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Espionaje internacional: la intimidad, ¿un derecho en vías de extinción?

Todo lo que usted haga a través de internet puede ser visto, escuchado y controlado por una plataforma de espionaje de Estados Unidos. Caso Edward Snowden abre la puerta a la polémica.

30 de junio de 2013 Por: Patricia Lee | Corresponsal de El País, en Buenos Aires

Todo lo que usted haga a través de internet puede ser visto, escuchado y controlado por una plataforma de espionaje de Estados Unidos. Caso Edward Snowden abre la puerta a la polémica.

Cuando usted aprieta la tecla Enter de su computador o dispositivo móvil y envía un mensaje de correo, ‘googlea’ un nombre, llama por Skype o emite un SMS desde su celular, un gran ojo mundial lo está controlando. Usted es un simple ciudadano y no hace nada malo, pero mañana tal vez puede caer en medio de una pesquisa en la que buscan terroristas que colocaron en Google la palabra “bomba”, sin saber si se refería al árbol de Navidad o a un atentado contra el presidente de Estados Unidos.“No espere que James Bond se comporte como la Madre Teresa”, aconsejó hace pocos días el analista inglés David Davies en el periódico The Guardian. Lo cierto es que, tras las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje a gran escala de las comunicaciones internacionales realizado por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de Estados Unidos con su programa PRISM, y la operación Tempora de la Dirección de comunicaciones del Gobierno del Reino Unido (GCHQ), nadie está a salvo de que sus datos personales sean controlados, no solo por alguna agencia secreta, sino por miles de empleados que, como Snowden, pueden interceptar con igual facilidad las comunicaciones de un adolescente en Facebook o las del presidente de un poderoso banco central.El secreto que reveló Snowden estaba en la boca de todos, pero no por ello dejó de impactar. Que Google, Facebook, Twitter, Microsoft y las demás grandes empresas de Internet, sin las cuales ya no podemos vivir, envíen todos nuestros datos a alguna oficina militar secreta para ser analizados, es como colocar un espía que nos siga con una cámara en nuestras casas, atentando contra los más elementales derechos de privacidad consagrados en todas las constituciones del mundo.¿Cómo funciona?La agencia militar estadounidense NSA está habilitada para recoger información de inteligencia por la Foreign Intelligence Surveillance Act (FISA), una ley aprobada en 1978 y modificada en 2012 para ampliar sus atribuciones, a pedido del Jefe de Estado demócrata Barack Obama.En función de las atribuciones concedidas por la ley, la NSA ha recolectado los datos de las llamadas telefónicas de millones de clientes de Verizon, el principal operador telefónico de Estados Unidos. A través del programa PRISM, se recogen millones de datos de Internet a partir de los grandes proveedores que entregan secretamente sus datos a pedido de la agencia. En realidad, no se conoce el contenido de una llamada o un mensaje, sino los metadatos —el lugar de donde partió el mensaje, hacia dónde se dirigió, cuántas veces, en cuánto tiempo— Con esta información se pueden rastrear los lazos sociales, las relaciones de grupos, hacer un seguimiento de los datos de millones de ciudadanos.PRISMEl periódico inglés The Guardian reveló un documento secreto que describe el funcionamiento de PRISM. De acuerdo con la última modificación de la ley de vigilancia FISA de 2012, se pueden revisar las comunicaciones de cualquier usuario por fuera o dentro de Estados Unidos y que se comuniquen con otros países, que puede incluir no solo la metadata, sino los datos privados de los usuarios.En el documento divulgado por The Guardian, los redactores destacan la ventaja de Estados Unidos al ser la sede de la mayor parte de proveedores mundiales de internet y se quejan porque “las limitaciones de la FISA restringen la ventaja que tenemos”, “porque requería garantía de que los que enviaban y recibían el mensaje debían estar fuera de Estados Unidos”.Gracias a la modificación de 2012, ahora pueden tener acceso directo a los servidores de las compañías, sin necesitar el permiso de estas ni una orden judicial, permitiéndole a la NSA un acceso unilateral a comunicaciones guardadas o en tiempo real: video, llamadas de Skype, chats, envío de archivos, redes sociales, entre otros. Según el informe, los grandes proveedores de internet son parte de este programa desde hace varios años: Microsoft, que tiene una campaña con la consigna ‘su privacidad es nuestra prioridad’, es parte desde 2007; Yahoo desde 2008, Google y Facebook desde 2009, YouTube desde 2010, Skype desde 2011 y Apple en 2012.TemporaCuando de espionaje se trata, el país de James Bond no tiene par. El programa de la agencia GCHQ británica llamado Tempora supera incluso los límites de PRISM. Como denunció Snowden, la agencia británica interceptó directamente 200 cables de fibra óptica enterrados en el mar, monitoreando 600 millones de comunicaciones telefónicas por día, puede interceptar el acceso a Internet sin necesidad de pedirselo a Google o Facebook y comparte esa información con la NSA de Estados Unidos.Durante cinco años, GCHQ ha hecho acuerdos con las empresas de transmisión de datos a cambio de la autorización para que los cables trasatlánticos lleguen a suelo británico. Legalmente, se trata de una interpretación muy laxa de la Regulation and Investigatory Powers Act (RIPA), aprobada en el año 2000, permitiendo un régimen aún más flexible que el de Estados Unidos.Según Binoy Kampmark, profesor de la Universidad de Cambridge, la primera parte de Tempora es ‘Control de Internet’ y la segunda es ‘Explotación de las telecomunicaciones globales’. Cuando el programa esté terminado, va a poder extraer datos de 90 % de los cables. Las revelaciones sobre el programa de espionaje inglés han causado estupor en Europa. La ministra de Justicia de Alemania, Sabien Leutheusser-Schnarrenberger, llamó al proyecto Tempora “una pesadilla de Hollywood”.“Un golpe de Estado”La inmensa cantidad de datos centralizada en unos cuantos proveedores mundiales de Internet es utilizada para muchas cosas, como la publicidad dirigida, pero sirve para un control policial mundial, que se justifica con el argumento de combatir el terrorismo, la pedofilia o el lavado de dinero, pero que coloca la vida de todos los usuarios bajo la mira de organismos secretos sin control ciudadano.Para Daniel Ellsberg, que en 1971 reveló lo que se conoció como los Papeles del Pentágono, en los cuales se incluía información sobre cómo el gobierno de Estados Unidos desinformó a la opinión pública durante la guerra de Vietnam, “jamás hubo, en toda la historia de Estados Unidos, una revelación tan importante como la de Edward Snowden. La alerta que lanzó permite tener una medida de lo que es un ‘golpe de Estado del Ejecutivo’ contra la Constitución”.Para Ellsberg, después del 11 de septiembre, “la Declaración de Derechos por la cual esta nación combatió hace más de doscientos años, ha sido objeto, primero en secreto y luego cada vez más abiertamente, de una revocación de hecho. Las enmiendas cuarta y quinta de la Constitución, que protegían a los ciudadanos de una intrusión injustificada del gobierno en sus vidas privadas, han sido prácticamente suspendidas”.}Teniendo en cuenta que la NSA es una agencia castrense, se le ha dado a los militares un control sin precedentes de las comunicaciones civiles, una “militarización de la infraestructura doméstica de comunicación”, como escribe The Guardian.Michel Riguidel, profesor francés experto en seguridad numérica, señaló al periódico francés Le Monde que “de esta manera los ciudadanos del planeta son excluidos del gobierno numérico mundial”.En la película ‘La vida de los otros’, se narraba la historia de un escritor de Alemania oriental cuya vida interior era estrictamente vigilada desde la azotea del edificio por las cámaras y los micrófonos de la policía secreta Stassi. En los años sesenta y setenta, los micrófonos eran tan burdos que se descubrían detrás de los cuadros o entre los floreros.Los artilugios de la Stassi parecen juegos de niños frente a las poderosas herramientas del país más avanzado del mundo para entregar el control de las comunicaciones de todos los ciudadanos del planeta a sus militares. Como dice Ellsberg, ahora podemos hablar de “United Stassi of America”.

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