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Conmemoración: Hace 50 años Yuri Gagarin conquistó el espacio

108 minutos bastaron para que cambiara la historia del mundo: hace 50 años. Yuri Gagarín cruzó las fronteras de la órbita terrestre. Con ello se convirtió en el primer humano en llegar al espacio.

18 de abril de 2011 Por: Elpais.com.co

108 minutos bastaron para que cambiara la historia del mundo: hace 50 años. Yuri Gagarín cruzó las fronteras de la órbita terrestre. Con ello se convirtió en el primer humano en llegar al espacio.

Como si estuviera sentado en su corcel, Yuri Gagarin gritó “¡Paejali!” (¡arrancamos!), cuando el cohete Vostok despegó de la Tierra, el 12 de abril de 1961, desde el cosmódromo soviético de Baikonur, en Asia Central. Eran las 9:07 de la mañana, hace cincuenta años, cuando el primer hombre que viajó al espacio inició su vuelo de 108 minutos alrededor del globo. “La tierra es azul”, dijo, observando desde su ventanita la imagen de nuestro planeta, mientras describía una órbita que lo llevó por el Océano Pacífico a lo largo de la costa de América del Sur, para luego subir por el Atlántico y aterrizar en un lugar equivocado.“La Unión Soviética, que por primera vez lanzó al espacio un satélite artificial en 1957, que por primera vez llegó a la Luna en 1959, que por primera vez envió un perro al cosmos, acaba de darle al mundo con su Cristóbal Colón del espacio aéreo”, informó la agencia de noticias francesa. Fue así como el nombre de Gagarin le dio la vuelta al globo más rápido que su propia nave.Al ver las fotos hoy en día, la cápsula en la que viajó parece sacada de un libro de ciencia ficción: una bola con dos ventanas, sin instrumental, que recuerda más a los que se catapultan desde un cañón en los circos, que al primer hombre en romper la fuerza de la gravedad y salir de la atmósfera. En realidad, la historia fue un poco así. Eran los años de la Guerra Fría y de la competencia nuclear y espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Los norteamericanos habían tirado bombas nucleares en Japón, y los rusos les iban a la zaga. Se trataba de ganar la carrera espacial y dejar bien alto, más allá de los cielos, el nombre de la URSS. La historia tiene un héroe oculto: Serguei Koroliov, el brillante ingeniero padre de la aeronáutica soviética, que en los años 30 fue enviado a un campo de concentración donde sufrió todo tipo de torturas, pero que, al comenzar la Segunda Guerra Mundial, fue llevado a Moscú para trabajar en el diseño de bombas contra los alemanes. Este genio, cuyo nombre se mantuvo en secreto durante décadas, fue el padre del Sputnik y de los viajes espaciales. Pero había que darle un rostro humano a la hazaña. Se necesitaba personificar la gesta de un pueblo abatido por la Segunda Guerra Mundial, que se había recuperado como el ave fénix de entre las cenizas, y que, como prometía su líder Nikita Jrushov, iba a superar a Estados Unidos en menos de una generación.La leyenda buscó a su personaje: Yuri era un hombre sencillo, joven y simpático, de origen campesino, de padre carpintero y madre criadora de cerdos, que vivió los horrores de la guerra en su pueblo natal, en la región de Smolensk, al occidente de Moscú, una de las más castigadas por los nazis. Yuri se hizo piloto y a los 23 años ya manejaba los famosos Mig de la Fuerza Aérea. En 1960, fue incluido en el grupo de 20 aviadores que se prepararon como astronautas. Luego se seleccionaron seis; cuatro meses antes de la misión, ya estaba claro que Gagarin era el mejor de ellos. Pero en su elección también influyeron otras circunstancias: se trataba de la imagen que iba a dar la Unión Soviética ante el mundo. La última palabra la tuvo Nikita Jrushov, que lo eligió por la foto. Días antes del vuelo, Gagarin escribió a su esposa y sus dos hijas una carta que preparó en caso de que la misión fracasara, sólo conocida después de su muerte, en la que decía: “Hoy la comisión estatal decidió enviarme al espacio. Un hombre común abre el camino al cosmos. ¿Puedo querer algo más? Esto es historia, se abre una nueva era”, decía. “Confío en la técnica”, pero puede fallar y, si eso sucede, te pido, Valiusha, que no te mueras de dolor... cuida de nuestras hijas, quiérelas como yo, edúcalas, por favor, no como niñas de mamá, sino como verdaderas personas a quienes no las abrumen los problemas de la vida”. A 9:07 de la mañana, la nave Vostok partió del cosmódromo de Baikonur y, minutos después, los funcionarios soviéticos, que habían mantenido la operación en el más estricto secreto, anunciaron al mundo que Gagarin estaba en el espacio. En sus memorias, Gagarin recordó que al sobrevolar el Atlántico pensó en su madre y en cómo reaccionaría al conocer la noticia.El vuelo casi termina en una catástrofe. A las 10:25 se inició el motor de frenado, pero se demoró en encender, razón por la cual la nave terminó chocando contra la tierra a las 10:55, en otro lugar distinto al acordado. Antes de un desenlace fatal, Gagarin se catapultó con su paracaídas. Nadie lo esperaba. Sólo una campesina, Ana Akimova Tajtarova, que al verlo con su casco de astronauta se asustó, y lo describió como “una persona vestida no como nosotros, que apareció del cielo claro como la nieve sobre la cabeza”. La hazaña de Gagarin le dio la vuelta al mundo. Nadie supo que casi se mata, ni que cayó en el lugar equivocado, y durante años, los burócratas soviéticos negaron que se hubiera catapultado, afirmando que había aterrizado dentro de la cápsula. Pero no importa. Gagarin lo había hecho: había superado a los americanos. La humillación fue inmensa. De nada servía hablar de la superioridad técnica de la NASA, el mundo sólo hablaba de Gagarin. Parecía que este joven muchacho con cara jovial había ganado por sí solo la Guerra Fría. El presidente John F. Kennedy estaba anonadado. “¿Podemos superarlos en algo?”, preguntaba a los expertos espaciales. Fue ahí cuando surgió la idea de enviar un hombre a la Luna, que fue anunciada el 25 de mayo, mes y medio después de la hazaña de Gagarin. El viaje a la Luna fue combatido por muchos científicos, pero Kennedy lo defendió diciendo: “Si ustedes tienen alguna idea científica más espectacular, como desalar el océano, o algo parecido, entonces lo hacemos”.La famaGagarin fue héroe de películas, canciones, monumentos en todo el país, mientras que en los colegios los niños rusos pintaban astronautas y querían ser como él. La fama le trajo sus problemas a este buen degustador de vodka, pues ya convertido en superestrella frecuentaba las reuniones sociales. Cuentan que, una vez, en una playa del Mar Negro, Gagarin fue descubierto por su mujer cuando estaba en un cuarto con una enfermera llamada Ana. La noche terminó con Gagarin saltando por la ventana. “Golpeó su cabeza con una piedra. No fue un aterrizaje suave”, contó un testigo. Sin embargo, Gagarin continuó estudiando y preparándose para volver al espacio, y fue nombrado comandante de los astronautas soviéticos. En 1967, se entrenaba para el primer vuelo del Soyuz 1 como segundo de Vladimir Komarov, pero el lanzamiento terminó catastróficamente con la muerte de su compañero. En 1968, a la edad 34 años, Gagarin se estrelló contra la tierra cuando piloteaba un Mig-15, accidente en el que murió. Ahora, en el cincuenta aniversario de su hazaña especial, se han abierto los archivos secretos soviéticos donde se analizan las razones de su muerte. Al parecer, Gagarin realizó una maniobra equivocada, descartando todas las teorías conspirativas que se construyeron alrededor de su fatal desenlace.Con todos los secretos, defectos, errores y misterios, lo cierto es que Yuri Gagarin abrió una nueva época. Desde su gigantesca estatua, en la avenida Leninsky, de Moscú, el eternamente joven astronauta observa satisfecho el triunfo científico y moral que le dio a la Unión Soviética sobre Estados Unidos. Con sus brazos abiertos, en lo alto de su pedestal, como una nave espacial lista para el despegue, será recordado como el hombre que hizo realidad el sueño de Julio Verne.

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