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Voces de víctimas: una mina antipersonal que cambió la vida de un campesino

Wilson Tombé fue víctima de un explosivo cuando arreglaba un terreno en el sur del Valle. Historia de un hombre que no se deja vencer.

3 de agosto de 2014 Por: Oriana Garcés Morales | Reportera de El País

Wilson Tombé fue víctima de un explosivo cuando arreglaba un terreno en el sur del Valle. Historia de un hombre que no se deja vencer.

Todo comenzó por falta de pasto. A Wilson Tombé, un campesino de Florida, su terreno le quedó corto y desde unas semanas atrás dejaron de alquilarle las parcelas vecinas para alimentar a sus vacas.Tenía cinco y le tocó vender una para que no aguantara hambre. Pero en diciembre nacieron tres más. Entonces decidió buscar un terreno para cercarlo y sostener a los animales. Wilson estuvo durante varios días limpiando el terreno y sembrando pasto con ayuda de su esposa, en una zona montañosa del sur del Valle. Ahí, a cerca de 40 minutos de su casa, esperaba establecer un nuevo potrero para “trabajar por uno y por los hijos”.Sabía que esa parte había estado minada, pero estaba confiado porque el Ejército llevaba varios meses desactivando los explosivos y por ahí ya habían pasado. “Por donde estaba el peligro antes, ahora se veía calmado. Entonces yo dije, voy a limpiar aquí y con eso me hago dos potreritos más”.Wilson calcula que le faltaba el trabajo de unos tres días para asegurar su terreno cuando sintió el estallido. Dice que no alcanzó a pisar firme, que solo medio apoyó el pie, pero que eso fue suficiente para que la onda explosiva lo lanzara hacia adelante.“Y menos mal que fue hacia adelante. Al caerme volteé a mirar y se veía como uno de esos volcancitos que prenden en diciembre, pero con un humero que echaba esquirlas para todas partes. Si me hubiera ido hacia atrás, me habría jodido todo”, recuerda.A un metro de donde se produjo la explosión, Wilson había visto el hueco de una de las minas que desactivó el Ejército. Cree que la que le estalló estaba ahí por lo menos desde hace dos años.El accidente con ese artefacto fue hace poco más de tres meses. La explosión le destruyó su pierna derecha y la caída le fracturó la izquierda. Su esposa intentó sacarlo del lugar pero tuvo que llamar a unos vecinos por la gravedad de las heridas. “En la pierna derecha no sentí nada, parecía como si estuviera dormida, con anestesia. Pero la izquierda, aunque no me sangró, sí me dolía mucho”. Hoy sabe que no podrá volver a trabajar en el campo como antes. Le preocupa, por ejemplo, que para mantener sus cultivos de café necesita recuperar la fuerza de sus brazos.Sin embargo, afirma que hay algo que le ha dado fortaleza. Mientras esperaba los primeros auxilios recordó que cuando era cortero de caña en un ingenio le mostraron a él y a sus compañeros unos videos. “En uno había un hombre sin piernas que hasta bailaba y en otro uno que no tenía brazos y escribía. Entonces me dije: si ellos pueden...”.Con una tenacidad admirable, Wilson dice que junto a su esposa va a salir adelante. “Con lo que tengo puedo seguir, sé que va a ser duro, pero me gusta trabajar en el campo”.Desde el accidente ha pasado los días en su casa, donde tiene una pequeña tienda, tratando de distraerse con películas, libros y los amigos que lo visitan. “Pero uno se aburre de estas cuatro paredes”. Por eso está a la espera de una prótesis que a través de la Alcaldía de Florida le donará una fundación de Medellín y de una cirugía en la que le pondrán una platina por la fractura de su otra pierna. También tiene la esperanza de que alguna entidad lo asesore en el trámite de su pensión, pues alcanzó a cotizar 14 años. Aunque sabe que “hay muchos apoyos para las víctimas”, Wilson piensa que alguien se puede aprovechar de su condición. No firma ningún papel porque “uno no sabe qué pueden hacer con eso”. Tampoco conoce de instancias como la Ley de Víctimas o espacios como el Foro Nacional que se realizará en Cali. Para él, lo importante ahora es poder volver al campo y ayudar a su esposa con los cultivos y las vacas. Y que ninguno de sus hijos, de 11 y 12 años, vuelva a ser víctimas del conflicto. Lo resume de manera simple: “por mí, si hubiera paz, mucho mejor. Que no haya más gente en esto, más muertos”.Sin embargo, duda. Dice que no ve seguro que todos los combatientes se entreguen, pues “¿qué se van a poner a hacer, si no hay empleo?”. Para él, entonces, “la paz es un negocio. Allá se están llenando los bolsillos y los más brutos están en el monte”.Sobre perdonar, cree que es duro. Pero también sabe que la venganza no es la solución. “Dios es el que sabe cómo castiga”.Las minas en el ValleEn el 2014, según cifras del Programa Presidencial para la Acción Integral Contra Minas, cinco personas fueron víctimas de minas antipersonal en el departamento.Cuatro de estas personas son miembros del Ejército, uno de los cuales murió. El otro herido es un civil. Los accidentes con minas antipersonal durante el 2014 se presentaron en los municipios de Florida (4) y Pradera (1).

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