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El largo camino de la recuperación de los sobrevivientes de París

Un año después de la matanza de 130 personas, las heridas aún no cicatrizan. Recuerdos del horror.

13 de noviembre de 2016 Por: Redacción de El País

Un año después de la matanza de 130 personas, las heridas aún no cicatrizan. Recuerdos del horror.

Unos quedaron paralizados, otros lloraron mientras recorrieron de nuevo el camino de aquella noche en la que escaparon de los yihadistas en la sala de conciertos parisina Bataclan. Un año después los sobrevivientes regresaron a los lugares del atentado del 13 de noviembre de 2015.

“Dejé un Bataclan monstruo sanguinario con colmillos que trataban de comerme”, recuerda la vicepresidenta de la asociación de víctimas Life for Paris, Caroline Langlade. “Y, al final, era sólo una sala con paredes donde sucedió algo trágico. No es el edificio el que es trágico”, continúa. 

En su recuerdo las escaleras que había subido para refugiarse en los camarinos tenían forma de caracol y eran de madera. Durante la visita, se da cuenta de que son “como siempre han sido: rectas y de hormigón”. 

Junto con otra organización de víctimas, la asociación de Langlade organiza desde marzo “momentos de recogimiento, confidenciales e íntimos” para los sobrevivientes del ataque perpetrado por el comando yihadista que entró en el Bataclan durante el concierto del grupo estadounidense Eagles of Death Metal.

En la primera sesión, a principios de marzo, participaron cerca de 130 personas. La segunda, a principios de octubre, reunió 260. Algunos vinieron desde lejos: Estados Unidos, Holanda, Escocia o España.

El 13 de noviembre del 2015 90 espectadores fueron masacrados por tres yihadistas durante una toma de rehenes interminable, mientras que otros dos comandos sembraban la muerte en otras partes de París y en el Estadio de Francia (Saint-Denis). En total, 130 personas fueron asesinadas en los peores atentados jamás cometidos en Francia.

En los ataques más de 400 personas resultaron heridas, de las cuales unas 20 siguen hospitalizadas, y 600 siguen recibiendo ayuda psicológica. 

“La salida de emergencia estaba a siete metros, pero en mis recuerdos me parecía una distancia infinita”, cuenta Maureen, de 28 años, que necesitaba “recuperar la posesión del lugar. Estoy volviendo, nadie me lo impuso, y esto es una forma de victoria sobre lo que vivimos aquel día”, afirma. 

Según una organizadora, “algunos incluso se acostaron en el ‘foso’ de la sala, se arrastraron y rehicieron el camino recorrido, se colocaron allí donde se habían escondido”. 

Esta recuperación del espacio tiene un “efecto tranquilizador”, constata Florence Deloche-Gaudez, de la célula de urgencias médico-psicológicas, presente en cada visita. Ello “pudo hacerles revivir el momento, volver a sentir las sensaciones: los ruidos, los olores, las imágenes, el miedo... Algunos se paralizaron, otros iban y venían y rehacían el camino recorrido”.

Pero, según explica, los sobrevivientes “pudieron prepararse” y estaban acompañados por psicólogos. También "podían intercambiar con otras víctimas presentes", en particular "con agentes de seguridad del Bataclan que respondían a sus preguntas", cuenta Deloche-Gaudez.

[[nid:593634;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/11/bataclan_0.jpg;full;{Un año después de los atentados del 13 de noviembre, la música volvió a sonar este sábado en el Bataclan, de la mano de Sting, en un emotivo concierto que comenzó con un minuto de silencio en homenaje a las 90 personas asesinadas allí.Video: AFP}]]

Reconstruir lo vivido 

Considera que “para ellos, que vivieron una experiencia real de muerte, esto los ayuda a salir de la impotencia y a atenuar el trauma”. Algunos “en señal de duelo querían colocarse en el mismo lugar en el que murió su familiar”.

Desde enero, algunos sobrevivientes expresaron el deseo de volver al Bataclan. Un pedido al que respondieron las asociaciones de víctimas, en total discreción. Por grupos de cinco o seis, las víctimas o familiares de personas fallecidas pudieron ingresar en la sala aún en obras de restauración. En el lugar, hay una decena de psicólogos y bomberos, y víctimas que a veces se quedan “hasta una hora”, explican desde Life for Paris.

Algunos tenían dudas sobre el efecto de este regreso. “Cuando se hace algo así, no se sabe para nada lo que va a pasar. Al salir, me sentí más serena... Puede parecer macabro, pero la reconstrucción ayuda” a recuperarse, reconoce Maureen.

Deloche-Gaudez recuerda también a “todos aquellos que no podían o no querían venir, a los que dicen no volveré a pisar el Bataclan, para mí es un cementerio, una tumba”.

Están también los que prefieren otras circunstancias, como Anthony, de 37 años: “al Bataclan quiero volver para ver conciertos y, sobre todo, no estar rodeado de víctimas. Cada cual lo vive a su manera”.

Después de los atentados, algunas víctimas habían tomado la costumbre de acercarse diariamente al Bataclan para recogerse. Transeúntes, turistas y vecinos también llegan como pelegrinos delante de la sala y dejan flores, velas, dibujos, peluches y mensajes sobre la acera. 

Algunas velas, cartas o flores son depositadas afuera del Bataclan, que reabrió el sábado con un concierto de Sting.

“La vida es casi más bella”

Estoy feliz de estar vivo”, asegura Claude-Emmanuel Triomphe, de 58 años, quien recibió dos balas cuando bebía una copa en la terraza de un bar.

Su pie derecho quedó en tres cuartas partes paralizado y debe someterse a sesiones de terapia física dos veces a la semana.

Pero este hombre prefiere guardar en su mente el recuerdo de su “ángel”, una doctora italiana que le hizo un torniquete con servilletas.

En un principio no quiso recibir ayuda psicológica, porque estimaba que “no la necesitaba”.

“El 14 de noviembre ya estaba de buen ánimo”, cuenta, pero agrega que  finalmente comenzó una terapia a mediados de enero.

“Si tienes la suerte como yo de tener una segunda oportunidad, la vida es casi más bella”, expresa.

“Estar en una película de James Bond”

Maureen Roussel trabajaba en un jardín infantil antes del concierto del grupo Eagles of Death Metal en el Bataclan. Ya no. Ahora, preside la asociación que creó, Life for Paris, que ayuda a las víctimas del 13-N.

Seguir ejerciendo su profesión "ya no tenía sentido. Me di cuenta que frente a un peligro no podía ni siquiera protegerme a mí misma. Por lo que tener a niños bajo mi responsabilidad se volvió insoportable”, explica esta joven que tiene una hija.

Cada vez que pasa frente a una escuela Maureen “tiene miedo de que pase algo”. En los lugares cerrados, mira sistemáticamente dónde están las salida de emergencia.

“Tengo la impresión de estar en una película de James Bond, que todo puede estallar en cualquier momento”, afirma Maureen.

 
“Me quedé seis meses en casa”

Estelle Arzal salió indemne del bar La Bonne bière, en donde cinco personas murieron el 13 de noviembre bajo las balas de los yihadistas. Aunque físicamente está bien, su vida no ha vuelto a hacer la misma.

Durante seis meses, “me quedé en mi casa sin hacer nada, como en una caja”, cuenta esta mujer de 28 años.

A veces se le van las lágrimas, “en cualquier lugar y a cualquier hora”. Estelle intentó estabilizarse tomando ansiolíticos, antes de probar otras terapias como la acupuntura. Subió de peso y se separó de su pareja.

Confiesa que se cambió de casa y se instaló en una “residencia con mucha seguridad en las afueras de París. Me he vuelto paranoica”.

“París se convirtió en un lugar que me provoca mucha angustia. Los transportes, los bares... todo se ha vuelto difícil”, dice. Estelle trabaja ahora a medio tiempo en una escuela. “Me siento aparte, como si por un lado estoy yo y del otro los demás. Pero voy a salir adelante. No quiero ser una víctima para siempre”.

“Ganas de salir corriendo”

“Hay días en los que tengo miedo, en los que tengo ganas de salir corriendo o de romper todo, como todo el mundo". Pero "intento controlar mis emociones".

La esposa de Antoine Leiris murió en la sala de conciertos Bataclan, dejándolo solo con un hijo de 17 meses. "No tendrán mi odio", escribió este viudo en una carta en Facebook que dio la vuelta al mundo.

Hoy, este hombre de 35 años estima que esas palabras "ya no le pertenecen", sino que corresponde a cada persona "mantenerlas vivas".

Después de los atentados, Leiris se encerró en sí mismo y en su hijo. "El mundo nos había herido". Pero, "luego de este primer reflejo", tuvo que "comenzar a abrirse nuevamente a los demás", "no queríamos permanecer para siempre aislados", contó a la AFP.

Leiris, periodista, publicó este año un libro en el que relata los doce días posteriores al atentado en el que perdió a su esposa Hélène, desde el momento en que los medios empezaron a hablar de una toma de rehenes hasta el momento en el que le tuvo que explicar a su hijo que su madre no volvería jamás.

 

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