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En Egipto, los islamistas pasan de la presidencia directo a la cárcel

Cúpula de los Hermanos Musulmanes, que gobernaba Egipto, fue detenida por el régimen militar de facto.

25 de agosto de 2013 Por: Sal Emergui | Corresponsal de El País en Oriente Medio.

Cúpula de los Hermanos Musulmanes, que gobernaba Egipto, fue detenida por el régimen militar de facto.

Si hace dos semanas el hombre fuerte de Egipto, el general Abdel Fatah Al Sisi, desmanteló violentamente las dos acampadas islamistas levantadas en protesta por el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi, ahora sencillamente descabeza el movimiento islamista.Apoyado por el Gobierno interino, Al Sisi llegó a la conclusión que si las propuestas de mediación para una solución pacífica no iban a buen puerto, el Ejército tomaría cartas en el asunto. Dicho y hecho. Aprovechando las protestas, a veces violentas, y la presencia de armas en manos de radicales entre los miles de manifestantes, las fuerzas de seguridad golpean a los Hermanos Musulmanes (HM).La detención masiva de militantes y líderes, encabezados por el guía espiritual y político, Mohamed Badia, ha inflingido un daño tan decisivo en la Hermandad como dolorosa fue la muerte de centenares (o miles según sus datos) de activistas.El arresto de Badia de madrugada y las imágenes difundidas del todopoderoso líder en pijama y rostro desconcertado tendrían como objetivo humillar al enemigo. Colocarle, sin ilegalizarle, en una posición en la que no pueda desafiar más al Gobierno de transición. Acabar con la cabeza de mando de los HM-obligados a improvisar un liderazgo frente a las circunstancias- sin ser condenado por la comunidad internacional. Algo que hubiera pasado si disuelve por ley el movimiento “Partido y Justicia”, que venció en los comicios en las primeras elecciones democráticas de Egipto.Al Sisi sabe que el movimiento fundado en 1928 por Hassan al Banna, se mueve en la clandestinidad como pez en el agua. Como se ha visto antes y después de la traumática era Mursi, su popularidad aumenta cuando no está en el poder y se pone el uniforme de víctima. Cuando debe reivindicar y no gobernar. De ocupar la Presidencia, ahora deben evitar la celda.Las redadas son importantes por su cantidad, pero también por su “calidad”. Con el golpe de Estado del 3 de julio, fue arrestado el mismísimo Mursi. Poco después, cayeron, uno tras uno, líderes islamistas. De día y de noche. Es irónico presenciar al presidente islamista en la cárcel mientras que su odiado predecesor, Hosni Mubarak, la abandona para pasar a un arresto domiciliario. Un hecho que ha alegrado a los nostálgicos del viejo régimen y enfadado a los islamistas.Mursi lleva dos meses incomunicado en una instalación de máxima protección. Desde entonces, Egipto ha detenido a entre 3000 y 4000 islamistas y yihadistas. En su gran mayoría, participantes en las violentas protestas, pero también cuadros medios y la cúpula. La Fiscalía ordenó la detención preventiva de unos 360 miembros de HM bajo los cargos de “pertenecer a una banda que pretende dañar la seguridad pública a través del terrorismo, el asesinato, la posesión de armas y la resistencia a las autoridades”.Todo ellos, incluyendo Badia, estarán por el momento durante 15 días entre rejas. La Cofradía reacciona a estos golpes con más manifestaciones (de menor intensidad) y el nombramiento de Mahmud Ezzat como nuevo líder. Elección obligada teniendo en cuenta que los número dos de Badia, Rashad al Bayumi y Jariat Al Shater también están en prisión.No es la primera vez que Badia visita la cárcel. Este veterinario fue detenido en su juventud por el régimen de Gamal Abdel Nasser en 1965. Desde entonces ha entrado y salido unas diez veces de prisión. “Os incendiaremos el Sinaí si no liberáis a Mursi”, gritó hace poco elevando la intifada contra Al Sisi. Ahora es acusado de incitación a violencia y responsabilidad en la muerte de civiles.“Si hacen desaparecer al guía (Badía) en sus cárceles, el pueblo continuará su “yihad” (guerra santa) pacífica hasta recuperar sus derechos”, advierten en el grupo islamista mientras Ezzat, conferenciante de Medicina, busca la cura para frenar el virus que para ellos es Al Sisi.Fathi Shehab, exdiputado del partido de los HM, también fue arrestado y en el delta del Nilo, el dirigente islamista Mohamed Nagui fue detenido acusado de acciones violentas como la quema de la sede gubernamental y autos policiales.El régimen también apunta al potente aparato mediático del movimiento con la detención de Ahmed Aref, uno de sus principales portavoces. Se escondía en la casa de su suegro. Asimismo, Al Sisi pretende silenciar la cadena qatarí Al Yazira, ya que considera que sirve de propaganda a los Hermanos Musulmanes y “aviva las protestas”.Ante esta situación, los HM deben preguntarse hacia dónde van, pero también qué errores cometieron. Errores que llevaron a 22 millones de egipcios a pedir la marcha de Mursi lo que precipitó la polémica acción de Al Sisi despojándole del poder. Errores que llevan a amplios sectores de la población a apoyar al Ejército pese a los centenares de muertos regados en las plazas y calles.En un libro escrito por el dirigente islamista, el Dr. Mohammed Habeeb, se vislumbra el mea culpa. El movimiento que durante décadas vivió entre la clandestinidad y la calle llegó a saborear el poder, pero en lugar de aprovecharlo simplemente se emborrachó de autoridad.Y lo hizo con el candidato accidental, Mursi, ya que como dice el autor, el elegido era Al-Shater, mucho más preparado. Pero por líos legales no pudo presentarse y Mursi no dio con la solución a un país deseoso de estabilidad, empleo y pan.“Cuando levantó el eslogan, el renacimiento es la voluntad del pueblo, los votantes pronto se dieron cuenta que proyecto de renacimiento no era una de sus primeras necesidades”, opina Habeeb que recuerda los inicios de Mursi en la política marcados por su escaso carisma y éxito.Habeeb nunca olvidará la represión ante la sede presidencial en el mandato de Mursi: “He sido 42 años miembro de la hermandad. Fueron mis mejores años defendiendo y actuando en su nombre. No pude creerme que se tomaría la decisión de enviar jóvenes al Palacio Ittihadya”.El intento de aplicar la Sharia (Ley Islámica), la exclusión de muchos sectores, una incomprensible política exterior y la pésima gestión socioeconómica enterraron al movimiento enfadando a la calle y Ejército. Todo ello condujo a la noche del 3 de julio cuando Al Sisi decidió enviar a Mursi a la cárcel.Lugar donde está hoy la plana mayor de los HM. Un lugar que, si fuera por el Gobierno interino, seguiría allí al menos hasta después de las próximas elecciones; si es que estas se celebran. De momento, en Egipto no hay horizonte electoral y sí toque de queda por las noches.El islamismo debe ahora saber resarcirse para volver a ganar apoyos de la población. O no volver a la lucha electoral y quedarse en la oposición. Seguir en la protesta y no participar en un proceso político que consideran amañado. O incluso, como alertan algunos analistas, apostar por atentados selectivos.“Tal y como los medios de propaganda del régimen informan, atacándonos, nos será muy difícil volver a ganar las elecciones”, dijo a El País Ibrahim, un islamista consciente que pese a las terribles imágenes de cadáveres, la mayoría silenciosa sigue fiel a Al Sisi. Una mayoría que mezcla un arraigado sentimiento a favor del Ejército y un notable odio hacia lo que representan Mursi y Badia. La división entre los militares y los islamistas favorece a ambos bloques, pero no al país. Así lo cree el analista del Brookings Institution, Dr. H.A. Hellyer. “En esta arena tan polarizada, la simple idea de una tercería es de por sí revolucionaria. Así se encuentran muchos de los revolucionarios del 25 de enero rechazando la falsa elección entre los comerciantes del patriotismo por un lado y los comerciantes de la religión por otro”.

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