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El fuego rebelde que truncó los sueños de Mireille, una nadadora siria

La mañana en que murió, Mireille Hindoyan, una joven de 20 años, no tenía ganas de nadar. Prefirió ir al supermercado de su familia, lugar que fue bombardeado tras ataques cerca al sector de Alepo.

5 de octubre de 2016 Por: Elpaís.com / AFP

La mañana en que murió, Mireille Hindoyan, una joven de 20 años, no tenía ganas de nadar. Prefirió ir al supermercado de su familia, lugar que fue bombardeado tras ataques cerca al sector de Alepo.

Mireille Hindoyan, una joven siria de 20 años, campeona nacional de natación de corta distancia, murió tras los ataques del pasado viernes cerca al sector de Alepo. 

La mañana en que murió, Mireille no tenía ganas de ir a nadar. Pero su decisión de quedarse a trabajar en el supermercado de su familia resultó fatal.

Justo ese día, un cohete lanzado por los insurgentes cayó sobre el supermercado situado en el sector de Alepo junto a la línea de demarcación con los barrios rebeldes y controlado por el gobierno,

La nadadora y su hermano pequeño Arman de 12 años murieron en el ataque.

En su casa, Betty, la madre de ambos, con la cara pálida y vestida de negro llora junto a un sofá convertido en altar improvisado consagrado a sus dos hijos muertos.

"Ahora están con Dios. Ahí la vida quizás es mejor que en un país en guerra", dijo llorando a la AFP, con la mirada puesta en las medallas de su hija o en alguna de las innumerables fotos de Mireille y Arman.

Movses, de 19 años, el otro hijo de esta familia de sirios armenios, sobrevivió al ataque pero está gravemente herido.

"Mamá, he perdido una mano"

"Iba a la piscina todos los días hacia las 11:00 a.m. pero ese día vino al supermercado y nos dijo que no tenía ganas de ir. Le dije que se fuera a la casa pero no quiso", relató la madre de 42 años con voz temblorosa.

Minutos después de llegar, una gran explosión sacudió al supermercado. Betty, que cayó al suelo junto a sus tres hijos por la fuerza de la explosión, oyó a Movses gritando: "¡Mamá, he perdido una mano!".

También se acuerda de haber dicho a Mireille y Arman que se quedaran con ella, creyendo que todavía estaban vivos.

"Cuando el polvo empezó a disiparse miré alrededor y vi a Arman, mi hijo pequeño, en el suelo... Estaba muerto", recordó.

Luego buscó a su hija con la mirada. "También estaba en el suelo, amputada de las dos manos, de las dos piernas...No podía levantarla porque yo misma estaba herida". 

El conflicto Sirio

Centenares de personas han muerto en la parte de Alepo en manos del gobierno en el oeste de la ciudad desde que empezó el conflicto en Siria en 2011. 

En los barrios del este, en manos de los rebeldes, también han muerto miles de personas por ataques aéreos del gobierno o de la aviación rusa, aliada del gobierno de Bashar al Asad.

En las últimas semanas, el régimen de Damasco ha intensificado todavía más los ataques en el este de Alepo con el objetivo de retomar la totalidad de la ciudad, una ofensiva varios organizaciones denuncian como un "baño se sangre".

Según la agencia oficial Sana, 13 personas murieron el pasado viernes, el mismo día en que murieron Mireille y Arman, en ataques rebeldes contra barrios gubernamentales de Alepo.

Lea también: Alepo sufre la peor "catástrofe humanitaria jamás vista en Siria": ONU

"Grandes sueños"

Desde 2011, el conflicto en Siria ha dejado más de 300.000 muertos en todo el país y ha obligado a millones de personas a abandonar sus casas.

Entre los refugiados, algunos arriesgan su vida en barcos de fortuna para llegar a Europa, como hizo otra nadadora siria, Yusra Mardini.

Su historia se dio a conocer en todo el mundo cuando, tras sobrevivir a un naufragio, llegó a Alemania y desde allí viajó a Rio de Janeiro para participar en los recientes Juegos Olímpicos.

Mireille había ganado varias medallas en Siria y en Armenia, y su entrenador lloró la pérdida de una nadadora apasionada y llena de vida.

"Empecé a entrenarla cuando tenía cinco años", recordó Ohannes Salahiyan. "Mireille era muy ambiciosa y continuó entrenándose como atleta, incluso después de que empezara la guerra", añadió.

"Tenía grande sueños, siempre quería ser la mejor en todo lo que hacía, sobre todo en deporte", dijo su madre.

Su padre Viken, de 56 años, intenta no derrumbarse delante de su mujer tras la pérdida de su hijo menor y de su hija, "una roca" en la que se apoya toda la familia. "Mireille era la que nos daba fuerza", contó.

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