Sao Paulo. El momento es tan crítico, que el senador oficialista, Humberto Costa, del PT, reconoció a El País, vía telefónica, que “estamos viviendo una importante crisis”. No obstante, aclaró que “en estos últimos días tuvimos un cambio de expectativas:  en lo político hubo manifestaciones de apoyo a la permanencia de la Presidenta, de parte de sectores empresariales, de movimientos sociales y políticos”, pero admitió que “también hubo grandes manifestaciones en la calle en contra del Gobierno”. A su modo de ver, lo peor de la crisis política se está disipando. “Estamos intentando lo más importante, que es poder consolidar nuestra paz política en el Parlamento. Es nuestro principal problema ahora porque la crisis política  alimenta la crisis económica”, comentó. Sobre si es apresurado pedir la renuncia de Rousseff, Luciana Manfredi dice que “sí y no”, porque es cierto que apenas lleva seis meses, pero es el segundo mandato. “En ese orden de ideas, ella representa la continuidad de su propio  gobierno anterior,  porque entre ella y ella no hubo nadie más. Entonces no es tan precipitado, esto viene gestándose lentamente, estalló y convulsionó todo”. El escándalo que la salpicaCosta enfatizó que el Gobierno y el PT han dado todo el soporte a la realización de las investigaciones para aclarar el escándalo de Petrobras. “En ningún momento el Gobierno ha intentado poner dificultad para ello. Lo que esperamos es que se haga lo más rápido posible para que las personas que sean culpables sean detenidas, pero que las  que sean inocentes y no tengan nada qué ver con este proceso,  prueben su inocencia. Creo que muchos habrán de ser inocentes”. Sobre si Dilma  sabía o no de los sobornos, Costa puntualizó: “No hay denuncias hasta ahora que establezca una vinculación del expresidente y la presidenta con estos actos de corrupción”. Rousseff dirigió el consejo de administración de Petrobras entre 2003 y 2010, pero no ha sido acusada de ningún delito. Pero  sí se le señala  de manipular las cuentas públicas y de financiar su campaña electoral con fondos ilegales, investigación que podría conducir a un ‘impeachment’. “No creo que ella renuncie”, opina Luciana, porque en el siglo XXI  la posibilidad de golpe de estado es remota, el contexto internacional ya no lo permitiría. “Lo primero que sucedería es que  la OEA expulsaría a Brasil, ya no estamos en los años 70, cuando  una movilización social podía lograr  un golpe de estado. Solo podría generar la renuncia o la renuncia, pero no le veo mucha voluntad e igual sigue teniendo el apoyo de Lula y el PT”. Para el historiador británico Kenneth Maxwell,  un ‘impeachment’ representaría un retroceso. “Dilma puede sobrevivir porque las alternativas también son malas. Y hasta los que desean verla fuera, al final, preferirían una presidenta debilitada a que integrantes del Congreso controlen el país”, dijo al diario O Globo. “El problema es que quien sucedería a Dilma sería de un partido como el PMDB, involucrado en escándalos” de corrupción, explicó Maxwell: los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, ambos del PMDB, el mayor aliado del PT en la coalición, son investigados. Los analistas celebran que Rousseff haya permitido a la justicia y a la Policía avanzar en la investigación, que ya puso en la cárcel al tesorero del PT y exjefe de gabinete del expresidente Lula da Silva, y a importantes empresarios. “Aunque debilitada y su partido salpicado, Rousseff ha garantizado la independencia de las instituciones. Esos son trazos de una democracia sólida”, destacó el politólogo y catedrático Michael Mohallem. “En el empresariado y en la élite existe la idea de que la salida de Dilma sería aún peor”, estimó Perfeito. La prensa brasileña parece coincidir: primero publicó un fotomontaje con la cabeza de Rousseff en una bandeja, ahora defiende en editoriales que ella termine su mandato. Peor la cura...Analistas brasileños advierten “tener cuidado con los deseos porque pueden hacerse realidad” y la salida de Dilma, puede costar caro a esta potencia  que conquistó con dificultad la estabilidad en estos 20 años. “Está bien que la gente salga, proteste y hasta  pida la salida de la presidenta, pero ¿para poner a quién? El presidente de la Cámara Baja (Eduardo Cunha) es investigado por corrupción y  no hay nada concreto contra Dilma”, dijo André Perfeito, economista de  Sao Paulo. Cunha es el enemigo más pode- roso de Rousseff en el Congreso y, como presidente de la Cámara de Diputados, tiene la llave para dar luz verde a un  proceso de juicio político. El expresidente  Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) sugirió a Rousseff que haga un “gesto de grandeza” renunciando o  haciendo un mea culpa de los errores de su gobierno. Pero la cura puede ser peor que la enfermedad: “El ‘impeachment’ puede ser un remedio muy amargo y los efectos colaterales muy penosos” y “traumáticos”, advirtió a la AFP el politólogo y catedrático Michael Mohallem. Economía, a la bajaLa economía brasileña está de capa  caída: 2015 se  contraerá 2, 01 % y 2016, 0, 15 %,  según el último pronóstico de los analistas; la inflación  alcanzará el 9, 32 % este año y generará un efecto inercial en el que los precios escalarán un 5, 44 %; el desempleo  subió,  los salarios han caído y  el real ha perdido un cuarto de su valor frente al dólar.  Según las proyecciones recogidas  por el Banco Central,  por primera vez prevén que la caída del PIB no se agotará en 2015. Las estimaciones consolidan el clima negativo que reina en la séptima economía del mundo, que cerró 2014 con una magra expansión del 0,1 % y está recorriendo su quinto año de actividad baja.

 

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