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¿Qué hacer para mantener a la baja los homicidios en Cali?

Una política de Estado dirigida a los jóvenes; fortalecer la justicia; restringir el uso de armas, son algunas de las estrategias propuestas por especialistas. Análisis.

4 de enero de 2015 Por: Redacción de El País

Una política de Estado dirigida a los jóvenes; fortalecer la justicia; restringir el uso de armas, son algunas de las estrategias propuestas por especialistas. Análisis.

Cali cerró el 2014 celebrando, de alguna manera, la vida: durante ese año los homicidios bajaron en un 23%, la mayor reducción en ese tipo de crimen en 20 años. 447 personas – algo así como imaginar dos salas de cine repletas - dejaron de ser contabilizadas como asesinadas con respecto al año anterior. Los datos - preliminares- fueron entregados por la Policía. En total, el número de homicidios en 2014 fue de 1515, mientras que en el año 2013 fue de 1.962. Sin embargo, que en una ciudad maten tal número de personas sigue siendo perturbador. Tal vez cuando salimos de casa no pensamos en ello pero justo cuando la moto se detiene al lado del carro en el semáforo y el motociclista mira hacia adentro, aparece el miedo. O cuando caminamos por la calle y se debe contestar una llamada. Que un acto como contestar el celular nos genere temor o al menos cierta inquietud indica que aún algo sigue mal, aunque las cifras digan lo contrario. La ciudad, entonces, tiene un reto en este nuevo año. Que los homicidios sigan bajando. Que el miedo desaparezca. Sobre lo primero, dicen los especialistas de la violencia, hay algunas estrategias - más allá de lo policivo - que aún no se han implementado. La hermana Alba Stella Barreto, directora de la Fundación Paz y Bien, y quien viene trabajando con jóvenes infractores desde hace 15 años, dice, por ejemplo, que para disminuir los índices de homicidios – y de paso el miedo – Cali debería aplicar lo que su fundación intenta en el Distrito de Aguablanca: justicia restaurativa. La hermana viajó a Irlanda del Norte y comprobó que funciona. “En Cali, como en Irlanda del Norte, (un país que vivió un conflicto interétnico muy violento), se deberían construir casas de justicia restaurativa en todas las comunas. En Irlanda, cuando se presentaba un conflicto, la gente sabía dónde acudir para reconciliarse, pues estaban las casas. Es una manera de evitar también las fronteras invisibles. La justicia restaurativa reconoce a la víctima, al infractor y a la comunidad. Es un trabajo que se hace teniendo en cuenta todos los actores de ese triángulo. Entonces la víctima termina siendo reparada y el victimario restaurado, perdonado por todos, los vecinos. El Alcalde Guerrero conoce del tema. Sus funcionarios tal vez no”. El problema actual, continúa la hermana, es que la mayoría de los asesinatos en Cali son cometidos por jóvenes contra jóvenes. De hecho, uno de los principales móviles de los asesinatos son los conflictos entre pandillas y las riñas entre muchachos. Y aquello se pretende solucionar con retenes, patrullajes en las comunas más violentas y requisas. Sin embargo, asegura la hermana, no es suficiente. Lo que la ciudad requiere es una estrategia, una intervención por la juventud, pero no represiva, sino un trabajo que permita sanar la rabia de miles de jóvenes que se sienten excluidos por Cali. “La mayoría de los jóvenes infractores tienen vínculos familiares pobres, débiles, maltratantes. Un muchacho me puede decir fácilmente: estoy aburrido de vivir, que me maten. Lo he escuchado muchas veces en el Distrito. Quien dice eso está dispuesto a matar. Pero, ¿cuál es la estrategia que tiene el gobierno actualmente en el tema de la violencia juvenil? Represión. Ante un problema de jóvenes se manda a la policía. Sin embargo nadie se pregunta por la raíz del problema. Saber por qué un joven comete un delito, qué lo llevó ahí. Es en eso en lo que se debe trabajar”. Por cierto: la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, le propuso a la hermana Alba Stella hacer una sistematización de su trabajo en el Distrito, escribir un libro con algunos de los testimonios de los 1400 jóvenes que han pasado por su fundación y por el proceso de justicia restaurativa – algunos de esos muchachos que en algún momento cometieron un delito hoy son gerentes de empresas, líderes barriales, estudiantes de idiomas en el exterior- y replicar el modelo en todo el país a partir de este año. Cali, aunque solo en ciertos sectores, es la única ciudad de Colombia que implementa el modelo de justicia restaurativa, es decir, poner cara a cara tanto a la víctima con al infractor y la comunidad, para que expresen sus opiniones, sus rabias, y se logre al final restablecer la relación. Jesús Darío González, coordinador del Observatorio Social de la Arquidiócesis de la ciudad, por su parte, considera que una de las tareas de Cali para bajar los homicidios es fortalecer la justicia, las condiciones de operación de la misma. Se requieren, entre otras cosas, más funcionarios no solo para recepcionar las denuncias de los ciudadanos, sino también para investigarlas. Justamente, según un informe de la Personería, la Unidad de Vida e Integridad Personal de la Fiscalía, “cuenta con un número de 18 fiscales y un coordinador para trabajar un promedio de 345 procesos por despacho”. Es apenas un ejemplo. Lea aquí Denunciar un delito en Cali, un trámite que puede volverse una odisea A lo anterior se le suma la crisis carcelaria. El Centro Penitenciario y Carcelario de Villahermosa tiene una capacidad en infraestructura para 1.700 internos, y sin embargo, según la Personería, actualmente hay más de 6.000 presos. No contar con los mecanismos para castigar a los que comenten los delitos hace que la violencia se incremente, la gente decide hacer justicia por su propia mano. De otro lado Jesús Darío, de cierta manera, piensa como la hermana Alba Stella. Para que Cali baje los homicidios debe, así como se han trabajado los cuadrantes de seguridad, trabajar los territorios de paz y convivencia, con mayores niveles de participación ciudadana, dice. Cali está en mora de involucrar a los jóvenes que están por fuera de las escuelas, reconocer las culturas urbanas. En realidad no hay un plan integral de juventud. Y en el tema del conflicto juvenil siguen existiendo opciones, pero muy limitadas. No hay una intervención sostenida. > Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto (Cerac), por su parte, añade un asunto más que Cali debe implementar de una vez por todas para disminuir los homicidios: establecer un estricto control al porte y tenencia de armas. - La III Brigada debe atender la solicitud de la Alcaldía en esa materia. La Personería de la ciudad está de acuerdo. En el Informe anual sobre la situación de los derechos humanos en Cali se lee, en el capítulo de recomendaciones, “reiterar a la III Brigada la suspensión de manera constante y ampliada de los salvoconductos”, sobre todo teniendo en cuenta un dato: el 93% de los homicidios en Cali se comenten con armas de fuego. Si capitales como Bogotá y Medellín promovieron el desarme ciudadano con buenos resultados, ¿por qué Cali no lo intenta?, se preguntan los analistas. También algunos ciudadanos. Pero definitivamente la acción policial juega un papel fundamental para disminuir los homicidios. De ahí que la Personería también propone con insistencia un aumento del presupuesto dirigido a la seguridad. “Cali en su Plan de Desarrollo 2012 - 2015 tiene presupuestado $166.243 millones para la seguridad, lo cual está por debajo de Bogotá y Medellín. En 2014 la Policía de Cali recibió $14.000 millones para operar, sin embargo, según la misma institución, el presupuesto necesario es de $49.000 millones”. Acometer todas estas estrategias pareciera urgente. En el primer día del 2015 asesinaron a 14 personas. Es el primero de enero más violento de los últimos años.

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