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Crisis económica empuja a Europa hacia la ultraderecha

En el viejo continente ha resurgido esa tendencia política. Inmigrantes y gitanos están en la mira de los radicales.

3 de noviembre de 2013 Por: Diego Muñoz, corresponsal de El País en España

En el viejo continente ha resurgido esa tendencia política. Inmigrantes y gitanos están en la mira de los radicales.

Quizá el nombre de Laurent López no le importaba mucho a los franceses, tanto que si hubieran preguntado antes del pasado 13 de Octubre de quién se trataba, muy pocos hubieran podido responder qué hacía o a qué se dedicaba. Pero a partir de entonces su nombre ha estado en las primeras páginas de los medios de comunicación. La razón: ganó las elecciones en Brignoles, municipio de 16 mil habitantes, por el ultraderechista Frente Nacional. Allí votó el 45 % los ciudadanos, pero más de la mitad lo hizo por López. Su triunfo ha provocado una ola de indignación y repudio, pero sobre todo de miedo, ya que esta sencilla elección se ha convertido en una muestra de lo que puede suceder en las elecciones europeas, dentro de seis meses, a las que el ultraderechista y xenófobo Jean Marie Le Pen y su hija Marine Le Pen, jefe del FN, llegan con el 24% de intención de voto.¿Cómo puede haber llegado Francia a esta situación? ¿Es algo nuevo? No, no es de ahora. Desde que comenzó la crisis, los franceses han ido decantándose por los discursos mas populistas y nacionalistas, racistas y hasta xenófobos como el de Le Pen, aunque fue el gobierno del socialista François Hollande el que expulsó a una niña gitana rumana, hecho que ha causado estupor en los franceses defensores de la libertad, la fraternidad y la igualdad.Y es que en tiempo de dificultades, los discursos ultaderechistas parecen tener más aceptación por las masas temerosas. En el caso de Brignoles, azotado por la crisis y gobernado por comunistas, la campaña se centra en el miedo augurando un futuro peor si no se toman medidas que eviten darle trabajo y servicios a los inmigrantes.Es la estrategia que ha seguido Marine Le Pen. Si hoy fueran las elecciones en Francia, hay encuestas que aseguran que ella sería la candidata más votada.Pero este no es un fenómeno exclusivo de Francia. Igual ha sucedido en Grecia, en Alemania, Finlandia y Dinamarca.“Quizá ha llegado el momento de empezar a asustarse -dice la periodista de la SER, Angels Barceló- La ultraderecha, los movimientos homófonos, xenófobos, eurófobos, nacionalistas, los que desprecian lo diferente -poco a poco y tras la crisis-están cobrando fuerza en Europa. En muchos países están representados en la política, en otros, son solo grupos violentos que actúan en la calle. Es una ola expansiva, una respuesta al coste social de los recortes, el desempleo o a la desafección de la ciudadanía hacia la clase política y en toda Europa. Y todo ese caldo de cultivo se alimenta y crece en grupos jóvenes, de sectores sociales desfavorecidos. Hablamos de Amanecer Dorado en Grecia, de Marine Le Pen en Francia... pero también en España”.En Finlandia o Dinamarca, que se creía que eran países mucho más avanzados en lo social, más abiertos, hoy los partidos con más espacio son de ultraderecha. También la ola se ha extendido a Noruega o Hungría. En esta última nación, el partido Jobbik, xenófobo y antisemita, ha propuesto expulsar a los gitanos y elaborar una lista de los parlamentarios judíos. Si las elecciones fueran hoy en Holanda, el Partido por la Libertad, obtendría mayoría, 33 parlamentarios. Hoy tiene 15.¿Quién tiene la culpa de este enorme incremento de los ultraderechistas?, es la pregunta que muchos se hacen.Casi todos voltean a mirar a la crisis económica, a la que se agrega la social, la pérdida del bienestar en buena parte de los países y le suman los discursos radicales y populistas de los políticos que han querido pescar en medio de tanta insatisfacción.“Estos discursos han ido ganando terrero frente a visiones más moderadas que ya no son percibidas en su totalidad por el ciudadano como alternativa, ni como sinónimo de eficacia en la gestión pública”, explica el historiador Francesc Castell. El académico agrega que “la actual crisis económica que golpea a Europa está siendo un caldo de cultivo para la proliferación de adeptos a la ultraderecha, lo dicen los resultados electorales en países desde 2007. Hemos venido observando desde entonces la radicalización de la extrema derecha, la utilización de un discurso de agitación, de miedo, para persuadir a una sociedad angustiada y pesimista, ya ni siquiera lo esconden, lo dicen abiertamente: no a los inmigrantes, no a los pobres, y no a los derechos ciudadanos para los desfavorecidos”. En Alemania, la locomotora de la Unión Europea, ha nacido del seno de la Unión Cristiano-Demócrata, Alternativa Por Alemania, un partido que ve con malos ojos que el país siga ayudando a países más pobres de la alianza. Incluso rechazan la viabilidad del euro como moneda única y de la eurozona como instrumento adecuado para garantizar el progreso y el bienestar de los alemanes.Se oponen al euro, a la política monetaria y fiscal, ya que consideran que fue prematuro su puesta en marcha y más que nada artificial, y que se permitió el acceso a estados cuyas economías no estaban preparadas para asumir los criterios de estabilidad aprobados. El otro tema polémico de Alternativa por Alemania, es la inmigración, algo que sin duda lleva al debate sobre la identidad nacional, como ocurre también en Francia.Si estos partidos resurgen, ¿qué pasa con los tradicionales? La mayoría están gestionando bien o regular la crisis, o, en el caso de la oposición, se han quedado sin argumentos y propuestas ante duras medidas de austeridad.“Los partidos tradicionales - dice el periodista Manuel Velásquez Falla- se han quedado sin argumentos cuando se ha ido desmoronando un estado de bienestar que resultaba inviable, cuando han tenido que unirse para apoyar recortes ordenados por la troika, por la UE, cuando no han tenido nada que decir ante la inmigración y menos cuando hay tragedias tan dolorosas como la de Lampedusa. No han tenido nada que decir cuando un país tan civilizado expulsa a una niña por ser gitana, o cuando, en España, los políticos del Partido Popular persiguen a los sin techo, a los sin papeles y a toda una generación de jóvenes que no tiene trabajo ni estudio”. “Se intenta deslegitimar estas nuevas formaciones políticas, xenófobas, racistas, lo que sean, como si todas fueran producto de un discurso populista. Pero la verdad es que ellas recogen un abanico ideológico amplio, desde populistas, fascistas, conservadores y hasta liberales. Y eso es muy grave, quiere decir, que la extrema derecha ha conquistado el descontento de muchos ciudadanos que ya no creen en su propios partidos”, añade.

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