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El relato de un hombre de 75 años que camina por la libertad de su hijo

Jaime Trujillo, padre del subintendente Jorge Trujillo, pide que no olviden a los secuestrados.

11 de noviembre de 2011 Por: Oriana Garcés Morales | Especial para El País

Jaime Trujillo, padre del subintendente Jorge Trujillo, pide que no olviden a los secuestrados.

“Salí de Gamarra (Cesar) a Aguachica, de Aguachica a San Martín, de San Martín a...”. Paso a paso, Jaime Trujillo detalla los pueblos por los que ha pasado en la caminata por la libertad de su hijo, el subintendente Jorge Trujillo Solarte, quien lleva doce años y cuatro meses secuestrado por las Farc. A sus 75 años, este campesino de Gamarra ha recorrido más de siete mil kilómetros de Colombia en lo que él considera una lucha solitaria por la liberación. La fragilidad de su cuerpo, gastado por el paso de los años, se contrasta con la determinación con que se despierta todos los días: “Soy flaquito, demacrado, pero alentado”, dice. Con esta, ya son seis las caminatas realizadas por don Jaime a lo largo del país, a la espera de que alguien - el gobierno, el Ejército, la prensa, los colombianos en general - lo escuche. Cuenta que cada recorrido es diferente, pues su objetivo es “pasar por las zonas en donde no conocen el problema de los secuestrados. De pronto la gente los identifica por las fotografías, pero no saben cómo sufren sus familias”.Desde el 10 de octubre, cuando salió de su casa por sexta vez, don Jaime sólo ha recibido apoyo de la Policía: “El Gobierno y los medios me han abandonado. No es como en el caso de Moncayo. Cuando salí de Aguachica los periodistas dijeron que iban a ir, pero como llovió, nunca llegaron.”Camino solitarioCon el mismo par de tenis blancos, don Jaime comenzó su recorrido. En su maleta sólo lleva dos sudaderas, tres camisetas y una chaqueta. En su mano, su bien más preciado: una pancarta con la foto de su hijo, que conserva desde la primera caminata. Todas las mañanas se despierta temprano, hace una rutina de ejercicios, se baña y sale hacia el siguiente pueblo. “Yo puedo caminar todo el día, llego a descansar por la noche y al otro día me levanto a las 5:00 a.m. como si nada”. El tramo más difícil de este recorrido fue Cajamarca-La Línea. Debió subir 23 kilómetros bajo la lluvia. “Cuando me faltaban tres kilómetros, con sólo caminar 20 metros me tocaba descansar.” Cada que llega a una población, busca la estación de Policía, donde le brindan hospedaje y comida. “A mí no me financia nadie, yo sólo tengo el acompañamiento de la Policía que, gracias a Dios, nunca me ha dejado solo”.En Cali, descansó desde el lunes pasado hasta el miércoles, para luego continuar hacia Bogotá, donde espera reunirse con el presidente Juan Manuel Santos. “Cuando iba a llegar a Cali una señora me vio caminando. Paró el carro y regañó a los policías porque no me llevaban en la patrulla. Le respondí que no salí a montar en carro, sino a caminar”. Don Jaime afirma que “uno no se puede quedar sentado, esperando que todo le venga de arriba. Las cosas hay que insistirlas hasta el final”. En su mirada se refleja la nostalgia que siente este padre luego de más de doce años en los que, según manifiesta, “nadie se ha pronunciado por la liberación de Jorge”.La primera caminata la inició en julio de 2009, hacia Bogotá. “Recuerdo que estaba el fenómeno del Niño y casi me muero por el calor. Cuando entré a Aguachica fui a dar un paso y me caí, pero un capitán de la Policía me ayudó”. Entonces lo tuvieron en la estación de Policía del pueblo por tres horas, mientras se recuperaba. Cuando sintió que podía levantarse, continuó su camino, a pesar de las recomendaciones. Insiste en que no dejará de caminar por el país hasta obtener la atención del Gobierno o de las Farc. “Cuando yo hice la primera caminata y regresé a Gamarra, pensé: hijo, si no sales en ocho meses, vuelvo a salir. Y así lo he hecho”. Cada vez que regresa a su casa, espera que esa sea su última caminata “Quiero tenerlo de vuelta en Navidad”. Una tragedia familiarEn el matrimonio con Olivia Solarte, don Jaime tuvo cinco hijos. El mayor de ellos, José Fernando, fue asesinado por las Farc el 15 de marzo de 1991. “Fue a pocos metros de la casa, él acababa de salir del Ejército, tenía 26 años”, recuerda. Ocho años después, el 11 de julio de 1999, la guerrilla volvió a causar sufrimiento a la familia Trujillo Solarte. Ese día, 500 subversivos atacaron la población de Puerto Rico, Caquetá. “Lo escuchamos por la radio. La toma duró tres días”, recuerda. Unas semanas después, se enteraron que el subintendente Trujillo estaba vivo, pero había sido secuestrado.La familia Trujillo Solarte sólo ha recibido una prueba de supervivencia. “Nos saludó a nosotros y a sus amigos, casi no habló, se le hizo un nudo en la garganta”. En el vídeo, el subintendente sentencia: “lo único que resta es esperar a ver cuando se soluciona esta situación”.

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