La mañana de este martes realmente parecía la de un domingo. Desde las 5:30 a.m. se notaba que no era un día común. En un trayecto de 10 minutos a pie hacia una estación del MÍO había 30 personas caminando con las camisetas de la Selección Colombia y cinco autos con banderas colgadas de sus vidrios.
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Peatones, usuarios del transporte público y conductores, todos sin importar su clase social o su estilo de vida, estaban al pendiente de ver el debut de Colombia en el Mundial de Rusia 2018. Curioso cómo el mismo país que hace menos de dos días se encontraba polarizado y dividido por las elecciones presidenciales, hoy se unía en un solo clamor de aliento a la Selección. No era un martes común, Colombia jugaba y eso en el ambiente se notaba.
Se notaba bastante. Cali estaba desértica, las calles del centro y norte de la ciudad, que normalmente están caóticas desde primeras horas de la mañana, a eso de las 7:15 a.m. de hoy estaban vacías, y los pocos peatones que por allí transitaban, andaban a paso apurado camino a sus oficinas o algún restaurante, local, o sitio donde pudieran disfrutar de este peculiar partido mañanero.
Varios restaurantes y panaderías madrugaron a abrir sus puertas para que las personas pudieran disfrutar del partido acompañadas de unos pandebonos en vez de papitas y un chocolate caliente en vez de una cerveza, que aunque brillaba por su ausencia en estos lugares atípicos para ver un partido, no fue razón suficiente para evitar el sabor amargo que sintieron los hinchas al ver la expulsión de la 'Roca' Sánchez y el posterior gol de punto penal de la selección nipona que abría el marcador.
La atmósfera en las calles de la ciudad no variaba realmente a las sensaciones que dejaba el partido hasta ese momento. Pero el ambiente de celebración característico de nosotros los colombianos no se hizo esperar a pesar de la hora o la falta de licor, pues la fiesta tricolor con vuvuzelas y cornetas se tomaba a todos tras el golazo de Juan Fernando Quintero.
Pero como en todo juego unos pierden y otros ganan, y no siempre se puede ganar, tras iniciar el segundo tiempo la falta de un hombre se hizo notar no solo en Rusia sino también en las caras de preocupación de los caleños que veían el partido en distintos puntos de la ciudad. El segundo gol de los japoneses puso el clavo sobre el ataúd de esperar otro debut como él de hace cuatro años.
Aunque los hinchas siguieron alentando hasta el último minuto esperando que la selección logrará rescatar por lo menos un punto con un empate, el encuentro terminó con la derrota de Colombia 1 a 2 frente a Japón. Y como si el pitazo final fuera un despertador para la ciudad, cinco minutos después las calles se llenaron con rapidez, el partido había alargado las horas de sueño de Cali, y este había sido como una pesadilla antes de despertar para sus habitantes, que ahora corrían con desánimo de la derrota a seguir con su rutina diaria.
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