El pais
SUSCRÍBETE

“Pasamos de la vida armada a la civil en un salto enorme”: fundador del M-19

El guerrillero del M-19 y exconstituyente Otty Patiño rememora cómo fue el proceso de paz que firmaron con el Gobierno, en los años 90.

16 de octubre de 2012 Por: Fenner Ortiz, reportero de El País, Bogotá.

El guerrillero del M-19 y exconstituyente Otty Patiño rememora cómo fue el proceso de paz que firmaron con el Gobierno, en los años 90.

Otty Patiño, uno de los fundadores del M-19, tiene claro que el proceso de paz que adelantó en los 90 esa guerrilla con el Gobierno Nacional, contó con un terreno abonado y que sirvió para que los resultados fueran tan rápidos como el salto que ellos dieron de las armas a la política.“El que tomó la iniciativa de dar ese paso fue Carlos Pizarro y en la primera declaración que se hizo en 1989 se dejó claro que el final del proceso era la desmovilización”, recuerda.Patiño cuenta que el tema de la desmovilización no era del cotidiano, incluso era tan utópico como dejar las armas. “Eso causó un gran ruido en las filas de la gente del M-19 porque ya hablar de desmovilización en ese momento era muy temprano y porque dentro de la estructura armada hablar de temas de desmovilización era un tabú, era una cosa prohibida”.Para el desmovilizado y exconstituyente es claro que esa decisión determinó un alto grado de confianza en el Gobierno y la opinión pública, porque quedó claro que el fin del proceso era, ni más ni menos, “el desarme del M-19” y “no una simple tregua”.Patiño cuenta que la decisión del desarme si bien no era esperada en las filas terminó siendo acatada por la tropa, por lo que dice que “no fue tan traumático porque se pisó en un terreno abonado”.“En nuestro caso fue un cambio muy abrupto, porque el 9 de marzo (1990) estábamos armados y el 10 u 11 de marzo estábamos en elecciones, entonces pasamos de la vida armada a la vida civil en un salto enorme, fue un momento complicado: Era pasar de las armas a la política casi directamente”.Esta experiencia, según Patiño, sirvió mucho para que el ‘Eme’ casi que terminara en la vida civil sin sufrir traumatismos.“Eso fue bueno en el sentido que no hubo pausa, no hubo tiempo para ponernos a pensar en otras cosas. En ese año participamos en tres elecciones. La gente desarmada estaba en función de la política no de la propia supervivencia o de los propios problemas personales que todos teníamos”.Al no haber tenido un sentido de rechazo por parte de la ciudadanía y de los mismos que habían dejado atrás las armas, el proceso no fue largo y terminó en una resocialización casi inmediata.“Ese fue un proceso que no se dilató en el tiempo y creo que eso ayudó. Pero en el caso de las Farc el proceso de transición tiene que ser largo”.Esta advertencia se da porque el M-19 tuvo una vida corta, nació en 1974 y se desarticuló en el 90, muy diferente a las Farc. “Allá en las Farc hay dos o tres generaciones de gente que está en la guerra. Hay gente que empezó como guerrillera y ya tiene nietos guerrilleros”.Patiño retoma la experiencia y dice que el terreno abonado que encontraron sirvió para que el M-19 planteara una serie de reformas que se debían hacer en el país.“Parte del proceso era hacer reformas y se abrió un espacio político muy amplio a través de unas mesas de análisis y concertación para sacar adelante las reformas ya fuera por la vía del Congreso o del Gobierno”.Pero, cuenta, hubo dificultades. “En diciembre de 1989 se vio que ni el Congreso ni el Gobierno eran capaces de hacer esas reformas y es cuando se abre el camino extraordinario que fue la Constituyente”.Otro elemento que amenazó la decisión del ‘Eme’ de vincularse a la vida civil fue el asesinato de su jefe Carlos Pizarro. “Las autodefensas del Magdalena Medio nos avisaron que a Pizarro lo iban a matar los paramilitares. Pese a ese asesinato el M-19, por puro reflejo, decidió que el mejor homenaje que le podía hacer era continuar en paz”.Así fue Si bien los diálogos del M-19 iniciaron en el gobierno de Belisario Betancur, fue en el de Virgilio Barco que se consolidó la desmovilización de este grupo subversivo. El M-19 entregó las armas en el Santo Domingo, Cauca, el 8 de marzo de 1990.

AHORA EN Judicial