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Legalización de marihuana en Uruguay prende debate sobre las drogas en Colombia

Aunque los analistas reconocen las diferencias sociales, económicas y culturales entre ambos países, plantean que es necesario pensar en una alternativa al prohibicionismo como única estrategia en la lucha contra las drogas.

11 de diciembre de 2013 Por: Elpaís.com.co

Aunque los analistas reconocen las diferencias sociales, económicas y culturales entre ambos países, plantean que es necesario pensar en una alternativa al prohibicionismo como única estrategia en la lucha contra las drogas.

En Uruguay, el martes 10 de diciembre del 2013 fue un día histórico. Con 16 votos a favor y 13 en contra, el Parlamento aprobó el proyecto de ley con el que el Estado entra a regular la producción y la venta de marihuana en el país, hasta ahora en manos de organizaciones criminales. El país suramericano se convirtió en el primero de la región en legalizar esta droga -la más consumida en el mundo según un informe de la ONU- como una alternativa para combatir la violencia que produce el narcotráfico y para desincentivar el consumo de narcóticos fuertes como la cocaína y las metanfetaminas.Con esta decisión, se dio un paso hacia lo que líderes como Mario Vargas Llosa, César Gaviria, Fernando Cardoso, José Miguel Insulza y Ernesto Zedillo, han planteado en los últimos años: que cinco décadas después, la lucha contra el narcotráfico por medio del prohibicionismo ha fracasado y que se debe comenzar a pensar alternativas globales.Guillermo Garat, periodista uruguayo, explicó que la legalización de la marihuana es una "confirmación para el movimiento social de que cuando las cosas se plantean bien, se busca información, análisis y la gente está dispuesta a pensar en los temas tabú, pueden ocurrir cambios". La medida, sin embargo, ha generado controversia, especialmente porque -de acuerdo con la última encuesta, de la empresa CIFRA- el 61 % de los uruguayos no está de acuerdo con la regulación estatal de la marihuana. La situación no difiere mucho en el resto del continente, donde crece la expectativa hacia los resultados que tenga la legalización en los próximos años. En Colombia el debate no es ajeno, especialmente por los altos niveles de violencia que genera el tráfico de estupefacientes en un país con una capacidad de producción y comercialización ilegal mucho mayor a la de Uruguay.El analista Jhon Marulanda recuerda que, de acuerdo con las mismas Naciones Unidas, "Latinoamérica es el continente más peligroso del mundo y la violencia gira alrededor del crimen organizado y el narcotráfico". Agrega que "el problema no es la droga en sí -en nuestro caso sobre todo la cocaína- sino el tráfico ilegal de la misma", el cual ya no solo va hacia Estados Unidos y Europa, sino que se está abriendo a mercados locales como Brasil y Argentina.Para el analista, el tabú hacia el consumo de marihuana se ha ido perdiendo en el mundo, ante la legalización de la hierba en estados de Estados Unidos y en países europeos. "Ya es tiempo de hacer regulación y de alguna manera legalizar el consumo de esta sustancia, siempre y cuando haya un proceso grande de educación hacia los jóvenes", dice. Expresa que "el paso de Uruguay es significativo a nivel latinoamericano y sus resultados están por verse, aunque apuesto a que es una medida inteligente que nos va a enseñar mucho". Por su parte, el politólogo Gustavo Duncan explica que lo que sucede frente al consumo de la marihuana en el mundo "es una aceptación de la misma como una droga social. Se ha reconocido el derecho de las personas de usar esta droga, como quienes toman licor o fuman cigarrillo. Eso va a generar un ambiente a favor de la legalización, pero todavía falta mucho para que se concrete". Duncan afirma que en el caso colombiano no es muy probable que se contemple la legalización de la marihuana en un futuro próximo, a menos de que haga parte de una iniciativa mundial. "Santos, que tanto habla de legalización, podría tomar esa bandera. Pero eso haría parte de una estrategia hacia el mundo, pues no se quiere mandar el mensaje perverso de que Colombia quiere legalizar la droga porque la produce".Una opinión diferente tiene el excomandante de las Fuerzas Militares, general (r) Harold Bedoya, quien afirma que la legalización de la marihuana trae "consecuencias desastrozas para la salud, especialmente de la juventud. Por ejemplo en Cali, la mayoría de drogadictos son marihuaneros y terminan con un costal en la espalda, todos mugrosos, descalzos, con la mente destruida y crean es un problema social aterrador". El exmilitar indica que el problema de consumo de drogas en Colombia es muy grande, por lo que "se volvería inmanejable si es legal. Los colombianos tenemos que ponernos serios y entrar a tomar medidas para que esto no siga avanzando". Añade que "los gobiernos no han sabido manejar el problema, la droga hay que combatirla con todas las de la ley". Tanto el oficial como el analista Alfredo Rangel aseguran que en el país sí ha habido un avance en la lucha contra las drogas, que dio resultados "durante los ocho años de la seguridad democrática". "Me parece que ese acto soberano de Uruguay podría tener una pésima influencia en Colombia. La situación de ese país no es igual a la nuestra, donde las mafias del narcotráfico y de los grupos terroristas vinculados a la producción y el mercadeo de narcóticos son un riesgo para la seguridad nacional", dice Rangel. De Uruguay a ColombiaLos analistas coinciden en que entre Uruguay y Colombia hay una diferencia grande. El país de Mujica, con casi 3,5 millones de habitantes, no ha sufrido como el nuestro las consecuencias del narcotráfico, ni tiene los mismos niveles de desigualdad social. "Al legalizar no necesariamente se acaba con la violencia de manera inmediata. Lo que está pasando en Medellín es una muestra de eso: los narcos han dejado de financiar a los combos y entonces han comenzado a extorsionar a la sociedad. Así se legalice, los grupos criminales van a seguir, pero como no van a tener la misma financiación, a largo plazo va a ser más factible su desaparición", afirma Gustavo Duncan.Rangel va más allá y afirma que el camino es continuar con las políticas antidrogas del gobierno de Álvaro Uribe Velez. "El Estado colombiano había tenido éxito en esa lucha, porque aunque los carteles se reproducían, cada vez era menor el tiempo que las autoridades demoraban en neutralizar a los nuevos jefes de la droga". El analista cree que esta lucha, la cual dice se perdió en el actual Gobierno, habría permitido erradicar el narcotráfico de Colombia, y sus respectivos problemas de violencia, en un futuro próximo. El uruguayo Guillermo Garat advierte que lo ocurrido en su país es "una política pública uruguaya para Uruguay. Colombia, México y Brasil tienen un problema que escapa de la realidad de nuestro país y lo que decidimos es ir por un camino que no sea el de la violencia. No le estamos diciendo a los otros países qué es lo que deben hacer". Sin embargo, cree que en Latinoamérica "van a empezar a gestarse cambios y Uruguay es el principio. Acá no va a haber publicidad para la marihuana, va a ser regulada por el Estado y se harán campañas educativas. Pero esta es una decisión de cada país, incluso, de cada región que debe decidir cuál es la mejor forma de encarar el problema de las drogas con su realidad". Sobre esto, Marulanda explica que actualmente hay un consenso mundial que va hacia el prohibicionismo como estrategia contra las drogas, "al punto de que Uruguay está violando un acuerdo con las Naciones Unidas. Sin embargo, hay que cambiar la estrategia, el problema nuestro es que los latinoamericanos ponemos los muertos en la lucha contra el narcotráfico". Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, afirma que quienes apoyan el prohibicionismo son unas minorías y que hay que tener en cuenta el caso uruguayo, pues "tiene unos elementos interesantes porque propone clubes de cultivadores, pone unos límites del autocultivo y eso es lo novedoso de su propuesta". Lo cierto es que, como lo ha reconocido el mismo gobierno uruguayo, los resultados de su iniciativa están por verse y, si no son positivos, siempre existe la posibilidad de que la medida se corrija.

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