“Lo soñé, nunca dudé y sabía que iba a marcar”. En el minuto 39 llegó el cabezazo que abrió el marcador en el partido entre Colombia y Polonia. El autor de ese tanto que le volvió a dar vida a la Selección fue Yerry Mina, el hijo pródigo de Guachené, Cauca.
En una tienda del municipio, alrededor de 60 personas estaban reunidas para ver a Yerry debutar en el Mundial de Rusia. Lo que no se esperaba era la pareja de Yerry, Dávinson Sánchez, oriundos del norte del Cauca y orgullo de la población.
Desde el inicio se auguraba la fiesta que se armaría en las calles de Guachené, teñidas de azul y amarillo.
“Se viene el gol de Yerry”, gritaban en cada tiro de esquina a favor de Colombia. Ellos sentían que era el día de él. Del hombre que puso a Guachené en boca de todos.
Sus primos, tíos, amigos y hasta su profesora de infancia se reunieron a verlo debutar de la manera más soñada para un jugador: con gol.
La fiesta parecía no tener condición alguna. Las habilidades de los presentes para entonar melodías —literalmente— con vuvuzelas estuvo presente todo el encuentro.
Transcurría el partido cuando James Rodríguez sacó de esquina. El balón pasó por Juan Cuadrado, Juan Fernando Quintero y volvió al ‘10’ para hacer el magnífico centro al que Yerry llegaría como marcado por el destino, en el momento perfecto para enviarla adentro del arco rival.
“¡Yerry Mina, Yerry Mina!” se unió Guachené en un solo canto, el nombre del zaguero que puso de nuevo a bailar a los colombianos que a muerte se jugaban una ‘final’ con Polonia.
Yerry no solo estaba debutando como titular a los 23 años en su primer Mundial de fútbol, sino que lo hizo con gol en un momento importante.
“Uno siente el apoyo a kilómetros de distancia”, dijo Yerry al final del partido, sin saber que mientras él bailaba a las cámaras, en su ‘Guay’ también se bailaba salsa choque: “¿Estamos melos? sisas, sisas”.
En medio de la celebración, había un hombre en silla de ruedas al que todos abrazaron mientras con ansias le agarraban la camisa. Tenía la dorsal 13 y el “Y. Mina”.
Su nombre era Miguel Ángel Angola, amigo de Yerry que en 2014 quedó con movilidad reducida en sus piernas. “Él siempre tenía las expectativas de representar nuestro municipio y jugar con la Selección Colombia”, dijo Miguel.
“Quería dar gracias a la gente de Colombia y a la gente de mi ‘Guay’ que siempre me apoya”, dijo Yerry después del partido, imaginándose la fiesta que en su municipio, el incondicional Guachené, ya se estaba viviendo.
Todos sus compañeros lo abrazaron en Kazán, mientras en Colombia su otra familia, sus paisanos, se abrazaban entre ellos.
La pólvora fue protagonista, la caravana, la música a todo volumen y la cerveza que caía por todos lados marcaron el inicio de la celebración.
“Él me decía que él la rompía”, dijo su prima Karen Mina. “Es el sueño de él, él quería llegar a Rusia y para nosotros los guacheneseños fue mucha emoción”, completó.
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Así empezaron todos a hablar del hombre que les daba la gloria.
Luis Éider, un vecino del lugar, gritó: “Es un orgullo nuestro, estábamos convencidos del trabajo que hicieron”.
Su profesora de infancia, Jenny González, no se quedó atrás, “le pedimos al resto del mundo que mire a Guachené porque acá hay mucho talento”.
“Es gratificante ver cómo se cumplió un sueño hoy. Con humildad se trascienden fronteras”, dijo Bryan González, primo del zaguero de la Selección.
Lo soñó, nunca lo dudó y anotó. Así fue como Yerry puso a bailar a los guacheneseños. “Metiéndole ganas con papa y yuca” le dio otra alegría a su pueblo y al resto de Colombia.
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