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El miedo marchó por las calles de Pradera, Valle del Cauca

Aunque se esperaba una gran convocatoria, el temor a nuevos ataques hizo que sólo unas 300 personas salieran a marchar por la paz. Juan Diego yÁngel Santiago, los niños víctimas del ataque, entre los asistentes.

15 de noviembre de 2012 Por: Redacción de El País, Palmira

Aunque se esperaba una gran convocatoria, el temor a nuevos ataques hizo que sólo unas 300 personas salieran a marchar por la paz. Juan Diego yÁngel Santiago, los niños víctimas del ataque, entre los asistentes.

El miedo se tomó la marcha programada para la mañana de este jueves en el municipio de Pradera con la que pretendían rechazar los actos de violencia registrados el pasado 31 de octubre, donde dos personas perdieron la vida y 35 más resultaron lesionadas.Aunque la iniciativa pretendía llevar un mensaje contundente a los violentos, la verdad es que el temor pudo más que las buenas intenciones.No más de 300 personas, la mayoría de ellas de la Administración Municipal y unos 150 estudiantes de la institución educativa Ateneo, se hicieron presentes en la plaza principal para iniciar el recorrido que se extendió por algunas calles para luego retornar al parque donde vestidos con camiseta blanca y enarbolando globos blancos se dispusieron a lanzar arengas y vivas por la paz y la tranquilidad de un pueblo que ostenta el título del 'Municipio dulce del Valle'.La primera dama de la localidad, Etelvilma Ramírez, enfatizó que el propósito de la marcha era decirle a los violentos que "los niños no pueden estar involucrados en ninguna clase de violencia, pues ellos tienen que vivir en paz, armonía y con mucho amor".Resaltó, asimismo, la valerosa presencia de los menores Juan Diego, de 11 años, y Ángel Santiago, de 7, quienes fueron los más afectados por la onda explosiva, pues estaban a pocos metros de los dos hombres que portaban la bomba y quienes fallecieron al explotar la misma en sus manos.Juan Diego, un pequeño de raza negra que adelanta cuarto año de primaria en la escuela la Santísima Trinidad, recuerda que iba caminando con unos amigosy cuando miró hacia atrás vio a un hombre con la cara pintada del Guasón.Segundos más tarde todo se oscureció a su alrededor y sólo sintió un fuerte estallido.El menor recibió las heridas en la cabeza y en la espalda. Las secuelas fueron lamentables: perdió la movilidad del lado izquierdo de su cara y ve borroso por el ojo del mismo lado.Con voz entrecortada y con los ojos brillantes por las lágrimas, Juan Diego lanzó un clamor, que más parecía una súplica a todos los violentos. "No más violencia y si ellos tienen algún problema con alguien que lo arreglen entre ellos mismos y no con los niños".Ángel Urán, padre de Ángel Santiago, el otro pequeño herido, reveló que sus vidas cambiaron de manera dramática desde el día del terrible ataque."Yo iba con el niño que estaba disfrazado de ninja cuando pasó todo, es indescriptible lo que vivimos. Habían restos humanos por todas partes y mi hijo estaba en el piso, inconsciente, con una gran herida en la cabeza. Lo levanté y lo llevé al hospital. Aunque se ha recuperado, aún le falta una cirugía y tenemos que cuidarlo mucho pues quedó sin una parte de su cráneo", confiesa con profundo dolor mientras lamenta la poca asistencia de los pradereños a lamarcha."Esto debería ser una protesta a nivel nacional, todo el mundo. La gente que está en sus casas en este momento, es indiferente, pero sólo cuando nos tocarealmente es que nos damos cuenta la importancia de una marcha como esta", reiteró.Otra que se sumó a la caminata fue Luz Nideth Barbosa, madre de Daniela Zúñiga, la niña de 8 años que murió el 1 de enero del año pasado al estallaruna granada en un establecimiento público en el sector de El Cairo."Mi hija no tuvo la suerte de sobrevivir, pero me alegro por los niños que el pasado 31 de octubre sí lo hicieron, por eso estoy aquí, para que no siganmatando niños".El alcalde de Pradera, Adolfo Escobar Pineda, al rechazar lo sucedido en su localidad, dijo que "es importante que los actores armados entiendan que no es más fuerte el que agrede a un civil o el que atropella o lesiona a un menor".El mandatario local dijo que han sentido la agresividad de la guerra, pero también "la orfandad del gobierno departamental que hasta hoy no se ha manifestado ni con planeación regional de seguridad, ni con acompañamiento o condolencias".´Al señalar la poca asistencia de los pobladores a la marcha, Escobar Pineda indicó que aunque más de una persona quiso sumarse a la jornada, no lo hicieron por temor."El terror causa esos efectos", manifestó el Alcalde.Entre tanto, la hermana María Dolly Roa, rectora del Ateneo, la única institución que participó en la marcha, aunque en la localidad hay seis instituciones educativas públicas, enfatizó que esta es una oportunidad para solidarizarse y de demostrar que las fuerzas unidas pueden lograr la paz."Estamos haciendo conciencia de un compromiso nuevo con los menores que salieron a marchar", dijo la religiosa.

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