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Oposición y chavistas, la batalla apenas comienza en Venezuela

El pulso entre la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia por los diputados del Amazonas, que por ahora ganó el oficialismo, fue el primer round de la que será una larga disputa política.

17 de enero de 2016 Por: Juan Francisco Alonso | Corresponsal en Caracas

El pulso entre la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia por los diputados del Amazonas, que por ahora ganó el oficialismo, fue el primer round de la que será una larga disputa política.

Si no tenemos mayoría en la Asamblea, seguramente aquí va a haber un conflicto de poderes”. La advertencia la hizo Diosdado Cabello dos semanas antes de las elecciones del 6 de diciembre, en las cuales el chavismo perdió por primera vez en 16 años el control del Parlamento.  Y  en los últimos días los venezolanos han comprobado que el segundo hombre fuerte del oficialismo no bromeaba. La nueva Asamblea Nacional, dominada por la oposición,  tiene doce días de instalada y ya estuvo a punto de ser liquidada en la práctica por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el cual, ante la negativa de la directiva del cuerpo de cumplir su decisión de suspender a tres diputados de Amazonas, cuya elección sus rivales oficialistas afirman estuvo plagada de irregularidades, la declaró  en “desacato”. También  tachó de “nulos absolutamente” todos los actos que había adoptado y los que podría tomar  en el futuro mientras los objetados no fueran desincorporados. “Los 112 diputados (opositores) van a seguir trabajando, la sentencia es una sentencia absolutamente política (…) No existe forma alguna de que esa sentencia se pueda ejecutar”, replicó el segundo vicepresidente del Parlamento, José Simón Calzadilla, lo que hizo creer que el choque de poderes que todos en Venezuela esperan se produjera de una vez, pues desde el oficialismo aseveraron que el presidente Nicolás Maduro no acudiría el viernes a presentar su informe de gestión a los legisladores, por considerar que estaban  “incapacitados”. No obstante, la mayoría opositora en un giro inesperado decidió el miércoles pasado desincorporar a los legisladores impugnados. El jueves el TSJ consideró que “cesó” el desacato y el chavismo anunció que el Mandatario acudiría al Capitolio Federal a rendir cuentas. La crisis superó. Sin embargo, juristas y politólogos dudan que el problema haya sido resuelto y, por el contrario, creen lo que ocurrido esta semana es apenas el preludio de los  choques que vendrán. “Este es el primer round de muchos que vendrán”, aseguró el analista John Magdaleno, tras agregar:  “El Gobierno parece forzado a buscar neutralizar  la Asamblea, no solo por el tamaño de la derrota que sufrió el 6 de diciembre, sino porque la oposición buscará desde ella legislar para intervenir en la crisis económica y reforzarse mediante el control sobre el Ejecutivo”. En similares términos se pronunció el presidente de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, quien señaló que  “aquí no hay ninguna sorpresa, el conflicto institucional estaba previsto, porque un Gobierno que tiene un alto control de los demás poderes públicos previsiblemente los utilizaría para neutralizar al que ya no controla, para así blindarse”. ¿Quién ganó? Para el constitucionalista Rafael Chavero la decisión de la oposición a primera vista puede parecer una derrota, pero no lo es.  “La oposición compró tiempo, prefirió mantener abierta la Asamblea para tratar de impulsar sus leyes, en particular las sociales y económicas, las cuales el Gobierno seguramente objetará directamente o con el TSJ, por interpuesta parte”, apuntó el jurista. Chavero señaló además que  “leyes como de la amnistía seguramente serán anuladas por la Sala Constitucional, pero con ello el chavismo se irá deslegitimando y así el planteamiento del cambio de Gobierno irá ganando fuerza”. No obstante,  no descartó que antes los parlamentarios modifiquen tanto la conformación actual del TSJ como la de los otros poderes.Magdaleno también cree que la desincorporación de los diputados fue un repliegue estratégico de la oposición.  “La mayoría opositora evaluó las consecuencias de mantener a los diputados o retirarlos y consideró que con el retiro ganaba ahora, porque podía seguir adelante y tratar de impulsar su agenda social”, dijo, tras  advertir sobre los riesgos de este precedente.   “Así como suspendieron a tres diputados quién dice que no harán lo mismo con otros cinco o seis. El objetivo del chavismo es cercenar la mayoría opositora”, añadió y de hecho, ayer fue impugnada la elección de  otro diputado ante el Tribunal. Y las palabras que el jefe de la bancada oficialista, Héctor Rodríguez, pronunció el miércoles también confirman esta tesis; “La Mesa de la Unidad Democrática   puede legislar, lo que no tienen es la mayoría absoluta que ellos quieren (…) Ahora, con 109 son mayoría simple (…) Serían una mayoría simple, eso es lo que son”.  Las afirmaciones del legislador no son ciertas, pues la Constitución venezolana prevé dos tipos de mayorías calificadas: la de 2/3 partes (111 diputados) necesaria para reformar la Carta Magna, designar a los rectores del Consejo Electoral, al Fiscal General y a otros funcionarios o para aprobar leyes orgánicas. Y la otra es la de 3/5 (100 diputados), exigida para aprobarle poderes especiales al Jefe del Estado.  La oposición, por su parte, sostiene la  tesis  de que la suspensión de los diputados dejó el quórum del Parlamento en 163 y que por eso siguen teniendo la primera mayoría. Apuesta arriesgada Para los analistas la apuesta del chavismo es peligrosa, debido a la grave situación económica que atraviesa el país, con una inflación que, según especialistas cerró en 270 % en 2015 (el Gobierno dice que fue del 108,7 %); y una escasez de casi  70 %. “El riesgo más grande es la creciente convulsión social (…) En un escenario de agravamiento de la crisis, el bloqueo a cualquier alternativa de cambio puede llevarnos a una crisis de gobernabilidad”, alertó Magdaleno, quien recordó que hasta el primer semestre del año pasado la organización Observatorio Venezolano contabilizó 76 intentos de saqueo y 56 saqueos. En similares términos se pronunció León, quien dijo: “El Gobierno busca minimizar su derrota y para ello abusa de su poder, con lo cual ya nadie habla de que perdió por más de dos millones de votos; pero además busca cohesionar a los suyos y evitar la previsible pérdida de más simpatizantes”.  Sin embargo,  no descartó que el Ejecutivo busque incentivar la conflictividad para así “reprimir y reafirmar su control social”. Ecos del discurso Cordiales, sarcásticos, críticos y francos. El viernes, el presidente Nicolás Maduro y el jefe parlamentario Henry Ramos Allup se permitieron bromas, carcajadas y reprimendas entre iguales en su primer frente a frente en la Asamblea.  Portando una banda tricolor alusiva a la bandera venezolana y el collar de Simón Bolívar, el Presidente rindió cuentas de su gestión y presentó un decreto de emergencia económica para enfrentar lo que calificó como una crisis económica “catastrófica”. “¡No, no y no!”, gritó y manoteó Maduro cuando amenazó con bloquear cualquier iniciativa opositora de privatización. Ese fue el único momento en que se exaltó, en una jornada en la que se guardaron las formas y el rigor del protocolo. Tras ser recibido con honores, el Presidente saludó sonriente al jefe legislativo, un férreo antichavista que, para indignación de los oficialistas, sacó del Parlamento los retratos de Hugo Chávez y del libertador Simón Bolívar, este último resultado de una exhumación ordenada por el fallecido líder. Maduro, sin dejar pasar la oportunidad para recordar el incidente, le entregó a Ramos una carpeta con “información complementaria” sobre la imagen de Bolívar. Después de escucharlo por tres horas, Ramos zanjó la postura opositora con humor y desparpajo en 30 minutos. “Ustedes me citan continuamente, para bien, para mal y para peor, pero les agradezco la cuña”, ironizó. “A mí los griticos no me desbalancean, yo tengo kilometraje”, respondió a las barras oficialistas que se desgañitaron cuando  dijo que el retrato que defiende el chavismo para “amulatar a Bolívar no es el rostro del Libertador”. El veterano diputado aprovechó la presencia del ministro de la Defensa, el general Vladimir Padrino, para advertir: “El abuso no fue retirar las imágenes sino colocarlas(...) Desde 1811, nadie había colocado aquí una imagen de un presidente, ni vivo ni muerto”. 

 

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