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Así usan los narcos a Argentina como plataforma de envío de drogas a Europa

Argentina se ha convertido en una puerta de envío de cocaína hacia el exterior. Gran parte de la droga llega de países como Colombia, Perú y Bolivia.

10 de noviembre de 2014 Por: Elpais.com.co | AP

Argentina se ha convertido en una puerta de envío de cocaína hacia el exterior. Gran parte de la droga llega de países como Colombia, Perú y Bolivia.

En un depósito de un suburbio de Buenos Aires un ingeniero mexicano y un empresario argentino diluyeron más de dos toneladas de cocaína en aceite y las camuflaron en varios transformadores eléctricos nuevos que volvieron a pintar y embarcaron rumbo a la península de Yucatán, en México. La droga habría arribado a manos de narcotraficantes mexicanos de no ser por una investigación que instruyó la jueza argentina Sandra Arroyo Salgado, que pidió abrir la carga en Puerto Progreso, una de las terminales marítimas más seguras de México, ante la atónita mirada de los funcionarios de aduana. Difícilmente ésta es una operación aislada. En los últimos años ha aumentado la entrada de pasta de coca y cocaína a Argentina, que luego es enviada a países de Europa en su mayoría, dijeron expertos, jueces y fiscales argentinos y funcionarios antidroga estadounidenses y europeos a The Associated Press. Grupos criminales locales y transnacionales han desarrollado una sofisticada logística para convertir la pasta en cocaína y camuflarla con gran pericia y enviarla por rutas inéditas. El fenómeno ocurre por el auge del cultivo de hoja y producción de pasta de coca en Bolivia y Perú, la porosidad de la frontera argentina con estos países, la infraestructura exportadora del país austral y la ineficacia y corrupción de los organismos de control. Una porción desconocida de la droga se comercializa en el mercado local, cada vez más lucrativo. Ello ha incrementado la violencia entre bandas que se disputan los territorios de venta y consumo, aunque está lejos de alcanzar los niveles de Honduras, El Salvador o México. El comercio del alcaloide no tiene la dimensión de otros lugares del continente. En 2013 fueron decomisadas 6,1 toneladas de cocaína en el país, según funcionarios argentinos que no quisieron identificarse porque no están autorizados a hablar del tema. En Perú, Colombia o México, las confiscaciones de la droga alcanzan las cientos de toneladas al año. Al año circulan entre 70 y 110 toneladas de cocaína por Argentina, según estimaciones de un funcionario federal antidroga de Estados Unidos que habló a condición de que su identidad se mantuviera en el anonimato pues no está autorizado a hablar del tema. El funcionario aclaró, no obstante, que la cifra podría ser mayor a juzgar por importantes decomisos de cocaína realizados en Europa, África y Asia provenientes del país austral. Los investigadores locales coinciden en que el fenómeno va en aumento. Según la jueza Arroyo, hubo un "preocupante crecimiento (...) en la cantidad y magnitud de procedimientos en los que me ha tocado intervenir en los últimos meses". En esto coincide Soren Pedersen, portavoz de Europol, organización que reúne a las policías de la Unión Europea, que dice que en los últimos años el papel de Argentina como distribuidor de cocaína "se ha incrementado" . Pero no tiene cifras concretas. El gobierno de la presidenta Cristina Fernández se ha caracterizado por no ofrecer estadísticas oficiales sobre narcotráfico y otros temas sensibles como la inflación o la pobreza. Según funcionarios argentinos, que hablaron bajo la condición de anonimato porque no están autorizados a referirse a este asunto, en el país se han incautado 6,1 toneladas en 2013, 4,9 en 2012 y 6,1 en 2011. Fernández calificó a Argentina como un país de tránsito de narcóticos y negó que sea productor. Marcelo Aguinsky, juez en lo penal y económico, dice que "la especialidad argentina es la logística" . El país "parece haberse convertido en una importante plataforma logística, merced a que ofrece al mundo variados rubros de exportación en productos primarios e industrializados" . Argentina ha sido reticente a trabajar con autoridades de Estados Unidos para monitorear o interceptar cargamentos, dijo el funcionario federal antidroga estadounidense. Pero los dos países recientemente firmaron un acuerdo de capacitación para las fuerzas de seguridad argentinas. Los cursos son organizados por el FBI y se dictan en Honduras y Colombia por sus propias fuerzas antidrogas por la reticencia que despierta en Argentina que lo hagan directamente los estadounidenses, según un funcionario de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires cuya identidad permanece en el anonimato por no estar autorizado a hablar sobre el tema. Según la jueza Arroyo, las pruebas que recaudó en la investigación del embarque de cocaína que incautó en Yucatán indican la presencia de carteles internacionales que usan a Argentina "ya no sólo como ruta estratégica para el contrabando de estupefacientes y actividades de lavado de activos, sino para desarrollar las diferentes etapas de manufactura... preparación y acondicionamiento de cargamentos de magnitud" . La juez, sin embargo, no identificó una organización del narcotráfico en particular. Estas organizaciones trasnacionales, que cuentan con una fachada de legalidad, desarrollan la operación valiéndose de profesionales bien formados, como contadores, ingenieros, químicos y funcionarios de aduanas. Cornejo, el ingeniero industrial mexicano detenido, se asoció con empresarios argentinos para diluir la cocaína y ocultarla en cinco transformadores de luz. Algunos salieron en barco desde el puerto Dock Sud, en Buenos Aires, a mediados de marzo y llegaron el 25 de abril a Puerto Progreso en México "con la intermediación y/o connivencia de empresas importadoras y exportadoras nacionales e internacionales" y una capacidad económica y ejecutiva de gran proporción, dice la jueza. La droga enviada a Puerto Progreso entró por Bolivia. Raúl Reynoso, juez federal de Orán, ciudad cercana a la frontera boliviana, ha incautado en los últimos nueve años 18 toneladas de marihuana, cocaína, pasta base de coca y heroína. Reynoso dice que la mayor cantidad de cocaína entra por Salta, y también por otras provincias del norte como Jujuy, Chaco y Formosa. "Cuando hablamos de grandes cantidades, que pasan los 50 kilos de droga, generalmente es para exportar casi en su totalidad vía Europa, por ejemplo España, Portugal, Francia, Italia. Y de ahí una nueva cadena o red de distribución para incluso que llegue a Europa del Este" , dijo a la AP. Los detenidos en estos operativos son suramericanos y europeos, como italianos, españoles, serbios, croatas o rusos, entre otros. La pasta la traen contrabandistas conocidos como `bagayeros' por vía terrestre o es arrojada desde aviones o descargada en pistas clandestinas en Argentina. El juez Reynoso dice que hay decenas de "picadas" , caminos de tierra abiertos por empresas petroleras, que luego son aprovechadas por los narcos para aterrizar sus aeronaves. Los estupefacientes entran y salen camuflados en todo tipo de mercancía: dentro de los caños huecos de sillas de ruedas, en figuras religiosas, pañales para bebés, cargamentos de maderas y manzanas o en muebles estilo Luis XV. Pero sólo con ingenio para esconder la droga no basta pues, según investigaciones judiciales, es cada vez más necesaria la aceitada coordinación con bandas foráneas y locales. Parte de la droga que ingresa al país por el norte es traficada por bandas de mediano tamaño lideradas por peruanos y paraguayos e integradas por argentinos que, además, controlan el negocio de la droga en zonas marginales de Buenos Aires y otras ciudades. El inmigrante peruano Marcos Estrada, por ejemplo, fue líder de una banda que controlaba el tráfico de cocaína y marihuana en la barriada 1-11-14 de Buenos Aires, considerada el mercado central de la droga en la ciudad. Allí los narcos dirigen una suerte de ejército de soldaditos o menores que reclutan. "Uno fracciona, el otro controla en una esquina y silba por si viene la policía, el otro hace entrar a los clientes, otro vende" , dijo Martín Yadarola, secretario del despacho del juez federal Sergio Torres, que ha investigado al narco. También está el llamado "trafi-adicto", joven que "le dan diez papelitos (de cocaína), vende ocho y consume dos" , señaló el funcionario judicial. Un caso emblemático de la violencia asociada al narcotráfico es la ciudad de Rosario, a 300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires. Según cifras oficiales, en 2013 hubo 27 homicidios por cada 100.000 habitantes cuando en Buenos Aires es de siete por cada 100.000, según Adolfo Villate, jefe de la Procuraduría para la Criminalidad. El ex fiscal de Rosario y quien fuera segundo al mando en la Procuraduría de la Narcocriminalidad, Juan Murray, atribuyó la espiral de violencia en los barrios a "una feudalización de los territorios de las distintas bandas ligadas a la narco-criminalidad" , que pelean por defender sus zonas de distribución de drogas. La acción de los narcos presuntamente habría estado amparada por el ex jefe de la policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, quien fue arrestado en 2013 acusado de encubrimiento agravado de narcotráfico por supuestamente brindar protección a un narcotraficante argentino con quien se habría aliado para traficar estupefacientes. Su juicio comienza el próximo 11 de noviembre, dónde además será juzgado por amenazar a una mujer que denunció a la fuerza policial santafecina. La violencia no se acerca al nivel que está padeciendo México actualmente, o que azotó a Colombia en las décadas de 1980 y 1990, que alimentó grupos paramilitares en la primera década de este siglo y que actualmente es fuente de financiación de grupos insurgentes, coincidieron funcionarios antidrogas consultados. Pero la Argentina "está corriendo el riesgo de pasar una situación de difícil retorno, si la dirigencia política y social no toma medidas urgentes" , dijeron los obispos de la Iglesia católica argentina, al advertir del impacto del narcotráfico en la sociedad y la falta de respuestas de las autoridades.

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