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Juegos Olímpicos de Invierno avanzan en medio del miedo al terrorismo

Tras la amenaza de los terroristas del Cáucaso, las autoridades rusas han rodeado a Sochi de un “anillo de acero”, con más de 40.000 hombres.

9 de febrero de 2014 Por: Patricia Lee | Corresponsal de El País

Tras la amenaza de los terroristas del Cáucaso, las autoridades rusas han rodeado a Sochi de un “anillo de acero”, con más de 40.000 hombres.

En medio de estrictas medidas de seguridad, se inauguraron el viernes los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, con la presencia del presidente ruso Vladimir Putin. Cerca de 2500 deportistas competirán por los oros olímpicos en los picos nevados de las montañas del Cáucaso, uno de los lugares más inestables de Europa, con el temor de que las amenazas terroristas realizadas por la insurgencia del Norte del Cáucaso, se vuelvan realidad.Los Olímpicos siempre se realizaron en ricos países europeos o en Estados Unidos y Japón. Para Rusia, un país que vive en invierno la mayor parte del año, cuyos deportistas siempre ganan los primeros lugares en las competencias mundiales, era casi una cuestión de honor convertirse en la sede de las tradicionales competencias invernales.Más allá de las competencias deportivas, en donde Rusia se juega el honor de sus atletas, para el país también son una gran apuesta. Alexei Malashenko, del Centro Carnegie de Moscú, cree que “la seguridad de los Juegos se ha convertido en una cuestión de prestigio político para Rusia”, ya que se mide “su capacidad de responder a uno de sus desafíos internos más grandes que tiene”. Más aún, los Olímpicos son un desafío personal para el presidente Vladimir Putin, pues los Juegos serán su oportunidad para demostrar que las largas guerras libradas en el Cáucaso desde 1990 en adelante han dado sus frutos, y que el Kremlin es capaz de controlar y gobernar estas indómitas montañas. El explosivo CáucasoCuando todavía están frescos los atentados terroristas de diciembre que dejaron 34 muertos en la ciudad de Volgogrado, las autoridades han rodeado a Sochi, una ciudad balnearia de clima subtropical sobre el Mar Negro, de un “anillo de acero”, con más de 40.000 hombres, que no permiten la entrada a nadie, salvo a los portadores del “pasaporte olímpico”. Portaviones de Estados Unidos vigilan desde la costa, atentos a evacuar a sus atletas y turistas en caso de necesidad.Es que las Olimpiadas se disputan en el territorio politicamente más inestable de Europa, donde se libra desde hace más de veinte años una guerra, abierta a veces y larvada otras, entre la insurgencia islámica y las fuerzas de seguridad rusas. Y ahora, evitar atentados terroritas en Sochi es todo un desafío personal para Puttin. Al ser electo en el año 2000 como presidente, el ex espía de la KGB prometió a los ciudadanos que los atentados terroristas no se volverían a repetir. Pero la realidad fue que nunca se cometieron tantos atentados terroristas como bajo su gobierno: la toma de rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú en 2002 que terminó con 170 muertos; el asalto a un colegio de Beslán, Osetia del Norte, en 2004, con más de 370 víctimas, la mayoría niños; los atentados terroristas en el metro de Moscú en 2010 y en el aeropuerto de Domodedovo en 2011.Muchos de los atentados fueron cometidos por las “viudas negras”, mujeres hijas, hermanas o viudas de rebeldes asesinados por las fuerzas de seguridad rusa en el Cáucaso.En los últimos diez años, la rebelión de Chechenia se extendió por todas las repúblicas musulmanas del Cáucaso. En 2007, bajo la conducción de Doku Umarov, se formó el Emirato del Cáucaso, que propone unir a las repúblicas musulmanas en una sola entidad territorial, bajo la ley islámica o sharia. Ahora, ya no se trata solo de una demanda de independencia política, sino de una radicalización religiosa, que se une con el fundamentalismo islámico de Afganistán y el Medio Oriente, y que tiene contactos muy cercanos con Al Qaeda.Lo más preocupante es la radicalización y extensión de la insurgencia. Jean-François Ratelle, de la Universidad George Washington, señala que desde 2008, se observa un cambio en el interior del Emirato del Cáucaso, con los rebeldes daguestaníes ganando fuerza frente a los chechenos, como se reflejó en el hecho de que los atentados de Volgogrado fueron reivindicados por los daguestaníes.Esto representa un riesgo mayor de ataques terroristas, pues “los nuevos líderes han dejado claro que su lucha y su violencia será contra todos los que sean vistos como enemigos del islam y de la jihad salafista global”. El blanco está en cualquier lugarEn julio, Doku Umarov amenazó con atacar las Olimpiadas, por considerar que son “danzas satánicas sobre los huesos de nuestros ancestros”. Después vinieron los atentados en Volgogrado, y una serie de ataques en otras ciudades del Cáucaso, que siguen un patrón preocupante: el asesinato de civiles y la colocación de bombas explosivas, que estallan cuando los servicios de seguridad se acercan a investigar el crimen.En los días previos al inicio de las Olimpíadas, el Kremlin distribuyó la foto de cuatro supuestas “viudas negras”, una de las cuales habría podido superar los controles e ingresar a Sochi, aunque luego las autoridades lo negaron. En un video publicado en un sitio web de Daguestán, dos jóvenes amenazan con “un regalo” para los turistas durante las Olimpiadas, para vengar los asesinatos de musulmanes en todo el mundo y no solo en el Cáucaso.Si bien se cree que Sochi es casi inexpugnable, no se puede excluir la posibilidad de un ataque en otro lugar, como en los trenes u otros medios de transporte, o en otras ciudades rusas. Más aún, cuando, en los últimos tiempos, la rebelión del Cáucaso se ha valido de rusos nativos convertidos al islam, que cometen los ataques suicidas gracias a su posibilidad de pasar inadvertidos a través de los controles policiales.Más allá de las Olimpiadas, el problema es si estas contribuyen a pacificar la región, o si profundizan la violencia. Según un informe del Grupo Internacional de Crisis, una ONG que dedicada a promover las salidas pacíficas, “las Olimpiadas son el principio de un ambicioso y arriesgado plan para desarrollar el turismo en el norte del Cáucaso, en especial en Daguestán y Chechenia, las repúblicas más afectadas por el conflicto armado”. Sin embargo, el informe advierte que los Juegos han provocado lo contrario. “La preparación para los Olímpicos significó la aplicación de medidas de mano dura en el norte del Cáucaso que pueden exacerbar la situación, antes que calmarla. En Daguestán, los intentos de adelantar el diálogo con las corrientes más moderadas han sido reemplazados por una oleada de represión contra los musulmanes fundamentalistas”, agrega.

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