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El miedo regresó a Jambaló a bordo de un carrobomba

Tras el ataque terrorista de la Columna Móvil 'Jacobo Arenas', que ocasionó la muerte de tres policías, los habitantes de este poblado del Cauca sienten temor. Testimonios de vida.

28 de abril de 2011 Por: Laura Hincapie

Tras el ataque terrorista de la Columna Móvil 'Jacobo Arenas', que ocasionó la muerte de tres policías, los habitantes de este poblado del Cauca sienten temor. Testimonios de vida.

Han pasado trece horas desde el estallido que despertó el miedo en Jambaló, Cauca. Son las 9:30 a.m. y los policías siguen con la mirada clavada en el piso. Perdidos en el recuerdo de aquel instante en el que tres de sus compañeros volaron en pedazos, tras la explosión de un carrobomba en la noche del martes. Los habitantes deambulan por cada esquina del pueblo. En cada rincón se respira tensión. Grupos de adultos y niños, de rostros asustados, aún comentan cómo las paredes de sus viviendas parecían derrumbarse del horror durante los combates que se alargaron por más de cuatro horas. Uno de los patrulleros de la estación, que aún no entiende cómo sobrevivió, cuenta que la tragedia llegó a las 8:30 p.m. con un grupo de guerrilleros, al parecer de la columna Jacobo Arenas de las Farc, que se acercó hasta una esquina de la estación de policía para dejar abandonada una camioneta azul Chevrolet Luv 1.6, cargada con cuatro cilindros de 100 libras de explosivos.“Se les metió la guerrilla”. Esa es la frase que levantó de un salto a los policías. Segundos después los recuerdos se nublaron. “El guerrillero que dejó el carrobomba nos gritó eso y de inmediato se sintió el estallido y el techo y las paredes de la estación se nos vivieron encima. Corrimos adonde pudimos”. El tiempo se detuvo para tres de los uniformados. El intendente Orlando Ramírez Erazo, de 40 años; el patrullero Henry Alberto Prados, de 24 años, y el patrullero Edwin Sepulveda, de 25 años, fallecieron de inmediato. La explosión también causó heridas a otros cinco policías y dos civiles, una mujer y un adolescente de 16 años que fueron trasladados a un centro asistencial en Santander de Quilichao.Los policías que no recibieron heridas empuñaron los fusiles y desde las 8:30 p.m. del martes hasta la 1:30 a.m. de ayer se enfrentaron con los guerrilleros que les dispararon desde las montañas. “Ni siquiera sentía las manos, sólo apretaba el fusil. Mire mis dedos, están entumidos”, relata un uniformado. Es otro de aquellos que nunca revela su nombre. Cuenta que luego de ocho horas de aquel momento de angustia no ha bebido ni un sorbo de agua. Pero la sed y el hambre se pierden entre el temor. “La moral se le baja a uno. Tenerle que entregar a una madre el cuerpo despedazado de un hijo, de un compañero. Eso nos deja por siempre un dolor en el alma”. El intendente Ramírez, que falleció en la explosión, era el comandante del Escuadrón Móvil de Carabineros, que desde hace un mes había llegado con sus hombres a Jambaló para reforzar la seguridad en la zona, pues según trabajos de inteligencia de la Policía, había amenazas de ataques en esta población del norte del Cauca.RefugiadosAllí, parado en una esquina, en medio de los tapetes de vidrios que permanecen en las calles, don Arturo recuerda que el martes se metió debajo de la cama con su hija de seis años. “No teníamos salida. El ruido de los disparos no me dejaba ni pensar. Allí nos quedamos hasta hoy (ayer) a las 6:00 a.m.”.Dice que desde noviembre pasado, no se presentaba un ataque tan fuerte de la guerrilla en el municipio. Sólo se escuchaban algunos disparos a lo lejos.La casa de Arturo no sufrió daños. Pero otras 40 viviendas no contaron con suerte y hoy lucen con los vidrios rotos y las paredes y techos averiados.El alcalde de Jambaló, Carlos Alberto Betancourt, cuenta que ayer la población también despertó sin agua y energía. “La explosión reventó la tubería principal que surte el servicio a todo el pueblo”.El Mandatario explica que lo que más atemoriza a los habitantes, de los cuales un 95% es indígena, es la falta de salidas. “No tenemos una vía rápida para trasladar a los heridos, las entradas por los municipios de Silvia y Santander de Quilichao están cerradas por derrumbes y sólo se puede llegar por la vía de Toribío, que está en mal estado y es peligrosa por la presencia de los grupos armados”. El único refugio que tienen los habitantes son los sitios de Asambleas Permanentes que adecúan los indígenas. “Ya tenemos uno en una vereda cercana. Si la situación no se calma, nos iremos para esa zona”, asegura con resignación el gobernador del resguardo de Jambaló, Camilo Ulcué.

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