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En Guachené siguen celebrando la libertad de la hija del comandante de Padilla

Con una eucaristía especial en la parroquia de este municipio, el viernes se celebró el pronto regreso de esta pequeña de 10 años de edad.

31 de mayo de 2014 Por: Redacción de El País

Con una eucaristía especial en la parroquia de este municipio, el viernes se celebró el pronto regreso de esta pequeña de 10 años de edad.

Alejandra Cantoñí pidió el micrófono para hablarle a unas cien personas que estaban el viernes en la Parroquia María Auxiliadora de Guachené, Cauca. Llorando dio gracias a Dios por estar viva y al lado de sus padres, pero también le mandó un mensaje a todas las personas que la veían y escuchaban: “lo único que puedo pedirles a todos es que estemos siempre unidos, como la familia que somos”. La niña, de tan solo 10 años de edad, soltó el micrófono y corrió a abrazar a su mamá y a su papá. A esa hora en la parroquia, a las 11:30 de la mañana, todos aplaudieron esa expresión de amor, esa unión a la que se refería la pequeña Alejandra, quien permaneció el jueves doce horas secuestrada.Y es que ayer en Guachené no hubo clases en la escuela y pocos locales comerciales abrieron, en el pueblo se celebraba el regreso a la libertad de Alejandra, la hija de Sandra Patricia Cantoñí y de Víctor Adolfo Cantoñí, el comandante de la estación de Policía de Padilla, Cauca.La celebración primero fue en la casa de Alejandra, donde los más allegados le hicieron visita y se sentaron en la sala por unos minutos para saludarla, abrazarla, cantarle y hablarle. “Te queremos Alejandra, te queremos, te queremos Alejandra te queremos”, exclamaban todos los que llegaban. Luego, la celebración se trasladó a la parroquia del municipio, donde hubo una misa para agradecer el regreso de la niña. El párroco de Guachené, Adán Mina, también pidió por el fin de la guerra, por el respeto a los derechos humanos, por la paz. Del plagio, que ocurrió la mañana del jueves pasado, la niña contó una y otra vez que solo recuerda que cuando la subieron a un carro, unos metros antes de llegar al colegio Jorge Eliércer Gaitán de Guachené, le taparon los ojos.“Pensé que me iban a hacer daño y no iba a volver a ver a mis papás. Tenía mucho miedo porque cada vez sentía que me alejaba de mi casa”, dijo Alejandra a los vecinos y periodistas que ayer no se cansaron de arrimar a su casa y a la parroquia.En la noche, siguió contando la niña, no sabía dónde estaba, solo que unas personas me dijeron que me iban a dejar en una esquina y que caminará hasta encontrar ayuda. “Caminé un poco hasta que vi un perro ladrando y como les tengo miedo corrí hasta un restaurante donde había mucha gente y vi que yo estaba en la televisión. Grité esa soy yo”, dijo Alejandra. La menor fue liberada el jueves en la noche en el municipio de Toribío, donde una comisión de las comunidades afrodescendientes y la Guardia Indígena la buscaban.El caso está siendo investigado por el Gaula de la Policía. Los indicios han llevado a las autoridades a señalar a milicianos de las Farc como responsables del secuestro de Alejandra. La zona a la que se llevaron la menor es de influencia guerrillera. La familia Cantoñí CantoñíNo es la primera vez que a los Cantoñí Cantoñí los toca un hecho de violencia. En agosto del 2012, el intendente jefe Víctor Cantoñí, comandante de la estación de Policía de Padilla, Cauca, resultó herido, junto a dos compañeros más, tras una emboscada de presuntos guerrilleros de las Farc a ese municipio y en la cual murió un policía. “Fue un momento muy doloroso, pues me mataron a uno de mis hombres y quedamos heridos otros. Ese día mi familia se preocupó mucho, pues saben del riesgo que se corre en esta profesión”, expresó el intendente jefe Cantoñí."Yo no tengo amenazas de nadie, cumplo con mi deber en la Policía y puedo estar tranquilo, por eso me angustié mucho cuando me enteré que se habían llevado a mi pequeña. Por eso también lloré en la misa, porque la violencia me tocó a mi familia por unas horas, pero gracias a Dios todo se arregló”, afirmó el oficial, quien añadió que no se irá ni de Guachené, donde vive con su familia, ni de Padilla, donde trabaja. “Nunca imaginé que otra vez sentiría tanto dolor en el corazón por un ser querido. Aunque lo de la emboscada a mi esposo y lo del secuestro de mi niña fueron hechos diferentes, la tristeza por pensar que estaba perdiendo una parte de mí fue muy grande, algo que no se puede describir. Es que Alejandra es nuestra única hija, la razón de ser de nosotros, espero no volver a separarme de ella”, dijo Sandra.Quienes acompañaron el viernes a la pequeña Alejandra y a su familia condenaron el hecho del que fue víctima esta pequeña y agradecieron los gestos de solidaridad y fraternidad expresados por todo el departamento del Cauca, incluso por todo el país. Jenny Cerón, profesora de la niña, afirmó que todas las acciones violentas que involucren a menores de edad deben de terminar. “Nuestros niños no pueden seguir siendo blanco de actos de barbarie”, dijo la docente. Al finalizar la tarde, las personas regresaron a sus casas en familia, unidos, así como se los pidió Alejandra.

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