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“El que hace daño tiene que pagarlo”: víctimas de atentado a Torres Gemelas

Víctimas del atentado contra las Torres Gemelas hablan de la muerte del culpable de su dolor: Osama Bin Laden.

4 de mayo de 2011 Por: Daniel Suárez Pérez, redactor de El País.

Víctimas del atentado contra las Torres Gemelas hablan de la muerte del culpable de su dolor: Osama Bin Laden.

Creemos que al fin y al cabo hay justicia divina. Yo sé que es malo alegrarse de la muerte de un ser humano. Pero la persona que hace daño merece, no que se alegren de su muerte, sino que se le haga justicia”.Quien dice estas duras palabras es Janeth Idrovo, tía de Henry Homero Fernández Idrovo, un ecuatoriano que murió en los atentados del 11 de septiembre de 2001, liderados por Osama Bin Laden.Janeth recordó que su sobrino había viajado siete años atrás a Estados Unidos, con el sueño de comprarle una casa a su mamá y a su hermano menor. Pero que “ese señor” (Osama) fue el culpable de que sus sueños se frustraran. Henry Homero había viajado a Estados Unidos a los 16 años. El día del atentado Fernández laboraba en el piso 106 de la torre 1 en el departamento de pastelería. Los martes, día en qué ocurrió el ataque, eran sus días de descanso, pero el jefe le había solicitado que lo apoyara ese día desde las 7:00 a.m.En Ecuador, los familiares de Henry Homero, intentaron comunicarse con los primos del joven para saber si sabían de su paradero, las llamadas no entraban. Mientras tanto, seguían mirando en televisión como los dos aviones se habían incrustado en las torres, con la corazonada de que el jóven estaba en su trabajo. “Cuando por fin pudimos hablar con ellos, y nos dijeron que sí estaba en su puesto de trabajo, ya no quedó duda de que podía fallecer”, expresó Janeth.El atentado planeado por Bin Laden también dejó secuelas en la familia Idrovo. Cecilia, mamá de Henry Homero, sufrió ataques de depresión, y el estrés le ocasionó daños en el sistema nervioso y en la columna vertebral. Janeth aseguró que a los 50 años de edad, su hermana perdió media vida con la muerte de uno de sus dos hijos.Janeth, una maestra de El Cañar, en la provincia ecuatoriana de Biblián, dice que en un principio estuvo convencida de la muerte de Bin Laden, pero que tiene dudas porque el gobierno estadounidense no ha mostrado su cuerpo. “No es por morbo que queramos que lo muestren, sino que es por tranquilidad. Se sabe que habrá retaliaciones en el mundo porque muchos se están alegrando por la muerte de ese señor. Pero también puede servir para que sus seguidores no hagan lo mismo”.Alimentando el odioLas dudas de Rosario sobre lo que pudo haber pasado con el líder de Al Qaeda van mucho más atrás. Ella admite que con las versiones que han aparecido en los medios de comunicación estos nueve años y ocho meses no le queda claro si puede señalar como culpable a Osama. “Con todas esas intrigas que se muestran, e intereses de por medio. El único que puede saber y juzgar es Dios”.A Rosario le cuesta recordar el 11 de septiembre, el día en el que perdió a Mario, el hombre con el que se iba a casar en enero de 2002. Mario, de 38 años de edad, se encontraba en el piso 103 de la Torre Norte del Word Trade Center, la primera en ser impactada por los atentados y la segunda que se derrumbó. El hombre había partido cinco años antes de Cali a Estados Unidos, para residir con su madre, y trabajaba como ‘barman’ en el Windows of the Word, tres pisos más arriba donde se encontraba.A las 9:00 llamaron a Rosario y le dijeron que viera las noticias, que mostraban la torre en llamas. Ella siguió en su trabajo creyendo que su prometido estaba laborando en el turno de la noche. Logró comunicarse con su suegra quien le relató que por unos minutos pudo hablar con él.Mario había visto como el humo subía hasta donde se encontraba, intentó huir bajando por las escaleras pero la humareda se lo impidió. Antes de que se cortara la llamada, el hombre alcanzó a decirle a su madre que estuviera tranquila que él estaba bien. Rosario intentó llamarlo desde Cali pero Mario no contestaba. A las 9:56 a.m. escuchó los gritos de los compañeros de su oficina cuando la Torre Sur cayó, salió para su casa a seguir llamando, pero cuando llegó vio en la televisión como se derrumbaba la edificación donde estaba Mario.En septiembre Rosario espera viajar para la conmemoración de los diez años de los ataques, con el fin de reencontrarse con su suegra. “Ahora no siento odio por nadie. Con la muerte de Osama creo que se desatarán más muertos y más odio”, dice esta mujer a la que la muerte del líder de Al Qaeda no parece consolar.Protegidos de la venganzaEl agente del Departamento de Policía de Nueva York, James Ryder, aún recuerda a la gente saltando desde más allá del piso 90 de las Torres Gemelas, cuando llegó a evacuar a quienes estaban en la edificación. Tampoco se le ha borrado el olor de los cadáveres, del polvo y del asbesto reducido por las llamas que sintió los ocho días posteriores al desplome de las edificaciones.El agente expresó que desde esa fecha esperaba la muerte de Osama Bin Laden, el hombre señalado de ser el actor intelectual de esos atentados.“Siempre pensé que era una basura y un cobarde”, comentó Ryder quien se sintió “sorprendido y feliz” el día que se dio cuenta que le habían cortado la cabeza a la “serpiente”. El policía señaló que la amenza de los nuevos ataques de Al Qaeda no es nueva “todos los días sentimos ese temor en la ciudad. Pero estamos protegidos del mejor departamento de Policía del mundo y Nueva York estará bien resguardado”.El testamentoEl periódico kuwaití Al Anbaa publicó un documento que al parecer sería el testamento del líder terrorista de Al Qaeda de Osama Bin Laden.En el testamento, de cuatro páginas y cuya veracidad no ha podido ser confirmada, Bin Laden pide a sus hijos que no trabajen en la organización terrorista.Osama, al parecer, les pide perdón a sus hijos por haberles dedicado poco tiempo desde que respondió a “la llamada a la yihad (guerra santa)”.Bin Laden escribió que “he llevado la carga de los musulmanes y de sus asuntos. He elegido un camino lleno de peligros”.El terrorista muerto se dirige también a sus esposas a quienes les dice que han sido “un gran apoyo” para él y les pide que no piensen en casarse de nuevo para que dediquen su tiempo a cuidar de sus hijos.

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