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Estos son los dos candidatos que se disputan las elecciones en Egipto

Los egipcios asisten este fin de semana a la segunda vuelta para escoger un nuevo presidente.

17 de junio de 2012 Por: Sal Emergui, corresponsal de El País en Medio Oriente.

Los egipcios asisten este fin de semana a la segunda vuelta para escoger un nuevo presidente.

Las urnas egipcias dictaminan no sólo la identidad del presidente sino la naturaleza del régimen. Nadie es capaz de predecir el futuro inmediato de Egipto, tras la decisión del Tribunal Constitucional de invalidar el actual Parlamento, dominado por islamistas y salafistas.Los escenarios a medio y largo plazo más pesimistas dibujan dos extremos: la continuidad de una dictadura laica-militar aunque maquillada con el mensaje aperturista del candidato Ahmed Shafik o el inicio de una dictadura islámica guiada por el candidato Mohamed Mursi. La vieja guardia militar frente al emergente movimiento islamista Hermanos Musulmanes.Décadas de sólido poder de los generales frente a la inercia demográfica y popular de los imanes y jerarcas del Islam. Dos pesadillas en el sueño colectivo de las decenas de miles de egipcios que invadieron la Plaza Tahrir para acabar con Hosni Mubarak.Bajo la amenazante sombra de una nueva ola de violencia, los egipcios se debaten ayer y hoy entre un dirigente que creció en la dictadura militar y otro que quizá ampare en el futuro una dictadura islamista.Mursi: en contra del viejo régimenNacido el 20 de agosto de 1951 en la localidad egipcia de Sharqiya, en el Delta del Nilo, este ingeniero nunca fue un hombre de grandes palabras pero sí de un gran objetivo: tumbar el régimen iniciado por el golpe de Estado de Gamal Abdel Nasser Nasser, en 1952.Alternó sus ambiciones políticas y profunda religiosidad con una carrera docente, siendo, por ejemplo, jefe del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Zagazig, tras ejercer durante 3 años como profesor de la Universidad de California. En 1979, se inscribió en el departamento religioso de los Hermanos Musulmanes, pero tardó 16 años en ser miembro del liderazgo del movimiento a través del Majlis Al Shura. Es decir, el órgano de decisión de la Cofradía. Fue diputado y en el 2003 fue uno de los promotores del famoso Kefaya que nació para derribar los muros -que parecían sólidos- de la era Mubarak. O como dice el nombre en árabe de este movimiento, “Basta”.Su pasado como luchador contra el régimen anterior, que incluyó siete meses en la cárcel, es movilizado en la lucha electoral. Mursi recuerda que estuvo entre rejas por apoyar las manifestaciones de jueces reformistas que denunciaron el fraude en los comicios del 2005. La última vez que fue encarcelado fue durante la Revolución Tahrir, en febrero del año pasado. Tras dos días, se escapó aprovechando el caos generalizado en la capital egipcia.Su cercanía con el carismático magnate y dirigente islamista Jairat al Shater le consolidó en la cúpula del movimiento hasta que la candidatura de éste fue anulada. El 30 de abril del 2011, Mursi no tuvo más remedio que dejar el Consejo Consultivo de los Hermanos Musulmanes y liderar su brazo político, el Partido de Libertad y Justicia. En las filas islamistas era y sigue siendo considerado ultraconservador y partidario de instaurar la Sharia. “El Islam es la solución de todos los programas de reconstrucción de Egipto”, proclamó hace unos meses. Sus alocuciones siempre son iniciadas con un: “En el nombre de Dios, misericordioso”.Como candidato y al ver que sus palabras -de acuerdo a su ideario- alejan numerosos votos indecisos, apostó por una mayor moderación al asegurar que no obligará llevar velo a las mujeres y protegerá los derechos de la minoría cristiana. Donde no hay matices y sí una lucha sin cuartel es en acabar con los residuos del régimen. Para él, Mubarak, Shafik y el mariscal Husein Tantawi, jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, son la misma cosa.Mursi no tiene experiencia ni carisma. Su ventaja es que dispone de los Hermanos Musulmanes, el movimiento más popular y organizado del nuevo Egipto. ¿Qué hecho de su biografía prefiere ocultar? No debería ser un dato “perjudicial” pero a Mursi no le gusta que le recuerden que sus hijos, nacidos en California, tienen ciudadanía estadounidense.Shafik: ¿la sombra de la corrupción?Nacido en 1941 en El Cairo, es conocido por su larga carrera militar iniciada a los 20 años en la prestigiosa academia de la aviación. Como piloto de combate, participó en varias guerras contra Israel. Un dato importante que más allá del aura castrense que le envuelve le concedió dos bazas. Por un lado, un lazo permanente con quien fue su comandante de la Fuerza Aérea en la Guerra del 73, Hosni Mubarak. Por otro, su participación en los duelos bélicos contra el enemigo habitual del mundo árabe (Israel) es usado para rebatir los que le consideran “más comprensible” con el vecino Estado judío.“Ellos expulsan de sus universidades a quién no piensa como ellos, entonces ¿Cómo se puede esperar que su gobierno garantice la libertad y popularidad? Aprovechan la religión para su propio interés”, declaró esta semana Shafik, doctor en Ingeniería Aérea.Como ministro de Aviación Civil, contribuyó a la construcción de la nueva terminal de El Cairo. Las alabanzas de hace cuatro años por esta obra decisiva para el futuro económico de Egipto, se convirtieron en la era post-Mubarak en acusaciones de corrupción y sombras por determinadas licencias de obras.Viudo desde hace dos meses y padre de tres hijas, Shafik afirma “estar preparado para reconstruir Egipto en beneficio de las nuevas generaciones”. Shafik intenta convencer a los indecisos que sólo él puede devolver las inversiones extranjeras a las arcas vacías estatales así como garantizar que no se toque la ayuda económica de Estados Unidos valorada en 1,3 mil millones de dólares.El viejo general confía ganar gracias también a determinados sectores que pueden decantar la balanza. En primer lugar, la minoría cristiana copta que abraza cualquier candidato antes que ver en el poder a un islamista. Se trata de un 10% de la población que teme la mayoría islamista-salafista asentada en el Parlamento (a expensas de las nuevas elecciones legislativas) y Presidencia. Tampoco olvida la protección otorgada por Mubarak, el viejo oficial de Shafik.Los coptos no olvidan declaraciones de Mursi a favor de aplicar la Sharia. Para confirmar aun más su popularidad en los barrios coptos, Shafik ha prometido nombrar a un copto como vicepresidente.Otro sector que podría apoyar en masa a Shafik son las mujeres, especialmente las laicas que temen las cadenas de un régimen teocrático al estilo iraní. Las mujeres liberales que protagonizaron la revolución tienen un dilema ya que Shafik representa lo que ellas detestan y Mursi no es la alternativa que responda a su agenda.Asimismo, tiene en su bolsillo a la comunidad empresarial, preocupada por la galopante crisis económica.¿Qué hecho de su biografía prefiere ocultar? Más allá de alejarse de la imagen de hombre de la dictadura (fulul), un familiar suyo fue un agente doble que incluso, acusan, fue reclutado por el temido y odiado Mosad.

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