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La bebé muerta en un ataque de las Farc vivirá por siempre en el corazón de Miranda

Con una marcha se le rindió homenaje a la bebé que murió en un atentado de las Farc.

2 de agosto de 2014 Por: Andrés Felipe Becerra I | Reportero de El País

Con una marcha se le rindió homenaje a la bebé que murió en un atentado de las Farc.

El Guayacán es el árbol de la vida. En el parque de Miranda ahora hay uno. Lo sembraron para recordar a Yurani, la bebé de 2 años que murió por un tatuco lanzado por las Farc.Cinco niños, vestidos de blanco, se agacharon y con las manos unidas lo depositaron en la tierra. “En honor a Yurani y a todas las víctimas del conflicto. Héroes de paz”, decía el cartel que los pequeños anudaron al árbol de quince centímetros. Uno de ellos, de piel trigueña y de ojos cafés, hizo el último nudo. Todos aplaudieron. Un minuto de silencio. Y la alcaldesa (e) de Miranda, Claudia Oyola, habló: “Aquí se está enterrando de manera simbólica un cuerpo, pero el alma de la bebé sigue presente, así como también la esperanza de tener paz”. Una paz que ayer miles de mirandeños pidieron a gritos en una marcha de un kilómetro y medio por las principales calles del municipio y que terminó allí, en el parque Julio Fernández Medina, donde empezará a crecer y a florecer el Guayacán. Fue una marcha planeada de un día para otro, luego de que la noche del miércoles pasado un tatuco lanzado por la guerrilla contra una base militar cayera en la choza de esterilla y madera de los Yaqui Muse, en la vereda Calandaima. La tragedia de esta familia movilizó a los habitantes de Miranda, a los de las veredas cercanas, a los vecinos de los Yaqui Muse, a los niños del pueblo. Ninguno de los Yaqui Muse asistió. Ermelinda está internada en el Hospital Universitario del Valle, HUV, por las heridas que sufrió con la explosión. Rodrigo, su esposo, la visitaba ayer. La hija mayor de la pareja y sus primos también estaban en Cali, esperando que en la morgue les entregaran el cuerpo de Yurani. Un clamor de paz“Queremos paz, queremos paz”, repitieron por varios minutos las personas que llegaron desde las 9:00 a.m. al punto de partida de la marcha. Camisas blancas, banderas, globos y carteles, acompañaron el recorrido.Carlos, de 7 años, soltó el globo blanco que llevaba. “No quiero que más niños mueran, que nadie muera por la violencia”, murmuró, mientras caminaba al lado de sus compañeros de clase del instituto Leopoldo Pizarro González. “Desde Miranda florecerá la paz”. “La población civil anhela la paz”. “La paz es un derecho”. “La paz con verdad, justicia y reparación”. Eran los mensajes de las pancartas. Miriam Castillo, docente del instituto Leopoldo Pizarro González, explicó que los más pequeños, los que tal vez gritaban más fuerte la palabra paz, lo hacían porque en las clases se les cuenta lo que sucede en el municipio, en el departamento y en el país. “Ellos saben que una bebé murió hace poco por culpa de la guerra, saben que en estos momentos hay unos diálogos de paz. Todo lo han entendido y por eso saben que lo que se necesita es eso que gritan: la paz”, afirmó la profesora. La marcha terminó a las 11:30 a.m. en el parque donde se sembró el Guayacán. La gente prometió que cuidará del árbol, como una parábola de la vida, que le fue arrebatada a Yurani. El adiós a la pequeña A las 2:00 p.m. empezó otra marcha. Esta vez silenciosa. El cuerpo de Yurani era llevado a la vereda Calandaima para ser velado. La bebé iba en una caja de madera blanca, transportada en un campero junto a ocho campesinos que la custodiaban. Atrás del carro, gente caminando, en carros, en motos... Todos en silencio. A la niña la dejaron en un salón acondicionado como sala de velación. El cuarto estaba lleno de claveles y crisantemos blancos y lirios rosados. Arreglos enviados por juntas de acción comunal de veredas de Miranda y otros municipios del Cauca y del Valle. En ese lugar estará hasta las 10:00 a.m. de hoy y luego será llevada al cementerio de la vereda, llamado Tres Cruces. Ermelinda Muse no podrá estar. Aún no puede abandonar el hospital, sigue embotada. Una mezcla de dolor y de los calmantes. Ayer, mientras el pueblo de Miranda marchaba recordando a Yurani, Rodrigo Yaqui intentaba explicarle a su esposa que su pequeña estaba muerta. Pasó unas horas con ella, para luego regresar a Calandaima, junto al féretro blanco de su hija.

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