Un dato alcanza para medir su estatura como delantero: en el 2017 hizo más goles que Ronaldo y que Messi. De ese tamaño es la amenaza que este martes enfrentará Colombia cuando se encuentre a la Inglaterra de Harry Kane. En un juego de palabras, sus hinchas de la Premier League suelen llamarlo ‘The hurricane’. El huracán. Desde 2010 hasta ahora, ningún otro atacante había sido capaz de entremeterse en el duelo de goleadores que durante la última década fue exclusividad de los dos mejores del planeta. ¿De dónde salió este otro extraterrestre?
Podría decirse que su primera georreferenciación en el mundo del fútbol son las puertas cerradas cuando él todavía no llegaba los 10 años. Jugaba en las divisiones menores del Arsenal y de un momento a otro lo sacaron sin muchas excusas, aunque su figura rolliza fuera una explicación en sí misma: en la cancha el niño Kane destacaba por la dedicación antes que otra cosa. Entonces dedicado como era, se cruzó todo Londres para probarse en el Tottenham, de donde también terminaron echándolo. Su historia con el club blanco comenzó solo tres años después, cuando ya siendo un futbolista infantil del Watford, terminó repatriado por ‘los spurs,’ que creyeron reconocer en ese momento la esperanza de un proyecto futbolístico. O de una mina de oro: antes de que empezara el Mundial de Rusia, el club inglés había tasado a su joya en 227 millones de euros.
(Lea también: Estos son los goles que tienen a Harry Kane como goleador del Mundial).
Así que fue de esa forma como empezó su segunda vez con el Tottenham: encarnando la incertidumbre de una promesa. Lo que tampoco le resultó fácil cuando además de probarse como atacante también le tocaba batirse como mediocampista de segunda línea o incluso como volante de recuperación, posiciones en las que al principio lo alternaron buscándole otro lugar en la cancha. Algo solamente lógico desde el capricho dictatorial de un entrenador que se negara a la libertad de su naturaleza. Porque Kane nació siendo delantero.
Y fue así como se hizo ciudadano. Es el mismo oficio que tuvo el héroe de su niñez, Teddy Sheringham, la leyenda del Totttenham y de la selección inglesa que a fuerza de goles se levantó como ídolo nacional en los 90.
Kane es un tipo persistente. En esa época, fuera donde fuera que le tocara jugar, terminaba demostrando la riqueza técnica que componía su figura larga, estilizada y rubia. Fue de esa manera como poco a poco se transformó en una opción para el primer equipo y fue de esa manera como se ganó el derecho de estar unas cuantas veces en el banco de suplentes durante la temporada 2010.
Pero le faltó suerte para acomodarse. Tanta que para el 2013 seguía en el club solo porque la dirigencia no había podido fichar a ningún otro delantero. Un Mundial atrás, pues, el hoy goleador de la Copa era el último delantero de la fila.
El punto de inflexión en su historia es la llegada de Mauricio Pochettino a la dirección técnica del Tottenham en la temporada 2014-2015.
Aunque el argentino tenía como puntas titulares al togolés Emmanuel Adebayor y al español Roberto Soldado, los internacionales no tenían el sacrificio del ‘ciudadano’, que dejó una inolvidable postal de entrega cuando en un partido por Europa League contra el Atreas Tripolis griego, terminó vestido de arquero luego de que una expulsión hubiera dejado al equipo sin posibilidades de sustitución en la última recta del choque.
Era 23 de octubre del 2014 y antes de ponerse los guantes, el atacante había hecho un triplete durante ese mismo partido. Por eso a partir de ese instante la historia más o menos contará lo mismo: que desde entonces ya nunca le cerraron la puerta.
Con la confianza del técnico, el atacante comenzó a atacar al mundo. Dejó de ser el segundón a cargo de competencias de segunda —como la FA Cup y la Europa League— para empezar su camino en la Premier y en la Liga de Campeones, territorios salvajes donde necesitó de todas sus herramientas para sobrevivir.
El asunto es que Kane no es un sobreviviente. Formidablemente elegante, le bastó poco tiempo para escalar a la cima de la idolatría entre los hinchas del club blanco, que pudieron ver en él la reunión de virtudes que en estos tiempos parecía cosa de unos pocos: la Play Station, Ronaldo y Messi. En el 2016, al término de su primera temporada completa con ‘los spurs’, Kane acabó con 21 goles, apenas por debajo del Kun Agüero. Un año después ya era el máximo anotador de la Liga. “Tiene una obsesión por marcar y eso es algo que todos los goleadores tienen que tener”, le dijo por entonces a la BBC Alan Shearer, máximo artillero en la Premier destronado por el ‘ciudadano’.
Kane es intérprete y finalizador, es decir, una de esas magnificas rarezas que comprenden todas las necesidades de un juego colectivo que depende de la individualización del talento. Con 1,88 centímetros, las batallas aéreas están entre sus terrenos predilectos. Aunque sería mezquino decir que va mejor arriba que abajo porque su altura no le entorpece los pies: rápido conduciendo, de dribles simples pero letales, veloz y con gran remate de larga distancia, es un jugador de todo el campo.
En el Tottenham juega con la diez y en su selección, junto a la cintilla de capitán, lleva la bandera del nuevo héroe con que sueña su país. Sin tatuajes, sin aretes, sin excesos, apenas con un poco de gomina sosteniendo su peinado de clásico caballero inglés, Kane solo sueña con ser un buen ‘ciudadano’.
Siga aquí el especial de El País del Mundial de Rusia 2018