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Brasil debate su futuro entre una exguerrillera y una evangélica

Sondeos le dan el triunfo en primera vuelta a la presidenta Dilma Rousseff, pero Marina Silva es fuerte en el ‘balotaje’. Promesas rotas.

5 de octubre de 2014 Por: Elpaís.com.co | Resumen de agencias

Sondeos le dan el triunfo en primera vuelta a la presidenta Dilma Rousseff, pero Marina Silva es fuerte en el ‘balotaje’. Promesas rotas.

Hoy 142,8 millones de electores del gigante emergente de América Latina irán a las urnas para la primera vuelta de las elecciones generales, pero atrás quedó la euforia de los años 2003 y 2010, cuando fue elegido dos veces presidente Luiz Inacio Lula da Silva y quedó marcada por el surgimiento de una nueva clase media de 40 millones de brasileños y un crecimiento vigoroso estimulado por el consumo.El modelo da señales de agotamiento: la séptima economía mundial crece a ritmo lerdo hace cuatro años, la inflación está en alza, la economía entró en recesión en el primer semestre.Brasil fue sacudido por la revuelta social de junio de 2013 y escándalos de corrupción alimentan un rechazo visceral a las élites políticas.En este clima sombrío, el elector brasileño duda y retiene el aliento para el primer round del combate por la Presidencia.La economía, principal retoLa exguerrillera Dilma Rousseff se convirtió en la primera mujer presidente de Brasil hace cuatro años, dispuesta a consolidar las conquistas sociales y promover el crecimiento. Pero le falló la economía.El 1 de enero de 2011, Rousseff recibió de su padrino político, el popular expresidente Luiz Inacio Lula da Silva un país que generaba envidia a muchos gobernantes: El PIB había crecido 7,5%, la mandataria tenía una amplia mayoría en el parlamento y la población estaba muy satisfecha con las mejoras del nivel de vida de los últimos ocho años, cuando 29 millones de personas salieron de la pobreza.Pero las cosas cambiaron y la economía del ‘gigante suramericano’ prácticamente se estancó para este año. “La media de crecimiento del período 2011-2014 está en torno de 1,5% al año, un nivel muy por debajo del 4% de los ocho años anteriores”, señala el investigador del Instituto de Economía (IBRE) de la Fundación Getulio Vargas, Vinicius Botelho.El candidato socialista que falleció en un accidente aéreo, Eduardo Campos, criticó días antes de morir, que Rousseff sea la primera presidenta del período democrático (iniciado en 1985) que “dejará el país peor de lo que lo recibió”.Empresarios e industriales le cuestionan que no haya hecho las reformas necesarias para tornar más competitivo el país, así como una injerencia en la economía que no dio resultados de crecimiento.Un estudio de la Fundación Dom Cabral señala que la mayor economía latinoamericana y séptima del mundo pasó en los últimos cuatro años del puesto 38 al 54 de un ranking de competitividad entre 60 naciones.El Gobierno de Dilma Rousseff tuvo como prioridad la infraestructura del país, que enfrentaba un enorme déficit. “Ese podría haber sido el gran legado de este gobierno y hubo éxito en concesiones de carreteras y otras áreas. Pero dejó una sensación de que los proyectos se atrasaron mucho y que la participación pública es excesiva, con un costo económico muy alto en el financiamiento”, destaca el investigador de economía Vinicius Botelho.La confrontaciónLa Presidencia de Brasil tiene dos claras aspirantes: De un lado, Dilma Rousseff, de 66 años. La exguerrillera torturada bajo la dictadura. Una administradora firme, exministra de Energía, ‘apparatchik’ del Partido de los Trabajadores (PT). La heredera política del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.Del otro lado, Marina Silva, 56 años, recolectora de caucho alfabetizada en la adolescencia, sindicalista, militante del PT, y luego senadora, ministra de Medio Ambiente de Lula. Una disidente de aspecto frágil, pero con una voluntad de hierro. Un electrón libre de acentos mesiánicos que renunció a convertirse en monja para casarse con la política y unirse a una iglesia evangélica.Aunque Rousseff amplió su ventaja frente a Silva en la primera vuelta, con 16 puntos por delante de su rival, según el último sondeo, en el caso de un balotaje (segunda vuelta) ambas están en empate técnico teniendo en cuenta el margen de error (Rousseff con 48%; Silva con 41%).Un eventual triunfo podría hacer que Silva entre doblemente en la historia, como la primera presidenta negra y también como la primera jefa de Estado evangélica de Brasil.Su elección marcaría la ruptura de 20 años de dominio del PT y del Partido Socialdemócrata (PSDB) del expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) en la política brasileña.Digno de un escenario de telenovela, este duelo presidencial no estaba inicialmente en la agenda. Hace unas semanas, el bando presidencial estaba tranquilo. El débil desempeño económico era compensado por un desempleo en mínimos históricos (5%), salarios en alza y una reducción sin precedentes de las desigualdades sociales en 12 años de gobierno del PT.Rousseff recuperó gran parte de la popularidad perdida en las masivas manifestaciones de junio de 2013, en las que jóvenes de clase media urbana expresaron su hartazgo del sistema y exigieron educación, salud y transporte público dignos de un país desarrollado.Finalmente, el Mundial de Fútbol 2014 tuvo lugar sin problemas. La reelección parecía cierta frente a los poco conocidos Aecio Neves (PSDB) y Eduardo Campos del Partido Socialista (PSB).Invitada sorpresaTodo cambió el 13 de agosto, con la muerte de Eduardo Campos en un accidente de avión. La popular Marina Silva, que le acompañaba en la fórmula como vice, lo reemplazó y los sondeos explotaron, dándola durante días y días como gran vencedora en un segundo turno frente a Rousseff.Los brasileños la conocen bien. Candidata del minúsculo Partido Verde, hizo sensación al conseguir casi 20% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales de 2010.La ecologista capta votos de los decepcionados del Lulismo, de los evangélicos, de los manifestantes de 2013, de los indignados por la corrupción y por el sistema de alianzas de los grandes partidos.Dice que gobernará “con los mejores”, en ruptura con la “vieja política”. Rechaza la bipolarización PT-PSDB, pero asegura ser el equilibrio entre ambos.“Vamos a recuperar la estabilidad económica del gobierno de Fernando Henrique (...) perdida por el actual gobierno. Y vamos a mantener y profundizar la inclusión social iniciada por el gobierno Lula, hoy amenazado por el de Dilma, a causa del retorno de la inflación, de las tasas de interés elevadas y del débil crecimiento”, prometió.Lanzada contra las cuerdas por Marina, Dilma reaccionó, devolviendo golpe por golpe. Cuando no pegando por debajo de la cintura, acusando a su contrincante de querer suprimir los programas sociales. Rousseff pone acento sobre todo en el riesgo de una parálisis política si su rival triunfa.“En una democracia, nadie gobierna sin partido”, recordó. “La coalición de Marina Silva tiene hoy 33 diputados. ¿Sabe ella cuántos son necesarios para aprobar un simple proyecto de ley? 129. ¿Y una reforma constitucional? 308. ¿Tiene ella el tacto para negociar?”, preguntó la candidata a la reelección.La contraofensiva pagó. El último sondeo muestra a Rousseff victoriosa en el primer turno sobre Marina Silva. Pero ambas están en empate técnico en un posible segundo turno para el 26 de octubre.El proceso electoralLas masivas elecciones generales de Brasil llamarán a los brasileños a elegir a su presidente, gobernadores estatales y legisladores. Un total de 26.165 candidatos disputan 1709 cargos. Los brasileños votarán en urnas electrónicas y estos comicios son considerados los más informatizados del mundo. Además del Presidente que gobernará en los próximos cuatro años, los brasileños deben escoger a los 27 gobernadores estatales y a los vicegobernadores. También serán electos 513 diputados (la renovación total de la Cámara de Diputados), y 27 de los 81 senadores, lo que será una renovación parcial del Senado, cuyo mandato es de ocho años. (Para cada uno de los 27 senadores electos serán elegidos también dos suplentes). Además, serán elegidos 1059 legisladores para los parlamentos de los estados. Los cargos ejecutivos en Brasil (presidente y gobernadores) necesitan conquistar 50% más uno de los votos para proclamar victoria en el primer turno electoral, es decir, superar la suma de la votación de todos sus rivales. En caso contrario, los dos candidatos más votados disputarían el balotaje el próximo 26 de octubre.

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