Carlos es caleño, de cuerpo atlético y aparenta menos de los casi 30 años que tiene. Hace nueve años ingresó a la Policía Nacional, la misma institución en la que trabajó su padre, ya pensionado.
Sus comienzos como policía encubierto fueron en Popayán hace seis años. Debió camuflarse en una estructura conformada por quince personas, la mayoría miembros de una misma familia, que vendían estupefacientes en el barrio María Oriente, de la Comuna 5 de esa ciudad.
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