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Jerusalén, ¿al borde de una nueva espiral de violencia?

Se teme que el conflicto político y territorial entre israelíes y palestinos se convierta en uno religioso. Analistas no ven cerca una salida negociada. Tensión.

17 de noviembre de 2014 Por: Sal Emergui | Corresponsal de El País en Medio Oriente

Se teme que el conflicto político y territorial entre israelíes y palestinos se convierta en uno religioso. Analistas no ven cerca una salida negociada. Tensión.

El violento verano de la Franja de Gaza ha dado paso a un invierno con efectos inflamables en Israel y Cisjordania. Con más fuerza que nunca, el término ‘Tercera Intifada’ aparece como previsión real.La ola de atentados palestinos, que en tres semanas ha provocado más víctimas israelíes (6) que en los últimos dos años, los enfrentamientos entre jóvenes de Jerusalén Este y fuerzas de seguridad israelíes y las hostiles relaciones entre el jefe de Gobierno, Benjamín Netanyahu, y el presidente palestino, Abu Mazen, dejan a Jerusalén al borde de una nueva espiral de violencia.El peligro, atizado por extremistas de ambos lados, es que el conflicto político y territorial se convierta en uno religioso. Básicamente debido a la sensible situación en torno a un recinto muy especial: la Explanada de las Mezquitas (para el Islam, el tercer lugar más importante) o Monte del Templo (para los judíos, también sagrado porque allí sitúan el templo destruido hace más de dos mil años).Mientras Netanyahu reitera que Israel “mantiene el status quo” en el Monte del Templo y acusa a Abu Mazen y grupos islamistas de “incitar a la violencia” en Jerusalén, los palestinos y Jordania denuncian la “provocación de extremistas israelíes tolerados por su Gobierno” en Haram El Sharif (Explanada de las Mezquitas).La imagen de bloques de hormigones en accesos de las estaciones del tranvía de Jerusalén tras dos atentados-atropellos cometidos por palestinos vale más que mil palabras para reflejar la inseguridad e incertidumbre que reinan en esta ciudad desde hace semanas. Tensión de alto voltaje que ha llevado, entre otras razones, al secretario de Estado norteamericano, John Kerry, a visitar la zona y organizar una importante e inusual cita a tres bandas.La cumbre tripartita celebrada el pasado jueves en Ammán busca ser la potente manguera diplomática que sofoque el incendio de Jerusalén. La reunión entre el rey Abdalá II de Jordania, Netanyahu y Kerry no solo se centró en calmar los ánimos en Jerusalén, sino en explorar vías para reanudar el proceso de paz entre israelíes y palestinos. Hoy, parece una quimera. Incluso, el siempre incombustible y optimista Kerry cede a la realidad: “Ahora no es el momento para que las dos partes se reúnan de nuevo”.Kerry y el rey Abdalá II —unidos en el intento de conseguir un acuerdo definitivo de paz que además contribuya a los intereses de sus países— se topan con dos obstáculos. Primero, la coalición derechista de Netanyahu no parece dispuesta a satisfacer las condiciones palestinas para volver a la mesa de negociaciones: liberación de presos y parálisis de la construcción en las colonias en el territorio ocupado por Israel en la guerra del 67. Todo lo contrario si nos atenemos a los últimos anuncios de construcción de Israel.El otro obstáculo es la decisión que parece irreversible de Abu Mazen de poner todas sus cartas en la vía unilateral internacional. “Sí, iremos este mes a la ONU”, repitió esta semana en alusión a su plan de exigir al Consejo de Seguridad de la ONU un calendario detallado que marque el fin de la ocupación de Cisjordania y la creación de un Estado independiente con Jerusalén Este como capital.En el barrio palestino de Isawiyah (Jerusalén), nadie cree que la ONU sea la solución. Tampoco las negociaciones de paz con Israel. La alternativa es, por tanto, la lucha armada. Para el joven Wisam, la creación de un Estado palestino no es tan importante ahora como “la defensa de Al Aksa”. “Extremistas israelíes han entrado en nuestro santuario. Debe saber que los musulmanes estamos dispuestos a morir para defender las mezquitas. Todos aquí queremos ser Shahid (Mártir)”, promete a este diario antes de taparse la cara y convertirse en un manifestante más encapuchado y con el torso destapado que lanza piedras y cóctels molotov contra las fuerzas de seguridad israelíes.La Policía de Jerusalén —reforzada de forma espectacular en las últimas semanas con agentes del resto del país y la asistencia aérea de globos de vigilancia— suele responder con material antidisturbios e incursiones en el barrio para realizar redadas. Desde julio, más de 800 palestinos han sido arrestados por participar en el lanzamiento de piedras, cóctels molotov o petardos contra agentes y civiles israelíes. Muchos de ellos fueron liberados por ser menores de edad.Más allá de la causa política palestina y la religiosa de Al Aksa, los jóvenes de estos barrios orientales de la ciudad se encuentran en un vacío. Por un lado, tienen documento de residencia israelí, pero denuncian marginación por parte de las autoridades municipales. Por otro, no están bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como sus “hermanos” en la vecina Cisjordania. La propaganda de odio en la red contra los judíos e israelíes y el llamamiento a cometer atentados por parte de grupos islamistas (Hamas, la Yihad Islámica, entre otros) se unen a esta sensación de desesperación.“Algunos de los que lanzan piedras son menores que simplemente se aburren. Otros lo hacen como protesta y para sentirse parte de la Intifada palestina. Debemos frenar esta ola antes de que sea demasiado grande y acabe con nosotros y los israelíes”, nos dice el Ibrahim Satul, comerciante palestino nacido en Jerusalén, cerca de la Universidad de la ciudad.Conversamos a pocos metros de la estación de tranvía en la que Abdel Rahman Shaloudi asesinó en un atropello a una bebé israelí de tres meses y una joven ecuatoriana. El terrorista, abatido por un agente que estaba en el lugar tras su embestida, era natural del barrio palestino de Silwan, otro foco de tensión por el ingreso de colonos en varias casas en pleno vecindario árabe.“A mí me entristece que haya muertos en las dos partes y por eso es necesario que los dirigentes y los medios contribuyan a la vuelta de la calma”, resume Satul en alusión al agresivo intercambio de acusaciones entre Abu Mazen y Netanyahu.Eso sí, a diferencia de los sus máximos dirigentes, Israel y la ANP siguen cooperando en materia de seguridad en Cisjordania. El temor compartido por los oficiales israelíes y palestinos se expresó en una reunión de alto rango celebrada esta semana.La calma que reinó este viernes en la Explanada de las Mezquitas -por primera vez en semanas sin restricciones de edad para los creyentes- puede enseñar el camino a la calma guiado desde la cumbre tripartita en Ammán. Pero en Israel no se hacen ilusiones. “No puedo mentir a los ciudadanos. Por eso y aunque haya un descenso de la violencia en los últimos días, debo decir que es posible que sigan los ataques y desórdenes”, reconoce el ministro israelí de Seguridad Interna, Yitzhak Aharonovich tras finalizar una de sus ya habituales visitas a las zonas limítrofes con los barrios árabes de Jerusalén. Como todos los analistas, considera que “la principal fuente de tensión es el Monte del Templo”. “No permitiremos actos violentos y tampoco el cambio de status quo de la Explanada de las Mezquitas)”, añadió en el mensaje que Israel comunicó en la cumbre de Amman. “Netanyahu ha asegurado de forma enérgica el compromiso de Israel en mantener el status quo”, asegura Kerry vestido en su papel, una vez más, de bombero de la zona.

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