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Egipto se enfrenta a un futuro incierto

En la plaza de Tahrir, en El Cairo, florece una nueva primavera árabe para exigir los cambios prometidos.

27 de noviembre de 2011 Por:

En la plaza de Tahrir, en El Cairo, florece una nueva primavera árabe para exigir los cambios prometidos.

Del casi centenar de pasajeros que llegó al aeropuerto Barajas en uno de los tres vuelos de Egyptair procedente de El Cairo el pasado viernes en la mañana, al menos 30 habían decidido adelantar su regreso a España. No querían quedarse para conocer el desenlace de la mayor concentración de ciudadanos egipcios en la Plaza de Tahrir para exigir a la Junta Militar que gobierna al país que cumpla con el plan de transición al que se comprometió tras la caída del régimen de Hosni Mubarak, en uno de los episodios más candentes de la llamada Primavera Árabe.“Simplemente -dice Abel Gutiérrez, empresario de Madrid- que no sabíamos cómo iba a terminar, porque las cosas con estas manifestaciones no suelen terminar bien. De hecho nos contaron algunos de los trabajadores del hotel que durante una semana hubo manifestaciones y que el Ejército había disparado causando 40 muertos. Pensamos que era mejor regresar cuanto antes a España y no arriesgarse a quedarnos un tiempo indefinido sin poder salir”.Los turistas si notaron el despliegue militar desde temprano en la mañana en áreas muy concretas de la capital, pero nada más, no pensaron que la revolución del pasado enero se estaba despertando de nuevo a unos metros de los grandes hoteles.Pese al temor y los rumores de que dos manifestaciones, una en contra y otra a favor del Ejército, iban a coincidir en Tahrir, no hubo desmanes que lamentar.La plaza llena de gente recordó las movilizaciones ciudadanas que hicieron tambalear y caer el régimen de Mubarak el pasado 25 de enero. El viernes, rezos y gritos se juntaron de nuevo contra una Junta Militar que prometió cuidar desde entonces el clamor de un pueblo de casi 80 millones de habitantes y que no ha dado el paso necesario para restablecer lo conquistado en las calles.No se movieron los manifestantes. Se quedaron y abuchearon en todo momento a Kamal Ganzuri, designado a la carrera por los militares como nuevo primer ministro, gracias a la presión de Estados Unidos.De hecho, Estados Unidos que suministra ayuda militar a la Junta por más de US$1.300 millones cada año, se había sumado a los manifestantes y había pedido a los militares que nombrasen de inmediato una Junta Civil. Era la primera vez que el gobierno de Barak Obama se decantaba de manera clara por uno de los bandos exigiendo “una completa trasferencia del poder a un Gobierno que responda a las legítimas aspiraciones del pueblo egipcio”. Otra revolución estaba en marcha.Para el analista político, Lluis Bassets, el camino de esta y de todas las revoluciones, es incierto y en el caso de Egipto, no se sabe a ciencia cierta donde va a parar.“La rapidez con que cayeron los dos primeros dictadores, Ben Ali en Túnez y Mubarak en Egipto, pudo crear el espejismo de un movimiento instantáneo, limpio y eléctrico como la tecnología usada por los revolucionarios para comunicarse. Nada más lejos de la realidad: una revolución es más un proceso que un acontecimiento. Sus vericuetos son sinuosos y con frecuencia no conducen a ningún lado o regresan al punto de partida. Tienen más de laberinto oscuro que de alameda luminosa. Su éxito no está asegurado ni es como un paseo militar. Los egipcios, a diferencia de los tunecinos, solo han despachado al faraón, que ya es mucho. Pero nada han tocado del sistema, una dictadura militar desde la misma fundación de la República en 1953, tras la expulsión del rey Faruk por parte de los Oficiales Libres encabezados por Gamal Abdel Nasser”.El Ejército egipcio es otra cosa. Sus brazos alcanzan el poder económico y político y es quien decide los pactos estratégicos con sus vecinos, con Estados Unidos e Israel. De ahí que para algunos, el deseo del Ejército de quedarse se entiende muy bien. Maneja todo y no quiere perderlo.Para el imán Hassan Chafie, de Al Azhar, la máxima autoridad religiosa del país del ala suní, los manifestantes no se irán de la plaza hasta que sus reclamaciones sean satisfechas, es decir, hasta cuando los militares entreguen el poder a un Gobierno Civil que represente los intereses de los ciudadanos”.Entre las reclamaciones de los manifestantes, está la de que se pospongan las elecciones parlamentarias que deben comenzar este lunes para terminar en enero de 2012, pero los militares están seguros de seguir adelante.El esfuerzo desesperado del Mariscal Husein Tantaui, quien encabeza la Junta Militar, ha sido el de encargar a Kamal Ganzuri, ex primer ministro en la década de los 90, la formación de un Gobierno de Unidad Nacional, pero aún así, los egipcios no están satisfechos.“Queremos que se vayan los militares -dice Ahmel Hassun, estudiante egipcio en Madrid- que abandonen el poder y que se lo entreguen al pueblo egipcio que es el que ha hecho el esfuerzo y ha puesto los muertos. Estamos cansados de militares, el pueblo egipcio les necesitó en su momento, pero ya está bien, es hora de irse”.No será fácil. Los militares están dispuestos a todos, inclusive a disparar contra su propio pueblo. Tras las muertes de la semana pasada, la imagen del Ejército se ha venido abajo. No han valido los pedidos de perdón. “Han disparado contra el mismo pueblo que los llevó en carro para derrocar a Mubarak y ahora se quieren quedar”, agrega Hassun.Tiene razón. Los militares consideran que el pueblo egipcio les dio su confianza en el pasado referendo del 19 de marzo, que les entregó el aval para dirigir el país tras la salida de Mubarak. Y es cierto en parte, con la condición, está claro, de acelerar el proceso para el retorno de un gobierno civil. La impresión, sin embargo, es que se quieren aferrar al poder.El mariscal Tantaui ha prometido que en junio de 2012 se celebrarán las elecciones para designar al primer presidente civil de la historia y ha planteado la necesidad de un referendo para decidir si los militares deben entregar el poder inmediatamente. “Pero también -explica Llluis Bassets- quiere que el ejército mantenga un estatuto especial de guardianes de la Constitución, un presupuesto e inversiones fuera del control parlamentario y seguir con un dominio reservado en un sector de la economía que se evalúa en un 25% del PIB egipcio. Por eso su intención por el momento es la de mantenerse mientras negocia que todas estas prebendas puedan seguir siendo suyas cuando traslade el poder”.Egipto ha tenido una tradición militar desde 1953 y se atiene a los dictados de su ejército desde entonces. En los últimos 60 años, tres generales, Naser, Sadat y Mubarak, se han turnado el poder y salvo Naser, ninguno de los otros dos ha contado con un verdadero apoyo del pueblo. Hoy, cuando debe asumir un papel transitorio, las Fuerzas Armadas no cuentan con un candidato, que con o sin uniforme, pueda garantizarles conservar sus beneficios y prerrogativas. "Si lo tuvieran no sería tanto la tentación de quedarse en el poder y de corregir y controlar el rumbo de la revolución", agrega Bassets.En medio de esta revuelta, quienes han logrado pescar han sido los Hermanos Musulmanes que esperan en los comicios que se inician mañana, obtener los mejores resultados. La pregunta es, le conviene a Estados Unidos que lleguen ellos al poder? Dado el caso, podrían los Estados Unidos cambiar su apoyo y asegurar a los militares?.Egipto por ahora está en las calles defendiendo una flor de libertad que creyó haber ganado en la llamada Primavera Árabe.Mientras la revolución vuelve a sacudirse, los tesoros que guarda el país, de los más grandes de la humanidad, vuelven a quedarse sin visitantes y el país merma de forma considerable uno de sus mayores ingresos.El mundo los mira con asombro, desde lejos está claro.“No sabemos cuando vamos a volver a ver tantos tesoros, -dice Carmen Avellanosa, una de las turistas que regresaron a Madrid- estas revoluciones, como lo estamos viendo, comienzan pero no saben cuándo parar. Si al país llega la democracia, es posible que volvamos el otro año, si por el contrario, ganan lo militares, no sabremos cuando, porque si algo hemos aprendido de los egipcios, es que no dejarán de luchar por conseguir lo que se proponen. Y será una lucha larga, ya lo vimos”.

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