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¿Qué tan minado quedó el proceso de paz tras secuestro del general Alzate?

Cese el fuego, desescalamiento del conflicto y una pronta firma del acuerdo final, deben ser las nuevas reglas en la mesa de diálogos, dicen expertos.

30 de noviembre de 2014 Por: Jessica Villamil Muñoz | Reportera de El País

Cese el fuego, desescalamiento del conflicto y una pronta firma del acuerdo final, deben ser las nuevas reglas en la mesa de diálogos, dicen expertos.

20 de febrero de 2002: Las Farc secuestran un avión procedente de Neiva. Los pilotos son forzados a aterrizar en medio de una carretera y todos los pasajeros son liberados, menos uno: el senador Jorge Eduardo Géchem. Horas después el presidente de la época, Andrés Pastrana, puso fin a cuatro años de diálogos de paz. Ese día se tramitó el retiro de estatus político a los guerrilleros, se reactivaron sus órdenes de captura y se le ordenó a las Fuerzas Militares retomar los 42.000 kilómetros cuadrados de San Vicente del Caguán que fueron despejados para las Farc.Lo que siguió fue el recrudecimiento de la guerra.17 de noviembre de 2014: Después de un año, once meses y 28 días de conversaciones entre el Gobierno y las Farc, el presidente Juan Manuel Santos ordenó a su delegación levantarse de la mesa de paz instalada en Cuba: guerrilleros del Frente 34 se llevaron al general Rubén Darío Alzate, comandante de la Fuerza de Tarea Titán, y a dos acompañantes en zona rural de Chocó.Al igual que hace doce años, el anuncio generó zozobra. Pero esta vez, a diferencia de ese 20 de febrero, el Gobierno y las Farc expresaron su deseo de no retirarse de manera definitiva de la mesa. Estos, a diferencia de esos diálogos, ya tienen tres documentos preaprobados, que por primera vez en la historia del país demuestran una voluntad de terminar el conflicto armado. Aún así, han pasado catorce días desde que se suspendió el proceso y apenas está por verse qué tan minada quedó la mesa sobre la que se discute la paz.Hasta que todo esté acordadoExpertos en el tema dividen sus opiniones sobre el daño causado con el asesinato de los indígenas en el Cauca, el secuestro de los militares en Arauca y Chocó y el ataque a la isla Gorgona. Pero coinciden en que el paso a seguir, después de las liberaciones, será recomponer la confianza y hacerle exigencias contundentes al grupo subversivo.El exvicefiscal Francisco José Sintura considera que el proceso de paz está “bastante resentido” y que para reiniciar los diálogos será necesario retirar las esquilas incrustadas en la confianza. Recuerda que fueron las Farc quienes anunciaron hace dos años que no volverían a secuestrar y esa promesa se rompió.“Lo que evidencian esos episodios es que no hay interés, vocación, sinceridad”, sostiene Sintura. Agrega que negociar dentro del conflicto fue una realidad y decisión política que asumió el Gobierno, pero ya es hora de exigirles a las Farc que cesen el reclutamiento de menores y el secuestro en todas sus formas.Además afirma que se debe poner un tope al tiempo de las negociaciones. “Este no puede ser un proceso que se extienda otros dos años, debe tener un límite”, dice el exvicefiscal. Pero el analista político Fernando Giraldo argumenta que el tiempo no puede ser una camisa de fuerza porque después del receso forzoso habrá recriminaciones de parte y parte.“Cuando regresen a la mesa seguro se tomarán unas semanas pidiendo explicaciones, se echarán culpas, harán pronunciamientos fuertes hasta que se recupere la confianza, pero eso debe ser tomado como una situación normal”, indica el experto.Una opinión similar tiene el analista político de la Universidad Autónoma de Occidente Óscar Duque, quien dice que todo lo que ha pasado son avatares normales después de 50 años guerra y que no se puede ver el proceso de paz con una parte ganadora y otra perdedora. Indica que los colombianos deben concentrarse en que en el proceso de paz pueden pasar muchas cosas. Que se den de baja y capturen guerrilleros, pero también que mueran civiles y secuestren policías. “Así seguirán siendo las cosas hasta que se firme la paz. Que pasen esas cosas después de firmado un acuerdo sí sería preocupante, pero por ahora, como dijo el Gobierno Nacional: ‘nada está acordado hasta que todo este acordado”. El exmagistrado Alfredo Beltrán también sostiene que los acontecimientos de las últimas semanas no son más que un “impasse” que, a su juicio, tendrá una solución tranquila y sensata. Sin embargo, agrega que la situación debe permitir que el Gobierno analice la posibilidad de iniciar el desescalamiento del conflicto armado, “no la cesación del fuego, porque es impensable que el Estado lo haga”.Añade que cree poco probable que se vuelva a repetir el secuestro de un general de las Fuerzas Militares, aunque sí seguirán ocurriendo hechos desagradables y difíciles de entender porque es la consecuencia de que todavía no se haya pactado la paz.Amarrados a la pazHoy posiblemente el presidente Juan Manuel Santos anuncie el día en que se restablezcan las conversaciones de paz en La Habana. Esa fue su promesa en caso de que las Farc liberaran al general plagiado en el Chocó. Y el Gobierno, en temas de paz, generalmente cumple. Pero las Farc no, por eso la imagen del proceso es débil.Lo confirma León Valencia, excombatiente del ELN y director de la Fundación Paz y Reconciliación. El analista insiste que si hoy se iniciara una encuesta, la paz perdería. Diego Cediel, politólogo de la Universidad de La Sabana, dice que no es para menos. Expresa que para los defensores del proceso las liberaciones de esta semana son una muestra de voluntad de paz pero, para él, una real muestra era no haberse llevado al general. “Ellos prometieron no secuestrar y fue ingenuo pensar que cumplirían. Sus actos lo que hacen es profundizar el sentimiento de escepticismo e incredibilidad en la paz”.Agrega que algo que debe cambiar después del trance es que el Gobierno deje de insistir en que la paz es un propósito nacional. “Eso es un propósito del Gobierno. El nacional, es mejorar la educación, la salud, las vías de infraestructura”.Indica que a las Farc también les corresponde adquirir serios y efectivos compromisos porque “si así es ahora, como será después de la negociación y que dejen las armas. En caso de que el ambiente político se torne tenso para ellos, entonces ¿desempolvan las armas, se van al monte y vuelven a secuestrar?”.Mauricio Jaramillo, politólogo de la Universidad del Rosario, cree que con lo ocurrido el país está más cerca de la paz porque no debe haber mucho margen de espera. “El Gobierno debe presionar la firma”, esa debe ser una nueva condición, según Jaramillo.Dice, además, que las Farc no pondrán muchas trabas porque “Santos depende del proceso de paz, recibió el aval de la izquierda con ese propósito y de muchos sectores políticos para su reelección y esta es la última oportunidad que tienen las Farc. Ellos seguirán en la mesa y la firmarán, porque tienen una mutua dependencia”.Los tropiezosEn enero de 2013, durante el inicio del ciclo cuatro de conversaciones, las Farc dijeron que iban a seguir secuestrando a policías y a militares: “Nos reservamos el derecho a capturar como prisioneros a los miembros de la Fuerza Pública que se han rendido en combate. Ellos se llaman prisioneros de guerra, y este fenómeno se da en cualquier conflicto que haya en el mundo”.El comunicado generó descontento en el Gobierno, por lo que el jefe de la delegación del Ejecutivo sostuvo que si la intención no era llegar al fin del conflicto “que lo digan de una vez y no hagan perder el tiempo”.“Diálogos no se reanudarán así no más”‘Timochenko’, jefe máximo de la guerrilla de las Farc, dijo la semana pasada que, al suspender los diálogos, el presidente Juan Manuel Santos “tumbó el tablero donde jugábamos la partida, destruyó la confianza”. Por lo que advirtió que “las cosas no podrán reanudarse así no más, habrá que hacer diversas consideraciones”.Igualmente, consideró que la petición de Santos de realizar una rápida liberación de los plagiados “equivale a un secuestro del proceso de paz” y que su negativa a un cese el fuego bilateral, reclamado por distintos sectores de la sociedad en la última semana, “ponen de manifiesto que el proceso de paz no es más que un simple instrumento en una estrategia final de guerra”.Esto hizo que el defensor del Pueblo, Jorge A. Otálora, exhortara a las partes para que “en lugar de apostarle al cruce de misivas y al distanciamiento, encuentren una salida conducente a superar los obstáculos y destrabar el camino a la paz”.

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