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Opinión: Cómo entender la violencia

Los hechos de violencia de los últimos días nos hacen pensar que todo está mal, pero hay que interpretar varios aspectos de la sociedad.

17 de abril de 2011 Por: Carlos Duarte

Los hechos de violencia de los últimos días nos hacen pensar que todo está mal, pero hay que interpretar varios aspectos de la sociedad.

Las cifras de violencia se han disparado en las últimas semanas en Cali. No sólo hay vendettas o ajustes de cuentas entre bandas criminales. La violencia se ha venido manifestando en múltiples aspectos de la vida caleña, desde peleas entre grupos de estudiantes de colegios hasta la agresión directa entre familiares, como el caso de la mujer que fue asesinada por su compañero sentimental en un bus del MÍO. Podemos plantearnos que la violencia puede desatarse a dos niveles: uno entre grupos excluyentes o con los cuales los límites de la socialización son más distantes, nivel donde podríamos ubicar los ámbitos tradicionales del conflicto armado colombiano; y dos entre los semejantes como jóvenes contra jóvenes, alumnos contra alumnos, y así. Es a este último nivel al que pertenecen los conflictos que atentan contra las instituciones sociales que nos parecen intocables como la familia y que hacen que la sensación de que todo está mal en Cali se riegue como pólvora y se cree un imaginario de que en todo momento estamos en peligro de ser atacados por cualquiera, así sea una persona de nuestro entorno más íntimo. En el caso caleño los conflictos entre grupos marginalizados y excluidos socialmente pueden ser entendidos como una manera de desquitarse por la falta de oportunidades de la que supuestamente es culpable la sociedad y que se desata contra la víctima más cercana y accesible. Nuestra cultura nacional se ha venido acostumbrando a encontrar un chivo expiatorio (una víctima propiciatoria de la violencia) sobre la cual la multitud (los rivales unidos por el miedo a la auto- destrucción) pueden hacer una transferencia de violencia de sus propias rivalidades. Si el chivo expiatorio es asesinado, por medio de una segunda transferencia la víctima salva a la sociedad absorbiendo su violencia. Lo que la antropología nos enseña es que bien sea en una relación en la que los fuertes descargan sobre los débiles, o en aquellas en las que las víctimas se rebelan, en ambos casos estamos frente a la activación de un mecanismo de violencia escalar, el cual de no ser sujeto a mediación- negociación, indefectiblemente comportará sacrificios de víctimas inocentes.*Docente de Antropología del Icesi.

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