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Estos son los dos ‘mundos’ que se enfrentan en las elecciones de EE.UU.

Barack Obama representa a un país de avanzada y abierto al cambio, mientras Mitt Romney muestra la otra cara de la nación: conservador y millonario.

9 de septiembre de 2012 Por: Felipe Lozano Puche | Corresponsal de El País en Washington

Barack Obama representa a un país de avanzada y abierto al cambio, mientras Mitt Romney muestra la otra cara de la nación: conservador y millonario.

Reconozco que los tiempos han cambiado. Yo también. Ya no soy un candidato. Soy el Presidente”. El jueves 6 de septiembre, Barack Obama expuso sus argumentos ante las graderías atestadas del estadio Bank of America de Charlotte, la segunda capital financiera de los Estados Unidos, pero sobre todo a los más de veinte millones de personas que veían la transmisión televisiva. Una semana antes, durante su propio discurso de nominación presidencial, el republicano Mitt Romney había sugerido que el momento culminante del movimiento que condujo a un hombre de raza negra por primera vez en la historia a la Casa Blanca, había sido aquel día de noviembre de 2008 en el que al senador por Illinois lo eligieron presidente. Que de cuatro años para acá habían sido más las decepciones que las alegrías y que había llegado la hora de cambiar de plan. Que había llegado la hora de elegirlo a él. La línea oficial de la campaña de Romney fue “buen sujeto, mal presidente”. El final de la Convención Nacional del Partido Demócrata es la última meta volante del maratónico circuito electoral que es una campaña presidencial estadounidense. A dos meses de las elecciones, las diferencias en las encuestas entre los candidatos son mínimas, y se espera que al final el resultado no sea tan contundente como en 2008, cuando los demócratas derrotaron a los republicanos en algunos estados tradicionalmente conservadores como Virginia, Colorado o Nevada.Lo que los separaPero si bien en el plano electoral el emparejamiento es absoluto, en casi todo lo demás las diferencias son abismales, como ha quedado en evidencia tras las respectivas convenciones de los dos grandes partidos del país. Si el ejercicio de la política dice algo de la realidad de una nación, la campaña presidencial que entra en su recta final ha dejado la impresión de un Estados Unidos más dividido que nunca. La grieta que los separa está constituida por los límites de las coaliciones demográficas que los partidos conforman para llegar al poder y quedarse ahí. El Partido Republicano quedó retratado durante la diatriba que Clint Eastwood derramó sobre una silla vacía, durante su intervención en la Convención Nacional Republicana celebrada en Tampa, Florida, sobre la que pretendía que estaba sentado Barack Obama. Un hombre anciano y malhumorado, rabioso, disvariante. Un hombre blanco que siente cómo se mueven bajo sus pies las fuerzas de una transformación inevitable y reacciona con violencia. Por estos días se exhibe en las salas de cine del país una película sobre el Presidente basada en una biografía suya muy celebrada entre los miembros de la oposición. Se llama 2016: Obama’s America y, al igual que el libro escrito por Dinesh D’Souza, viene a sugerir que la formación política del Mandatario se deriva del anticolonialismo recalcitrante que proclamaba su padre, un keniano que de hecho estuvo ausente durante casi la totalidad de su infancia, luego de separarse de su madre siendo él aún pequeño. Las hipótesis de D’Souza son calificadas de poco menos que lunáticas entre la izquierda estadounidense, y en cambio calan hondo entre la considerable porción de republicanos que todavía creen que el Presidente de Estados Unidos es musulmán (alrededor del 30%, según una consulta del Pew Center de julio), o que no nació en Hawai, como asegura, sino en Kenia, donde nació su progenitor (más del 60%, de acuerdo con una encuesta de Dartmouth College).Más diferenciasY estos no son los únicos asuntos en los que se manifiesta el repudio que la mayor parte de los conservadores profesa sobre la ciencia y el conocimiento acumulado de la humanidad. De los precandidatos presidenciales del partido, tres no creen en la evolución, sino en una teoría originada en el protestantismo más retardatario que han llamado Intelligent Design (Diseño Inteligente), y que asegura que la historia del mundo es tal y como se describe en las páginas de la Biblia. Al principio había un Jardín del Edén que Adán y Eva compartían con los demás animales de la creación, incluyendo los dinosaurios. De la misma manera, a pesar del consenso entre la casi absoluta mayoría de los científicos que estudian el clima, los republicanos aseguran que el calentamiento global no es producto de la actividad humana, sino de un ciclo natural, un movimiento pendular entre el frío y calor. “Mi plan continuará reduciendo la polución de carbono que está calentando a nuestro planeta”, explicó el presidente Obama durante su discurso, para luego rematar: “El calentamiento global es real”. Frente a todas estas cuestiones, así como en la posición sobre los matrimonios entre homosexuales o los derechos reproductivos de las mujeres, las mayorías republicanas van en contravía de las mayorías absolutas, mientras que la plataforma demócrata coincide con el consenso social.De la economía a la culturaEstos contrastes entre un partido y el otro se extienden a los asuntos económicos. Mientras que para reducir el déficit Obama ha propuesto eliminar las exenciones tributarias para los más pudientes, Romney, por su parte, asegura que bajará aún más los impuestos. En cuanto a la regulación de los mercados financieros que la administración presidencial apoyó, el partido de oposición advierte que un incremento en las regulaciones tendría un efecto negativo en el desempeño de la economía en general. No cabe ninguna duda, sin embargo, que más allá de las diferencias ideológicas, absolutamente legítimas en el ejercicio político, las diferencias sociales son las que terminan siendo verdaderamente polarizantes. En Estados Unidos se refieren a ellas con el término ‘Culture Wars’, las guerras culturales que enfrentan a los liberales y los conservadores. A pesar de las transformaciones sociales del país, de las cuales el presidente Barack Obama es un símbolo, las trincheras de esas batallas, las cosas parecen no haber cambiado demasiado. De hecho, en lugar de adivinarse un cese de hostilidades, la tensión entre esas dos Américas está en uno de sus puntos más alto. El millonario Romney está en esa otra orilla. Quizás lo más preocupante es que, tal y como están las cosas, la situación se descomponga aún más luego de las elecciones del 6 de noviembre, independientemente del resultado. Que las facciones se polaricen aún más cuando se sepa cuál de ellas se ha llevado la victoria.

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